Un fuego que no prende
Divinas palabras
Divinas palabras es una obra muy dificil, y esta versi¨®n de Tamayo no resuelve todas sus dificultades. Siempre fue un problema. Escrita en 1920 y publicada, no fue representada hasta 1933, para sellar una reconciliaci¨®n entre Margarita Xirgu y Valle; con decorados de Castelao y Bartolozzi, direcci¨®n de Rivas Cheriff y un reparto excepcional -con Enrique Borr¨¢s-, deslumbr¨® a los intelectuales y desconcert¨® al p¨²blico. Tamayo la recuper¨® en 1961 para inaugurar su teatro Bellas Artes, y fue un triunfo. M¨¢s tarde, el excelente conjunto de Nuria Espert y V¨ªctor Garc¨ªa trat¨® de incorporarla a nuestro tiempo y, a pesar de la calidad pl¨¢stica sobrea?adida, se les fue de las manos el texto.Se pueden esbozar algunas de las dificultades de la obra: desde luego, su lenguaje riqu¨ªsimo, que tiene algo m¨¢s que un sentido: una sonoridad, una riqueza inmaterial Es una obra pict¨®rica, como todo Valle; una pintura verbal, un fresco que se cuenta con una excelsitud de palabra que necesita que lo que se vea corresponda a ello o, por lo menos, no lo reduzca. Pero bajo estas dificultades formales hay otras que son como grandes trampas: una de ellas es su estructura libre, su continua apertura de situaciones, que se escapan de cualquier marco -y el teatro, tal como se hace, es un marco-. La otra, gemela, es la de su intenci¨®n; cada director -como cada cr¨ªtico, cada ensayista que la trata- la lleva a su propio campo. Y cada ¨¦poca en que se representa no puede escapar a esa plasticidad del teatro que se adhiere inevitablemente al momento en que una obra se ve, se escucha y se aplica.
De Valle-Incl¨¢n
Int¨¦rpretes: Manuel Gallardo, Maruja Carrasco, Juanjo Men¨¦ndez, Nati Mistral, Isa Escart¨ªn, C¨¦sar Di¨¦guez, Mar¨ªa Guerrero, Lola Manzano, Pepe ?lvarez, Amador Casta?o, Mar¨ªa ?lvarez, Merche Duval, Maruja Recio, Elisenda Ribas, Joaqu¨ªn Molina, Anastasio Campoy. Escenografia y figurines: Emilio Burgos. Ilustraciones musicales: Ant¨®n Garc¨ªa Abril. Direcci¨®n: Jos¨¦ Tamayo. Reposici¨®n: Teatro Bellas Artes. Madrid, 3 de abril.
El ¨¦xito que tuvo en 1961 hay que atribuirlo, adem¨¢s de a Tamayo y a sus actores, a la recuperaci¨®n de Valle, al grito de libertad teatral que escapa por todos los poros del texto, a un sentido de modernidad que ten¨ªa con respecto al contexto teatral espa?ol. Esos valores a?adidos hoy no existen. Hoy estamos en una forma totalmente est¨¦ril y destructiva de pugna entre tradici¨®n y modernidad -una pugna de sociedad, de constituci¨®n de generaciones-, y dentro de ella esta forma esc¨¦nica de Divinas palabras parece que trata de recoger la tradici¨®n y, en realidad, se queda en vejez.
El fondo pl¨¢stico -inteligentemente retra¨ªdo, para dar m¨¢s espacio a la acci¨®n- trata de alcanzar lo moderno con algunos materiales, transparencias, proyecciones y colores: no pasa del mal gusto. Los movimientos corales, base decisiva de la obra, quedan rutinarios y azarzuelados, a lo que contribuye Nati Mistral, que siempre parece que va a cantar una romanza (y a veces lo hace) y que abusa de sus modulaciones de voz y de movimientos sin definir entre lo vulgar del rudo personaje y la elegancia a la que aspira.
Obra pasional, violenta y fuerte, queda en esta representaci¨®n helada, como distante. El bello di¨¢logo est¨¢ redicho, remachado a la vieja escuela, pero sin respeto a la sonoridad, a la frase, al sentido. Dentro de la l¨ªnea de la tradici¨®n se adelanta Mar¨ªa Guerrero con m¨¢s intuici¨®n para sus palabras; y el ejemplo de quien se pasa en la sobreactuaci¨®n es el de Elisenda Ribas. Manuel Gallardo pone virilidad, que es necesaria para el personaje. El ¨²nico intento de encontrar perfiles posibles en su personaje es el de Juanjo Men¨¦ndez, que encuentra mejor el tono tragic¨®mico pero no contiene la inclinaci¨®n a lo c¨®mico.
Se va de manos tan expertas y tan h¨¢biles como las de Tamayo la obra: Divinas palabras, tan proclive a la dispersi¨®n, efectivamente se dispersa, gana su propia libertad y su fuerza propia y huye del escenario. A pesar de todo, la fuerza de Valle-Incl¨¢n es tan grande que su incre¨ªble lenguaje consigue pasar muchas veces la barrera del hielo.
La reposici¨®n pas¨® dif¨ªcilmente ante un p¨²blico que, aun formado por muchos supervivientes del triunfo de 1961, no dio se?ales de recibir nada. No entraba en ¨¦l la obra, aunque al final aplaudiera, especialmente a Juanjo Men¨¦ndez y Nati Mistral, y al veterano y tan querido Tamayo, quien ley¨® parte del mensaje del D¨ªa Mundial del Teatro y a?adi¨® su propio homenaje a la gran profesi¨®n.
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