El Barcelona dio toda una lecci¨®n al Scavolini
El Barcelona se apunt¨® ayer su segundo t¨ªtulo europeo. Es una trayectoria anunciada no hace mucho tiempo por los geopol¨ªticos que pululan por el baloncesto, que los hay. Pero lo trascendentad fue que ayer conquistara la Recopa en terreno italiano, en supuesta inferioridad de condiciones anlbientales. Para ello funcion¨® el equipo, que fue superior en todo momento al Scavolini. En fecha de logros hist¨®ricos, apuntar que Aito anot¨® su primer t¨ªtulo. Consigui¨®, adem¨¢s, otra cosa: que funcionaran los extranjeros en una final -Smith y Wiltjer rindieron cas¨ª al m¨¢ximo de sus posibilidades- y que sus jugadores no tuvieran que depender de Epi, que bastante tuvo con terminar sin lesiones de consideraci¨®n debido al marcaje dur¨ªsimo de Silvester.Aito ya tiene t¨ªtulo en su curriculo. Logr¨® su prop¨®sito de dominar el ritmo del partido en todo momento ante un equipo de similares caracter¨ªsticas ofensivas. Puestas en juego dos escuadras de amplia capacidad artillera, la soluci¨®n ten¨ªa que llegar por el dominio de la defensa o por la lucha en la retaguardia, el lugar donde los balones sueltos, los rechazados por el aro, se convierten en vil metralla que es pasto para el sucio cuerpo a cuerpo. Aito pudo asistir casi sin inmutarse a una final en la constancia de que Wiltjer resultaba inexpugnable. Parece una cuesti¨®n de fortuna que un extranjero reci¨¦n descartado haya realizado, en partido definitivo, su mejor actuaci¨®n, pero nadie es capaz de negar un grado de suerte a todo triunfador, Y Aito empez¨® a serlo ayer. A partir de Wiltjer y a pesar del duro Silvester, que cal¨® sus pu?os y codos como metaf¨®ricas bayonetas, Aito control¨® los vaivenes de la final: nunca fue el Barcelona por debajo en el marcador, pero tampoco pudo alcanzar una diferencia tranquilizadora salvo cuando qued¨® claro, en el minuto 37, que el Scavolini hab¨ªa agotado todas las posibilidades.
Nunca el Barcelona, en su ¨¦poca reciente, hab¨ªa ganado un t¨ªtulo tras estrategia de desgaste. Era su punto d¨¦bil. Su fisonom¨ªa brillante descansaba en cierta discontinuidad y en la calidad intr¨ªnseca de sus atacantes. Pero ayer no sucedi¨® as¨ª, porque Aito supo encontrar el momento en que cada jugador perd¨ªa la eficacia. Los relevos entre Smith, Epi y Sibilio, entre Soloz¨¢bal y Seara, contribuyeron en gran medida a sostener el ritmo. Rachas afortunadas de Sibilio terminaban puntualmente en el banquillo, y no en la cancha, lo mismo que las de Epi, sometido a la feroz embestida de Silvester. S¨®lo Smith, en la segunda parte, tuvo un margen m¨¢s flexible, pero es que no fall¨® ning¨²n lanzamiento.
Las primeras acciones dieron a entender cu¨¢les ser¨ªan los centros neur¨¢lgicos de la final. El Barcelona, en sus primeros ataques, gastaba poco m¨¢s de cinco segundos, tiempo suficiente para que el rival tenga la sensaci¨®n de que no le permiten pensar, ni respirar, ni defender, ni ordenarse sobre la cancha. Marcado el ritmo, el azulgrana, Aito intuy¨® la trascendencia de Fredrick, sobre el que altern¨® a Seara, que sali¨® de titular, y a Soloz¨¢bal. Fredrick llegaba al descanso con 22 puntos en su haber, la mitad del equipo, y hac¨ªa pensar que pod¨ªan repetirse las pat¨¦ticas escenas de un base negro jug¨¢ndose en solitario una final. Por contra, el principal desequilibrio apareci¨® en la lucha por el rebote: 20 a 13 en la primera parte y 36 a 28 al final, pese a la acci¨®n conjunta de los tres pivots italianos. La clave estaba en Wiltjer, con 16 rebotes, que termin¨® por destrozar a Costa y Magnifico, expulsados, y dejar desamparado a Tillis.
Fue en la reanudaci¨®n cuando el Scavolini, ya a remolque, decidi¨® variar el epicentro de su juego. Sacirific¨® a Fredrick y su individual lucimiento por un refuerzo a la zona del rebote. Fue un cambio t¨¢ctico que asust¨® moment¨¢neamente a Aito, que estaba temiendo, su llegada desde el principio. All¨ª la figura de Greg Wiltjer se agigant¨® y la coincidencia en la pista de los altos Magnifico, Costa y Tillis, result¨® un fracaso por m¨¢s que recibieron balones o que se multiplicaron para empujar, agarrar, anular o, simplemente, apartar de cualquier forma al canadiense Wiltjer. Lo que se dice un armario no es otra cosa que eso. Un mueble ¨²til, pero grande, espacioso, dif¨ªcil de mover, a veces poco est¨¦tico por est¨¢tico y otras molesto. 'Wiltjer no fue otra cosa que un gran armario. Mantener los tiros de media distancia y superar el hipot¨¦tico peligro de que el Scavolini alcanzara alguna ventaja fueron acciones en las que trabajaron todos. Tambi¨¦n un armario sirve para sostener a un equipo.
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