Un lugar entre las majas del Museo del Prado

El cuadro La marquesa de Santa Cruz, pintada por Francisco de Goya en 1805, es sin duda alguna, y a pesar de ciertas inexplicables reservas de quienes o no la conocen o no han sabido verla, una obra maestr a absoluta de la producci¨®n de su autor y de la pintura no s¨®lo espa?ola, sino europea de su tiempo.Se ha solido decir de ella que representa una incursi¨®n del pintor en el esp¨ªritu neocl¨¢sico y se ha hablado a su prop¨®sito de David y de su Madame Recamier. No se ha advertido, sin embargo, la profunda relaci¨®n de la pintura a la tradici¨®n espa?ola, velazque?a especialmente, y el mundo holand¨¦s de Rembrandt, que constituyen, seg¨²n las propias palabras del pintor y juntamente con la naturaleza, los maestros reconocidos del arte de Goya.

La obra se inserta, sin dificultad alguna, entre las cimas absolutas de su producci¨®n, en los a?os de m¨¢s rica experiencia. Su lugar en el Museo del Prado est¨¢ junto a las majas (la desnuda, inmediatamente anterior a 1800; la vestida, algo posterior a ese a?o), pr¨®ximas quiz¨¢ en lo superficial de formato y composici¨®n, y al retrato de M¨¢iquez de 1807.

Otras refe rencias estil¨ªsticas proporcionan los retratos ecuestres de Carlos IV y Mar¨ªa Luisa (1800), concebidos como homenaje expl¨ªcito a Vel¨¢zquez, y el retrato de la marquesa de Villafranca, de 1804, el m¨¢s pr¨®ximo, evidentemente, por mostrar un cierto neo.. clasicismo an¨¢logo y una t¨¦cnica y gama de color en todo id¨¦ntica.

Obra madura

La marquesa de Santa Cruz recoge lo m¨¢s maduro de toda la obra de Goya. El sentido espacial, en una penumbra densa que valora la luz, con una direct¨ªsima relaci¨®n con la Venus del espejo velazque?a, por encima de las superficiales diferencias de actitud, y la portentosa manera de resolver las telas del div¨¢n y las cortinas del fondo no tienen equivalentes en toda la producci¨®n anterior del pintor.

El tratamiento de la blanca vestidura, de la diadema de hojas o de los centelleantes chapines evoca la materia densa e incandescente de Rembrandt.

En cuanto a la expresi¨®n enso?adora y ausente, bastar¨ªa para deshacer la absurda acusaci¨®n de frialdad. Pocas obras m¨¢s conten¨ªdas, m¨¢s l¨ªricas y m¨¢s sencilla y noblemente bellas de toda la pintura espa?ola.

La gesti¨®n del Ministerio de Cultura y la colaboraci¨®n de la sociedad espa?ola a trav¨¦s de todos cuantos han intervenido en la operaci¨®n para traer el cuadro a Espa?a permiten la reintegraci¨®n plena a nuestro patrimonio de una obra maestra que la c¨ªnica actitud de sus'propietarios, ignorando la responsabilidad colectiva que les implicaba, pretendi¨® arrebatar a nuestro pa¨ªs.

Alfonso E. P¨¦rez S¨¢nchez es director del Museo del Prado.