La verdadera revoluci¨®n china
El pa¨ªs asi¨¢tico se enorgullece de tener el sistema comunista m¨¢s operativo de la historia
La verdadera revoluci¨®n china no, tuvo lugar cuando los comunistas tomaron el poder en 1949, ni durante la revoluci¨®n cultural de finales de la d¨¦cada de los sesenta. Se est¨¢ produciendo ahora, dice Tad Szulc, el galardonado periodista, que acaba de regresar de un extenso viaje por el reino medio. Szulc explica por qu¨¦ la China moderna es el ¨²nico pa¨ªs pr¨®spero y libre de deudas del Tercer Mundo y se enorgullece de poseer el sistema comunista m¨¢s operativo. "La revoluci¨®n de Deng funciona", dice Szulc, "y este hecho tan s¨®lo debe hacer que los marxistas-leninistas de todo el mundo se pregunten por qu¨¦ el socialismo chino es todo un ¨¦xito y el suyo un fracaso".
TAD SZULC En China, la gran revoluci¨®n est¨¢ en las calles, se la ve surgir inexorable, irreversible e irresistiblemente en el salvaje tr¨¢fico de las horas punta en la avenida Huaihai de Shangai, sobre la silueta repleta de edificaciones de la capital, Pek¨ªn, por los pasadizos peatonales del laberinto comercial de Chengtu, y en las aldeas de la hasta ahora olvidada China central, donde parece que una nueva casa se alza a cada minuto.
La exuberante y pac¨ªfica revoluci¨®n de la d¨¦cada de los ochenta vive tambi¨¦n triunfalmente en los rostros de los ni?os, sonrientes y bien alimentados (ha desaparecido la plaga de enfermedades g¨¢stricas t¨ªpicas de los pa¨ªses pobres), en el orgullo de los campesinos ricos que se trasladan a casas de piedra que parecen casas de campo, entre arrozales y piaras de cerdos, en la explosi¨®n de color de las vestimentas de hombres y mujeres, en la tierna manera en que un soldado, y su novia, se cogen la mano junto a un lago cerca de Sian, en la atrevida y complicada construcci¨®n de presas de energ¨ªa y riego en las r¨¢pidas gargantas de agua blanca de los r¨ªos Min y Dadu, en el oeste del pa¨ªs, e, incongruentemente, en las oleadas de boquiabiertos turistas (150.000 norteamericanos este a?o) que fluyen en el oc¨¦ano de los 1.000 millones de personas de humanidad china.
La xenofobia ha desaparecido, y en China vuelve a ser divertido ser norteamericano. Observar las cosas desde dentro es el sue?o de todo periodista. Yo vi China este invierno con un peque?o grupo en un viaje organizado por el Instituto de Poblaci¨®n de Washington; recorr¨ª el pa¨ªs de lado a lado, observ¨¦ y escuch¨¦ 24 horas al d¨ªa, debatiendo y discutiendo con nuestros anfitriones chinos, sorprendentemente abiertos.
Inevitablemente, es ¨¦ste un reportaje impresionista, pero la impresi¨®n que produce es la de una sociedad que finalmente est¨¢ en paz consigo misma, segura y optimista. La gente es ruidosa y desorganizada. Los polic¨ªas de tr¨¢fico son la ¨²nica forma externa de autoridad. No vi subfusiles por ninguna parte.
Pero, ?por qu¨¦? ?Por qu¨¦ China es la ¨²nica naci¨®n pr¨®spera y libre de deudas del Tercer Mundo, y el ¨²nico sistema comunista operativo? La conclusi¨®n que yo saco, y que la mayor¨ªa de los chinos inteligentes apoyan, es que una convergencia extraordinaria de acontecimientos hist¨®ricos y humanos ha producido la situaci¨®n actual.
En primer lugar, los chinos parecen verse liberados por primera vez, desde las guerras civiles de la d¨¦cada de los treinta, de las continuas presiones pol¨ªticas y de lar tragedias militares. La victoria comunista, en 1949, les introdujo en una era de inmensa escasez y de sacrificios, cuando Mao Zedong buscaba remodelar China, culminando en la sangrienta y a¨²n incomprensible revoluci¨®n cultural que destruy¨® gran parte de toda una generaci¨®n de chinos. Incluso ahora, la gente en China guarda silencio cuando se menciona la revoluci¨®n cultural; creo que est¨¢n intentando olvidar a Mao sin, de hecho, derribar sus estatuas.
El m¨¦rito es de Deng Xiaoping, que tom¨® el poder en 1979. El veterano de la larga marcha comunista de hace medio siglo ha devuelto la raz¨®n al Gobierno y ha lanzado la actual revoluci¨®n, quiz¨¢ la verdadera revoluci¨®n.
Si bien el socialismo sigue siendo el marco pol¨ªtico fundamental de China, la reforma conceptual m¨¢s importante es ahora la de la econom¨ªa orientada a las fuerzas del mercado. Deng Xiaoping se ha inventado un marxismo con un rostro chino, como se denomina a este extraordinario compromiso social, y nosotros presenciamos los resultados ya visibles y palpables.
Un alivio
Tanto las noticias de televisi¨®n como los seriales chinos se emiten v¨ªa sat¨¦lite. Se fomenta la cr¨ªtica p¨²blica escrita, aunque no hay libertad de prensa tal y como nosotros la entendemos. El peri¨®dico en lengua inglesa China Daily lleva anuncios de American Express y de bancos extranjeros.
Los logros de Deng se han producido en la naci¨®n m¨¢s poblada del mundo e, hist¨®ricamente, una de las m¨¢s atrasadas. La creciente abundancia y las sonrisas en los rostros de los chinos deben hacer que los marxistas-leninistas, de Mosc¨² a Praga pasando por La Habana, se pregunten por qu¨¦ el socialismo chino es un ¨¦xito y el suyo un fracaso.
Deng y su equipo gu¨ªan su revoluci¨®n con una total ausencia de culto a la personalidad del l¨ªder. No hay fotografias de Deng en ning¨²n sitio, y solamente lleva el t¨ªtulo de presidente de una asociaci¨®n nacional de jubilados, aunque es el jefe indiscutible.
Despu¨¦s de d¨¦cadas de Los pensamientos del presidente, debe ser un alivio inmenso. Las horas de educaci¨®n pol¨ªtica en las universidades chinas se han reducido a la mitad, lo cual puede explicar el que vi¨¦ramos a j¨®venes parejas practicando pasos de baile entre clases en un pabell¨®n situado junto al r¨ªo en la universidad de Sechuan.
Deng y sus amigos han pisoteado tan despiadadamente las doctrinas marxistas- leninistas-mao¨ªstas, que se siente uno tentado a preguntarse si es probable una contrarrevoluci¨®n de ide¨®logos descontentos. La respuesta de un director de un peri¨®dico de Pek¨ªn (graduado en la escuela de periodismo de la universidad de Missouri) es que no, no mientras el sistema actual funcione tan satisfactoriamente. "La verdad es", dijo, "que aunque veneramos a Marx, Lenin y Mao, s¨®lo aceptamos sus principios si se ajustan a la realidad de la China actual". Un acad¨¦mico chino me dijo que la naci¨®n estaba ahora metida en el proceso de iaokang, que quiere decir un nivel de vida relativamente c¨®modo, habiendo superado ya el ihan (la pobreza).Y superando ahora el enbao (la satisfacci¨®n de las necesidades b¨¢sicas). Un reciente informe del Banco Mundial concluye que el ritmo y el alcance del progreso probablemente no tengan precedentes en la historia de la humanidad. No he visto en ning¨²n lugar de China el tipo de miseria que generalmente se asocia con el subdesarrollo del Tercer Mundo; la disponibilidad de comida y la abundancia de bienes (le consumo son impresionantes. El mismo partido comunista ha fomentado formalmente la competitividad entre las empresas estatales para mejorar la calidad de los.productos.
Desde la Gran Muralla (donde se pueden comprar camisetas en la Tienda de Antig¨¹edades de la Gran Muralla) hasta la Ciudad Prohibida de Pek¨ªn, decenas de miles de chinos se fotografian entre s¨ª, y a sus queridos ni?os, con una pasi¨®n similar a la de los japoneses. (Hace una d¨¦cada el chino medio apenas sab¨ªa lo que era una c¨¢mara fotogr¨¢fica.) En eque?as ciudades de las provincias de Sechuan y Guanxi, multitudes parlanchinas compran telas de colores, aparatos de televisi¨®n en color, equipos de est¨¦reo, frigor¨ªficos, lavadoras, casi todo lo que el coraz¨®n reto?ante del consumidor puede desear. La era del autom¨®vil apenas ha comenzado., pero Pek¨ªn tiene ya seis millones de bicicletas. Las ciudades y los pueblos est¨¢n inmaculadamente limpios, a pesar del firme ritmo de construcciones.
Desaf¨ªos
Las estad¨ªsticas oficiales dicen que desde 1979 los 800 millones de chinos de las zonas rurales se han gastado el equivalente a 10.000 rn¨ªllones de d¨®lares de su propio dinero en vivienda, mientras que el Gobierno proporcion¨® 640.000 kil¨®metros de carreteras rurales. En las ciudades se est¨¢ llevando a buen ritmo la construcci¨®n de viviendas, pero todav¨ªa hay cierta escasez.
Debido al ¨¦nfasis en los lazos econ¨®micos mundiales y en el turismo, se est¨¢n levantando 50 nuevos hoteles en Pek¨ªn, adem¨¢s de los edificios de oficinas para empresas extranjeras. (Shangai negocia con 18.000, compa?¨ªas de 160 pa¨ªses.) El tr¨¢fico a¨¦reo a lo largo y ancho de la inmensidad de China, en los Boeing 737 o 747, est¨¢ aumentando (incluyendo la primera clase), mientras que los obsoletos aviones sovi¨¦ticos se est¨¢n retirando de servicio.
Pero un desaf¨ªo tan grande como el de la modernizaci¨®n es el del control de la poblaci¨®n. Mediante una pol¨ªtic¨¢ dura que limita las familias a un hijo por pareja (al menos en las ciudades), China espera limitar el crecimiento anaal de la poblaci¨®n a 10 millones, de manera que el total no superar¨¢ los 1.200 millones en el a?o 2000. Sin tales programas, a pesar de lo pol¨¦micos que resultan 3, que dependen en alto grado del aborto, la poblaci¨®n alcanzar¨ªa en los pr¨®ximos 14 a?os los 1.700 millones, una masa a la que resulta imposible alimentar, ni dar vivienda o trabajo.
Cuando se trata de miles de millones, ning¨²n problema es simple. Muy probablemente, los problemas aumentar¨¢n a medida que China vaya adoptando nueva tecnologia, pues una gran parte de esta inmensa tierra est¨¢ a¨²n anclada en el pasado, desde el Tibet a Mongolia interior y el desierto de Gobi. Sin embargo, se marcha uno de China con una gran sensaci¨®n de excitaci¨®n y de descubrimiento, habiendo contemplado la que probablemente sea la ¨²ltima verdadera revoluci¨®n del siglo.
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