La lucha de Reagan por conseguir ayuda militar para los antisandinistas entra en un per¨ªodo de estancamiento
Ronald Reagan ha vuelto a chocar con el Congreso en el frente de Nicaragua, donde esperaba obtener una victoria r¨¢pida al amparo de ¨¦xito de su operaci¨®n militar contra Libia. La contra nicarag¨¹ense, creada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y financiada por Estados Unidos, tendr¨¢ que esperar todav¨ªa para recibir los 100 millones de d¨®lares (m¨¢s de 14.000 millones de pesetas), la mayor¨ªa de ellos en armas, que le ha prometido el presidente despu¨¦s de que la C¨¢mara de Representantes retrasara la decisi¨®n el mi¨¦rcoles.
Hasta ahora, el presidente s¨®lo ha ganado un voto en el Senado sobre este tema, que considera uno de los pilares de su pol¨ªtica exterior, tras sufrir una derrota previa en la C¨¢mara de Representantes. La propuesta del presidente supone una escalada de la intervenci¨®n norteamericana en Nicaragua, con el seguro env¨ªo de asesores militares y la recuperaci¨®n del papel de la CIA en esta guerra sucia.En una sorprendente y arriesgada maniobra parlamentaria, los republicanos, que est¨¢n en minor¨ªa en dicha C¨¢mara, unieron sus fuerzas a los dem¨®cratas para, por 361 votos contra 66, impedir que se votara definitivamente la ayuda a los rebeldes que tratan de derrocar a los sandinistas. Para ello, votaron el aparente contrasentido de que no se diera ninguna ayuda. No se trata, como podr¨ªa parecer, de un mot¨ªn contra el presidente y de acabar con la pol¨¦mica ayuda para siempre. El Partido Republicano, antes de perder la votaci¨®n y tener que aceptar una soluci¨®n de compromiso que disgusta a la Casa Blanca y que la C¨¢mara iba a aprobar, prefiri¨® sabotear la propuesta para ganar tiempo y poder aprobar en el plazo de un mes una soluci¨®n no aguada que satisfaga a Reagan. La maniobra republicana responde tambi¨¦n a la trampa de los dem¨®cratas, que intentaban que la propuesta se incorporara a una ley de gastos suplementarios, que el presidente ha prometido vetar.
Sin embargo, la operaci¨®n es arriesgada y podr¨ªa ocurrir que los republicanos no consigan los suficientes votos para provocar un nuevo debate y que muera la posibilidad de que el Congreso apruebe la ayuda. Para los dem¨®cratas, lo ocurrido es un "suicidio legislativo", mientras que para la Casa Blanca es una "maniobra inteligente", aunque admite que conseguir que su propuesta supere el Parlamento va a ser ahora "un proceso enormemente dif¨ªcil". Reagan calific¨® el voto, antes de producirse, de "hist¨®rico", y vincul¨® directamente al terrorismo de Libia con Nicaragua, se?alando que Muammar el Gaddafi es una de las principales fuentes de financiaci¨®n del r¨¦gimen izquierdista de Daniel Ortega. En Nicaragua, los sandinistas han respondido montando manifestaciones pro Gaddafi y movilizando a la poblaci¨®n para denunciar el peligro de una invasi¨®n norteamericana como algo m¨¢s probable tras el ataque a¨¦reo contra Libia.
En esencia, los dem¨®cratas quieren forzar al presidente a entregar de momento s¨®lo 25 millones de d¨®lares para ayuda humanitaria a la contra mientras se da tiempo a una soluci¨®n negociada, v¨ªa Contadora, al conflicto. Si pasados tres meses no se ve una salida, el Congreso volver¨ªa a votar de nuevo Reagan y su Partido Republicano, frustrados por el retraso, amenazan con que est¨¢ a punto de consolidarse una nueva cabeza de playa comunista en la regi¨®n y quieren un voto definitivo. La Adm¨ªnistraci¨®n pretende entregar inmediatamente 25 millones de d¨®lares a lo que llama "luchadores de la libertad", incluidas armas antia¨¦reas, y esperar hasta junio para dar los 75 millones restantes, pero sin un nuevo debate.
Pero lo ocurrido demuestra la confusi¨®n y la completa divisi¨®n que la crisis de Nicaragua provoca en la sociedad norteamericana, donde s¨®lo un 38% de la poblaci¨®n, seg¨²n un sondeo publicado esta semana por The New York Times, sabe que Washington est¨¢ apoyando a las guerrillas rebeldes y no al Gobierno leg¨ªtimo. Un poder que ¨²nicamente el 20% describe como comur¨²sta, el 19% afirma que es una dictadura de derechas, y un 49% confiesa que no sabe lo que es pol¨ªticamente. S¨®lo un 25%, frente a un 62%, se muestra partidario de que se ayude a: la contra con el dinero del contribuyente, aunque la mayor¨ªa (un 54%) admite que Nicaragua es una amenaza para la seguridad de Centroam¨¦rica.
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