Sade es as¨ª
Los espectadores llenaron el recinto deportivo nada apto para un concierto musical.No ten¨ªan otra alternativa si no quer¨ªan perderse un aconticimiento ¨²nico cuya protagonista goza de un ¨¦xito de difusi¨®n algo exagerado.
Quiz¨¢ se deba a una publicidad contagiada, al comportamiento reflejo de los medios de comunicaci¨®n, que suelen rebotarse unos a otros noticias, que como consecuencia terminan por engordar.
No se sabe si es una artista famosa porque es muy comentada, o es muy comentada porque es muy famosa. Pero el p¨²blico respondi¨®.
Sade Adu sali¨® con media hora de retraso y cant¨® sus canciones populares, tal y como lo hace en el disco. Las variaciones de los distintos temas son obra exclusiva de los m¨²sicos, que se lucieron en fragmentos finales de temas como Smooth operator o Hang on to your love.
Concierto de Sade
Stuart Matthewnian, saxo y guitarra; Paul S. Denman, bajo; Andrew P. Halle, teclados; Colin A. Jacas, tromb¨®n; Martin R. Ditchman, bater¨ªa; Gordon L. Mathewman, trompeta; Gordon Hunte, guitarra; Joao Bosco D'Oliveira, percusi¨®n; Leroy Osbourne, coros; y Sade Adu, voz principal. Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid, 9 de Abril de 1985.
Puede ser un error apreciar tal evento solamente como la prueba art¨ªstica de una int¨¦rprete ante su p¨²blico.
Sade es un grupo y su cantante -esa imagen femenina, elegante y ex¨®tica a la vez, que tanto ha cautivado a la gente- no es precisamente la figura musical m¨¢s brillante, virtuosa, imaginativa de la formaci¨®n.
Pero ella, la chica, es absolutamente imprescindible. Al tiempo que canta, su capacidad expresiva es parca, y el calor comunicativo que despide se reduce a la mera repetici¨®n de movimientos, o a la actitud quieta ante el micr¨®fono. Ambas son, ciertamente, maneras peculiares y originales de estar sobre el escenario.
Por ejemplo, el guitarrista punteaba a ritmo de blues y ella se agach¨® para besar los pies del m¨²sico. Y luego, sus presentaciones en castellano ensayado -"buenas noches, Madrid"- este tema es Mi amor es rey"- demostraron su predisposici¨®n sincera para llegar al espectador. Y en esa pieza titulada Your love is king, la chica se despoj¨® de su chaqueta y los asistentes la aclamaron.
Ella es as¨ª. Es su modo de hacerlo, y ha cuajado y ha excitado, ha interesado y ha convocado a muchos. Habr¨¢ miles de vocalistas, pr¨®ximas a su estilo, que interpreten con mejor gusto y mayor conocimiento musical, con m¨¢s ganas y con superior don natural en las cuerdas vocales, pero no son como ella.
Sade tiene poca voz, pero sabe modular, y siente, siente de verdad. Es una m¨¢s dentro de una orquesta que ofrece jazz mel¨®dico y muy asequible, con un repertorio muy igual, en el que la mayor parte de las piezas no pasan del tiempo medio.
La organizaci¨®n se cuid¨® de justificar la elecci¨®n del lugar. Conoc¨ªa que la actuaci¨®n de Sade requer¨ªa un aforo con butacas, y mont¨® un patio de asientos en la pista. Y cobr¨® a 2.500 pesetas cada localidad de esa zona. Intent¨® tambi¨¦n evitar la mala sonoridad del recinto con cortinas colgantes, que no fueron suficientes.
Quienes se situaron en el anfiteatro y pagaron 2.000 pesetas debieron sufrir la lejan¨ªa del escenario y la dispersi¨®n del sonido. Los organizadores no tienen la culpa de la falta de auditorios, peque?os o grandes. Y tampoco les debi¨® de merecer la pena dar dos o m¨¢s actuaciones de Sade en un teatro.
El concierto dur¨® 109 minutos. Algunos asistentes comentaron la frialdad en el modo de cantar de Sade Adu. La revista norteamericana Time de esta misma semana inclu¨ªa un comentario al respecto, seg¨²n el cual un cubito de hielo en su boca no se derretir¨ªa. Quiz¨¢ esta expresi¨®n ir¨®nica no sea tan justa.
La banda que la acompa?a es sencillamente perfecta, en improvisaci¨®n y en recreaci¨®n de las fases musicales obligadas.
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