La alegr¨ªa del f¨²tbol
VEINTICINCO A?OS han sido necesarios para que los clubes espa?oles de f¨²tbol hayan recuperado la primac¨ªa europea. Situar a tres equipos de f¨²tbol -Barcelona, Atl¨¦tico de Madrid y Real Madrid- en las tres finales continentales hace, efectivamente, que la jornada del mi¨¦rcoles tenga el car¨¢cter de acontecimiento. Por a?adidura, los resultados de la selecci¨®n nacional en toda su fase de clasificaci¨®n y preparaci¨®n para el Mundial de M¨¦xico apuntan un cambio de tendencia en lo que ha sido, durante a?os, una larga sucesi¨®n de fracasos.Frente a ello y la euforia que cundi¨® el mi¨¦rcoles entre la afici¨®n, capaz de expresar de estadio a estadio su celebraci¨®n por los goles del otro equipo espa?ol que se encontraba en liza, no se pueden obviar una vez m¨¢s los peligros que se ciernen sobre los campos de f¨²tbol. En la jornada del mi¨¦rcoles no existi¨® la violencia entre los hinchas, pero los responsables de un estadio como el Bemab¨¦u soslayaron elementales medidas de precauci¨®n. Espectadores que pagaron su localidad pero no consiguieron acceder a ella a causa de los tapones que se produc¨ªan en los pasillos, decenas de gentes que se encaramaron hasta las torres de los focos, arriesg¨¢ndose a una descarga el¨¦ctrica, movimientos de masas que aumentaban su agresividad contra los vecinos. El panorama, de otra parte, parec¨ªa muy previsible.
Veinticuatro horas antes la direcci¨®n consigui¨® parar una huelga de acomodadores que ped¨ªan medidas para impedir que se produjera esta saturaci¨®n. Y hubo promesas que, sin embargo, despu¨¦s no fueron cumplidas. Como ha sido patente en otros casos y recientemente en San Mam¨¦s, los partidos de f¨²tbol, a los que acuden grupos de hinchas violentos, son cada vez m¨¢s propicios a la algarada. Los resultados de los marcadores en la jornada del mi¨¦rcoles y el ¨¢nimo festivo que les sucedi¨®, libraron de muchos males. Pero qu¨¦ habr¨ªa sucedido si por razones de un arbitraje considerado injusto, o por el mismo encono inducido de un marcador adverso, se hubieran desatado los ¨¢nimos. En esas condiciones de aglomeraci¨®n, cualquier acci¨®n de las fuerzas de orden p¨²blico se habr¨ªa hecho dif¨ªcil y con consecuencias graves. Claro estaba, para cualquier espectador, que los tristemente famosos grupos que se sit¨²an tras las porter¨ªas, portadores de bengalas y objetos que el reglamento de la UEFA proh¨ªbe expresamente, habr¨ªan desencadenado una acci¨®n violenta si el resultado hubiera sido otro. Pero, de cualquier manera, ni las actitudes obstruccionistas del presidente del Barcelona que impidieron la retransmisi¨®n en directo de los partidos por televisi¨®n pueden empa?ar este triunfo del f¨²tbol espa?ol. El mi¨¦rcoles fue una fiesta deportiva para la verdadera afici¨®n.
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