La 'doble monarqu¨ªa' de presidente y primer ministro, a prueba por primera vez
FELICIANO FIDALGO ENVIADO ESPECIAL, El m¨¢s fant¨¢stico, y sutil mano a mano pol¨ªtico franc¨¦s del ¨²ltimo cuarto de siglo comenz¨® ayer. Los dos cabeceras de cartel son el presidente socialista, Fran?ois Mitterrand, y el primer ministro conservador, Jacques Chirac, adversario este ¨²ltimo del primero por representar a la coalici¨®n conservadora liberal que gan¨® las elecciones el domingo. La V Rep¨²blica francesa de 1958 cre¨® una especie de doble monarqu¨ªa. El presidente tiene poderes reales sin paralelo en ninguna otra Constituci¨®n de la Europa democr¨¢tica, pero el primer ministro no se queda atr¨¢s. Hasta la fecha, el maridaje entre ambos nunca cre¨® problemas porque, en la pr¨¢ctica, cada vez que un primer ministro ha dejado de gustarle al presidente, el encartado, ha hecho las maletas sin m¨¢s.
?Cu¨¢les son las atribuciones que le conceden a Mitterrand los 92 art¨ªculos de la Constituci¨®n de la V Rep¨²blica?; y ?de qu¨¦ prerrogativas dispone Chirac?; ?en qu¨¦ casos pueden brotar del car¨¢cter melifluo de una Constituci¨®n que no es ni parlamentaria ni presidencialista conflictos m¨¢s o menos graves que obstaculicen o pulvericen la voluntad inicial de cohabitaci¨®n o coexistencia de los dos representantes del 80% de los franceses que, por igual, m¨¢s o menos, integran el cuerpo electoral dominante?Las respuestas a todos estos interrogantes se empezar¨¢n a concretar desde hoy. La obediencia religiosa del primer ministro hacia el presidente se explicaba hasta ahora por la simple raz¨®n de que los dos primeros personajes del Estado han pertenecido siempre a la misma familia pol¨ªtica, lo que ha impedido rupturas mayores, porque el inter¨¦s del mantenimiento en el poder impidi¨®, en cada caso, crisis que desbordasen el desencanto, e incluso la. animosidad del primer ministro dimisionario.
Poderes inalienables
En esta ocasi¨®n ocurre lo contrario por primera vez: Mitterrand, jefe del partido socialista, que ha pasado ahora a la oposici¨®n, ejercitar¨¢ sus funciones de presidente de la Rep¨²blica, pero sin dejar de pensar en el retorno de los suyos al poder. Y Jacques Chirac ser¨¢ el primer ministro que no olvidar¨¢, ni en un solo instante, que el caramelo del poder es su profesi¨®n y la de los conservadores y liberales, de los que ¨¦l es la bandera defensora en las cimas del Estado.
Mitterrand y sus poderes inalienables: el m¨¢s impresionante e indiscutible es el que: condensa el art¨ªculo 16 de la Constituci¨®n; en caso producirse una situaci¨®n grav¨ªsima en el pa¨ªs, dice el art¨ªculo precedente, todo el poder va a parar a manos del jefe del Estado; esto no tiene vuelta de hoja. La continuidad del Estado, la garant¨ªa de la independencia nacional, la firma de tratados, y otras prerrogativas, m¨¢s o menos simb¨®licas, tampoco dar¨¢n lugar a dudas. Y dos art¨ªculos revelan a¨²n las zonas de mando indiscutible del presidente: apretar el gatillo de la escopeta nuclear y disolver la Asamblea Nacional cuando lo considere oportuno. Cualquier decisi¨®n de Mitterrand referente a las cuestiones precitadas no dar¨¢ lugar a discusi¨®n; la Constituci¨®n elaborada a la medida del general Charles de Gaulle, ser¨¢ en esos casos ley inapelable.
La gobernaci¨®n de Francia, entre el presidente de la Rep¨²blica y el primer ministro (dejando de lado los casos expuestos, unos simb¨®licos y los otros importantes, pero s¨®lo practicables en casos excepcionales) ser¨¢ posible si la coexistencia pol¨ªtica funciona entre los dos hombres clave, ya que la mayor parte de los art¨ªculos constitucionales de uso corriente y decisorio ofrecen posibilidades de interpretaci¨®n. Y cuando la ocasi¨®n se presente ser¨¢ cuando Mitterrand podr¨¢ tirar hacia la izquierda y el primer ministro Chirac hacia la derecha.
Dif¨ªcil equilibrio
El presidente de la Rep¨²blica tiene que firmar los decretos y ordenanzas decididos por el primer ministro. Chirac quiere, inmediatamente, realizar reformas por ordenanzas, es decir, por la v¨ªa r¨¢pida; pero Mitterrand puede postergar definitivamente su firma si ello le conviene.
Una cuesti¨®n que deja a Mitterrand al descubierto: ¨¦l es quien nombra el primer ministro; pero as¨ª como hasta la fecha le bastaba fruncir ligeramente una ceja para que el jefe de Gobierno de turno dimitiese, en lo sucesivo ese gesto no le servir¨¢ de nada, porque es el primer ministro quien tendr¨¢ que presentar la dimisi¨®n del Gobierno.
Una vez m¨¢s, en esta hip¨®tesis, todo ser¨¢ un problema de coexistencia, o de crisis pol¨ªtica.
M¨¢s a¨²n, el mismo sentido de la conflictividad posible: la Constituci¨®n autoriza al presidente a celebrar referendos cuando ¨¦l lo considere oportuno, pero es el Gobierno el que tiene que proponerlos; otras muchas situaciones de calibre diferente pueden crear roces pol¨ªticos.
Pero un art¨ªculo esencial de la Constituci¨®n, el 20, es el que hace del mano a mano Mitterrand-Chirac: una pel¨ªcula de sesi¨®n continua. En efecto, "el primer ministro determina y conduce la pol¨ªtica de la naci¨®n. Y dispone (para ello) de la Administraci¨®n y de la fuerza armada". Total, la cohabitaci¨®n o coexistencia pol¨ªtica en Francia durar¨¢ tanto como la capacidad de los dos hombres clave de plegarse a los condicionamientos pol¨ªticos que surgir¨¢n a partir de hoy.
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