Victoria del Atl¨¦tico gracias a su ilusi¨®n, entrega y mejor planteamiento t¨¢ctico
El Atl¨¦tico de Madrid super¨® con dignidad el primer lance frente a un equipo desconocido, pero temible por los contundentes y espectaculares resultados conseguidos en las ¨²ltimas semanas (7-3, al Dinamo de Dresde, y 4-1 en Hamburgo). El Bayer 05 pareci¨® dar por bueno cualquier resultado a la espera del encuentro de vuelta, pero la realidad es que en la segunda parte el conjunto alem¨¢n occidental qued¨® maniatado ante la ilusi¨®n y entrega de los jugadores madrile?os, que no pudieron alcanzar un mejor marcador por las soberbias intervenciones del portero contrario.La estrategia que despleg¨® de salida el Bayer fue toda una amenaza para el Atl¨¦tico. Cuatro jugadores atr¨¢s, uno de ellos, Edvaldsson, sin misi¨®n concreta por no tener marcador, y cinco en el centro del campo como fuerza de choque para impedir, por una parte, que el Atl¨¦tico enlazara sus jugadas y, por otra, enviar desde ah¨ª sus f¨¢ciles y temidos contraataques.
En las primeras acciones de tanteo ya se advirti¨® la peligrosidad que llevaba el Bayer en cada jugada. Cuando uno de sus hombres ten¨ªa el bal¨®n, los dem¨¢s se desplegaban a la carrera, unos por las bandas, otros por el centro, a la espera ole ese pase largo al hueco. No hab¨ªa un director de juego definido. Cualquiera era capaz de jugar en largo. Por fortuna para el Atl¨¦tico, el Bayer s¨®lo dej¨® ver el boceto de su juego en los primeros lances, los suficientes para que Luis Aragon¨¦s, el entrenador rojiblanco, confirmara lo que esperaba del rival.
La, r¨¦plica t¨¢ctica del Atl¨¦tico consisti¨® en adelantas su defensa para bloquear el contragolpe germano, dejando siempre en fuera de juego a alguno de los rivales que se escapaban por las bandas. Era un riesgo calculado que dio su resultado porque, de esta manera, el Bayer pudo llegar en pocas ocasiones con el bal¨®n controlado hasta el ¨¢rea contraria.
Cuando lo lograba, las individualidades del Bayer quedaban en evidencia en el juego uno contra uno porque todo lo que ganaban en fuerza lo perd¨ªan por la carencia de t¨¦cnica. En tina ocasi¨®n, cinco jugadores alemanes atacaron frente a tres defensas; Feilzer rehus¨¦ la jugada colectiva y perdi¨® el bal¨®n ante Arteche.
Conseguido eficazmente el modo de frenar los supuestamente terribles contragolpes, le quedaba al Atl¨¦tico todav¨ªa otra tarea dif¨ªcil, la de la propia creaci¨®n de su juego. Marina y Land¨¢buru intentaron el env¨ªo largo del bal¨®n a los espacios libres para evitar la presi¨®n rival en el juego en corto, pero ni Cabrera ni Da Silva se mostraban acertados. Se creaban ocasiones espor¨¢dicas, que, al no tener continuidad, permit¨ªan al Bayer jugar atr¨¢s con comodidad. Hac¨ªa falta agobiar a la defensa para que incurriera en precipitaciones y errores.
Un remate de Arteche y el posterior parad¨®n del portero fue el reactivo que necesitaba el Atl¨¦tico para empezar a desconcertar al Bayer. Era el minuto 65 y fue entonces cuando los jugadores madrile?os tuvieron fe en que pod¨ªan ganar el partido. Pusieron cerco al ¨¢rea contraria y los defensas tuvieron que olvidarse ya de sacar el bal¨®n jugado para despejar las situaciones de cualquier manera. De este modo, el Atl¨¦tico pas¨® a dominar el juego de manera continuada y la l¨ªnea alemana de cinco hombres en el centro del campo qued¨® desarbolada. A su incapacidad de poder crear juego se uni¨® la imposibilidad de frenar las avalanchas atl¨¦ticas, por lo que no encontr¨® mejor soluci¨®n que la de retrasarse para atrincherar su ¨¢rea, lo que, en definitiva, ayud¨® a que el Atl¨¦tico consiguiera el objetivo de tener a su merced al tan temido equipo alem¨¢n, que ayer no se mostr¨® como tal.
El Bayer estaba ya en las cuerdas. Hab¨ªa renunciado al ataque porque ya no le era posible combinar acciones ofensivas y las gradas del campo se hab¨ªan calentado ofreciendo ese apoyo que ped¨ªa el club. Lleg¨® el gol. El Bayer consider¨® que esa derrota m¨ªnima era el mal menor y la acept¨®, cambi¨® a su delantero por un defensa y sus jugadores se dedicaron ya a perder el tiempo. Para ellos era un calvario no sospechado ese final de encuentro, confiados en su te¨®rica superiodad f¨ªsica.
El Atl¨¦tico busc¨® una victoria a¨²n m¨¢s holgada. Pero su juego era limitado y s¨®lo opon¨ªa af¨¢n y entrega sin reservas, virtudes que le valieron no dar por perdida la semifinal y, por fin, el reconocimiento de? p¨²blico, que oblig¨® a los rojiblancos a saludar cuando acab¨® el partido.
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