Un sue?o casi cumplido
EL GOBIERNO ha decidido la celebraci¨®n de las elecciones legislativas para el pr¨®ximo 22 de junio. Se despeja as¨ª la inc¨®gnita que se hab¨ªa mantenido durante semanas y en la que se jugaba con el dilema de cumplir hasta su mismo t¨¦rmino la legislatura -sue?o dorado, y ya no cumplido, aunque por pocos meses, del presidente- o de aprovechar, en una operaci¨®n m¨¢s pragm¨¢tica, las circunstancias econ¨®micas, pol¨ªticas y sociales que favorecen actualmente al triunfo del partido socialista.Sea o no cierto que en la decisi¨®n hayan pesado los argumentos del ministro de Hacienda, la coyuntura econ¨®mica, ahora favorable, no parece, sin embargo, muy s¨®lida, y acontecimientos de distinto orden podr¨ªan deteriorarla en los pr¨®ximos meses. Internacionalmente, la baja de los precios del crudo -con su repercusi¨®n en los de, la gasolina, favorable al consumidor-, las nuevas tarifas del gas argelino y la relativa estabilidad del d¨®lar en una cotizaci¨®n moderada contribuyen a conservar la inflaci¨®n en l¨ªmites aceptables y permitir, en consecuencia, una pol¨ªtica econ¨®mica m¨¢s expansiva. Hay m¨¢s dinero en la calle, y m¨¢s optimismo consumista. Por lo dem¨¢s, aunque se niegue hasta ahora la posibilidad de una devaluaci¨®n de la peseta, nadie ignora la importancia de nuestro comercio con Francia y la influencia que la depreciaci¨®n del franco puede tener a medio plazo sobre la competitividad de nuestras exportaciones, que se ver¨¢n negativamente afectadas.
Paralelamente, conflictos sociales de gran repercusi¨®n popular, como los producidos en Renfe, Iberia o en el abastecimiento de gasolina pueden recrudecerse en oto?o, en perjuicio del Gobierno. Finalmente, para la elaboraci¨®n de los presupuestos estatales correspondientes a 1987 resulta m¨¢s funcional haber saldado el proceso electoral y contar ya con el Gobierno que efectivamente administrar¨¢ los fondos. Otras razones de econom¨ªa menor han ayudado a Felipe Gonz¨¢lez a tomar su decisi¨®n: hacer coincidir las legislativas con las elecciones auton¨®micas de la comunidad andaluza supone por s¨ª solo un ahorro de entre 300 y 500 millones de pesetas a cada partido.
Pero desde luego es la pol¨ªtica, y no la econom¨ªa, lo que fundamentalmente subyace detr¨¢s de todo esto. En pocas ocasiones como la actual ha podido encontrar el partido gobernante rivales de tan flaca envergadura y mermadas fuerzas como ahora se le enfrentan. La izquierda comunista se halla en una situaci¨®n de divisi¨®n y debilidad dif¨ªciles de superar en el breve plazo que le marca el Gobierno. La unificaci¨®n de los comunistas y la creaci¨®n de plataformas progresistas al amparo de la vitalizaci¨®n que hab¨ªan logrado en la campa?a del refer¨¦ndum de la OTAN se ver¨¢n obstaculizadas por el apremio de las fechas y su casi obligada improvisaci¨®n. Respecto a las fuerzas pol¨ªticas de centro puede hacerse un diagn¨®stico desolador. Su¨¢rez permanece ausente, encapsulado en su silencio y paralizado por la incapacidad econ¨®mica de un partido cada vez m¨¢s fantasmal. La operaci¨®n Roca apenas ha trascendido de sus caracter¨ªsticas de proyecto, y no podr¨¢ utilizar ya las elecciones andaluzas como primarias para evaluar su fuerza. Ni unos ni otros parecen, hoy por hoy, sectores que puedan inquietar al PSOE. Pujol es un hombre acosado hoy por el tema de Banca Catalana, y el PNV, aunque sus expectativas sigan siendo ¨®ptimas en Euskadi, permanece escindido entre los partidarios de la actual direcci¨®n y los del anterior lendakari.
Tampoco de la oposici¨®n principal que deriva de Coalici¨®n Popular pueden temer gran cosa los socialistas. Sus actitudes pol¨ªticas en el ¨²ltimo tramo de la legislatura han sido especialmente torpes, como la que adoptaron en el refer¨¦ndum, y sus divisiones internas se han vuelto a patentizar con ocasi¨®n del conflicto libio-norteamericano. El proyecto de presentar una moci¨®n de censura contra el Gobierno, que auspiciaba Alianza Popular para estas fechas y al que se oponen democristianos y liberales, queda como punto final de esas disensiones, t¨¢citas y expresas. Suponer que la coalici¨®n, pese a los innegables errores de sus adversarios, haya ganado significativamente terreno desde octubre de 1982 es aventurado. Y aun si hay que reconocerle a Fraga su capacidad de corredor de fondo en esta carrera de la pol¨ªtica y sus muchos m¨¦ritos a la hora de incorporar al arco constitucional sectores dudosamente democr¨¢ticos, su propio liderazgo es contradictorio: por un lado, es el m¨¢s fuerte de cuantos se encuentran en la derecha; por otro, el rechazo que suscita en amplios sectores potenciales de esa misma derecha genera un techo en sus oportunidades electorales.
Las ¨²ltimas encuestas gubernamentales dan al PSOE un apoyo equivalente al de las pasadas elecciones, y esto es desde luego, y en definitiva, lo que ha llevado a la convocatoria. S¨®lo m¨¢s erosi¨®n y ataques, y nada sustantivo, iba a obtener Felipe Gonz¨¢lez en los pr¨®ximos meses. La pretensi¨®n de que la medida se toma atendiendo a los intereses generales del pa¨ªs es del todo ingenua. No negamos la utilidad de concentrar el calendario electoral, pero no puede negar el Gobierno que esta concentraci¨®n la hace hoy -a base de llevar el agua a su molino.
Un balance de urgencia
Si de esta legislatura se hiciera un balance, habr¨ªa que destacar la acci¨®n legislativa en asuntos capitales para la modernizaci¨®n y democratizaci¨®n del sistema y, casi de inmediato, subrayar el fracaso del partido socialista para comunicarse con la sociedad. Como mayores y mejores triunfos pueden anotarse la estabilidad democr¨¢tica -ahuyentando los temores de un nuevo golpe militar-, el ingreso en la Comunidad Europea, el -cumplimiento del compromiso sobre el refer¨¦ndum de la OTAN -aunque cambiara el posicionamiento de fondo del Gobierno- y un programa de saneamiento econ¨®mico que ser¨ªa injusto no valorar, pero por el que se ha pagado un precio social muy elevado. En este sentido, el imparable crecimiento del desempleo -600.000 parados m¨¢s frente a la famosa promesa de los 800.000 nuevos puestos de trabajo- y la ausencia de una verdadera reforma de la Administraci¨®n que democratizara el Estado, son los dos principales fracasos de Felipe Gonz¨¢lez. Una pol¨ªtica t¨ªmida en la defensa de las libertades y un abuso de la veneraci¨®n al poder del Estado y sus s¨ªmbolos desdicen tambien del cambio prometido.
Leyes interesantes para la reforma de la justicia, la militar o la educativa, no han servido hasta ahora para que la Administraci¨®n funcione efectivamente mejor en esos terrenos. Otras tareas, como la reforma de la sanidad, son un fracaso casi rotundo. Sus deficiencias se compadecen con el talante que inspir¨® y ampar¨® la despenalizaci¨®n del aborto, ejemplo de medrosidad. Tambi¨¦n la pol¨ªtica auton¨®mica, con los desaforados intentos por hacer progresar la LOAPA -finalmente declarada anticonstitucional-, la pretensi¨®n de obstaculizar las televisiones vasca y catalana y la negligencia en encontrar una soluci¨®n duradera para la financiaci¨®n de las autonom¨ªas son muestras de lo poco que se ha avanzado en algunos terrenos.
Partiendo del patrimonio electoral, del que no se ha cansado de hacer gala el Gobierno al cabo de su primera legislatura, los socialistas han perdido credibilidad en sus impulsos de trasformaci¨®n social y se han consolidado, en cambio, como eficaces gestores del Estado. La pol¨ªtica econ¨®mica de ajuste ha deteriorado el nivel real de los salarios, y -no s¨®lo, pero s¨ª decisivamente- lo que se tiene como un giro milagroso en la coyuntura internacional permite esperar cambios positivos para los trabajadores. La expropiaci¨®n de Rumasa -que desde el principio adquiri¨® tintes un tanto demag¨®gicos- no ha hecho disminuir el aprecio de los sectores bancarios y de los negocios por este Gobierno, mientras que las protestas en la calle de las clases m¨¢s desfavorecidas han sido el contrapunto a una operaci¨®n de reestructuraci¨®n econ¨®mica dolorosa, aunque probablemente necesaria. En general, la direcci¨®n socialista ha repetido intentos de control sobre el sindicato m¨¢s af¨ªn, y no ha dudado en maniobras de prepotencia, de las que no se ha librado la sociedad entera, para reducir la libertad cr¨ªtica dentro de su mismo partido. Los afiliados al PSOE no han aumentado, y en algo debe influir la p¨¦rdida de participaci¨®n y dinamismo que padece.
En otros ¨¢mbitos, el problema de la seguridad ciudadana permanece igual, aunque psicol¨®gicamente los espa?oles nos hayamos acostumbrado a convivir con ¨¦l, pero se han dado pasos considerables en el combate contra el terrorismo, gracias sobre todo a la colaboraci¨®n prestada por Francia y al acuerdo parlamentario en Euskadi entre socialistas y el PNV, que facilit¨® un giro del Gobierno aut¨®nomo de Vitoria. No obstante, la aparici¨®n de los GAL planea como una siniestra sombra sobre el aparato del Estado; de las acciones de esta banda terrorista s¨®lo se ha recolectado m¨¢s sangre. Y tambi¨¦n m¨¢s dudas sobre la legitimidad del poder. Pendiente queda, una explicaci¨®n cabal de esos sospechosos lazos que empa?an la credibilidad moral del Estado.
Hay otras cosas meritorias que pueden ser anotadas: con la convocatoria anunciada para el 22 de junio y la pronta disoluci¨®n de las Cortes se ha cumplido casi todo el tiempo de legislatura -acortada en dos y un a?o respectivamente con los Gobiernos de UCD-, y en ella se ha promulgado gran parte del paquete de normas que formaban el programa electoral. Quedan entre otras sin cumplir la ley que regula las elecciones al Parlamento Europeo, lo que impedir¨¢ que en esta misma consulta se elija a esos representantes para 1987, y la que permita las televisiones privadas -pese a reiteradas y expl¨ªcitas promesas en ese sentido del propio presidente del Gobierno-. Ausencia esta que es imposible no relacionar con el importante instrumento de propaganda que el Ejecutivo, cuando lo quiere, suele encontrar en la televisi¨®n p¨²blica. A este borr¨®n del partido socialista en pol¨ªtica de comunicaciones hay que agregarle una actitud contradictoria en materia de libertad de expresi¨®n: por un lado, el Gobierno liquid¨® la mayor parte de los diarios de propiedad estatal, lo que fue digno de aplauso. Por otro, ha multiplicado los intentos para desalentar la cr¨ªtica desde la radio y la Prensa, y ha prodigado sus ataques contra los medios y sus profesionales.
Ocasi¨®n habr¨¢ de realizar un balance m¨¢s detenido de lo que han sido cuatro a?os importantes en la nueva historia de Espa?a y en cuya peripecia hacia la estabilidad pol¨ªtica ha contribuido decisivamente el marcado deseo del pueblo espa?ol. Algunos de los triunfos de este Gobierno no pertenecen tanto a ¨¦l como a esa voluntad patente de los espa?oles por lograr una estabilidad pol¨ªtica en el seno de la libertad. El PSOE lo inscribir¨¢ en sus libros. Pero de ning¨²n modo la justicia de la historia arrebatar¨¢ la responsabilidad de semejante ¨¦xito a la entereza de este pueblo y a la solidaridad de sus ciudadanos, due?os ellos, hasta ahora por mayor¨ªa, de los votos que llevaron a Felipe Gonz¨¢lez al poder, y no due?os los socialistas -como a veces han querido insinuar- de la voluntad de sus electores.
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