El as de la torer¨ªa
"Manuel Ben¨ªte-be-bez, El Cordob¨¦s, t¨² eres el as de la torer¨ªa". Yo andaba a¨²n en la ni?ez cuando Ben¨ªtez subi¨® a los altares de la fama, cuando el fen¨®meno del cord¨®besismo estall¨® en los a?os sesenta. De aquellos tiempos prodigiosos recuerdo las pol¨¦micas, el modo en que el personal se despellejaba la laringe discutiendo a voz en grito los pros y los contras del salto de la rana. Y recuerdo a mis compa?eras de instituto, que jam¨¢s hab¨ªan manifestado ning¨²n inter¨¦s por lo taurino, acarreando fotos de El Cordob¨¦s en sus carpetas escolares y suspirando por su flequillo de oro. Cund¨ªa el frenes¨ª por todas partes."Coraz¨®n de oro y artista genial", El Cordob¨¦s dominaba a los toros y era todo bondad. O eso dec¨ªa la canci¨®n. En realidad su mito se form¨® m¨¢s all¨¢ de los ruedos: de Ben¨ªtez gustaba su pasado paup¨¦rrimo, su lucha corajuda por el ¨¦xito, su triunfo final. Eran los a?os de la expansi¨®n econ¨®mica y El Cordob¨¦s reproduc¨ªa, en versi¨®n de gloria y alamares, la epopeya del pobre espa?olito que a fuerza de tes¨®n y de entusiasmo termina compr¨¢ndose un seiscientos. Era, adem¨¢s, Manuel Ben¨ªtez un rebelde, porque su modo de torear destrozaba los c¨¢nones taurinos; pero su rebeld¨ªa era populista -y bonachona, una oposici¨®n racial de capotazos, sin palabras y sin ideas, que le ven¨ªa pintiparada a la Espa?a de Franco. El Cordob¨¦s fue una especie de h¨¦roe del Plan de Desarrollo.
As¨ª, siendo pobre pero honrado, Manuel Ben¨ªtez conquist¨® la fama y el dinero. En su ¨¦xito libsoluto, paradigma de los sue?os de su ¨¦poca, no falt¨® ni siquiera la francesa felina y curvil¨ªnea, la guapa Martina, catalogada entonces de pantera. Pero despu¨¦s Manuel Ben¨ªtez se casar¨ªa con ella y formar¨ªa una familia cristiana y como Dios manda: El Cordob¨¦s, que hab¨ªa sido un pobre d¨®cil, fue tambien un p¨ªcaro decente.
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