Isabel II y Juan Carlos I expresan sus deseos de resolver amistosamente el problema de Gibraltar
los soberanos de Inglaterra y Espa?a reconocieron ayer la existencia de diferencias entre los dos pa¨ªses -una diplom¨¢tica referencia al problema de Gibraltar- e hicieron un llamamiento para la soluci¨®n de esas discrepancias "con esp¨ªritu de amistad y cooperaci¨®n". la referencia a la colonia se produjo en los discursos pronunciados al final del banquete de gala ofrecido por la reina Isabel II de Inglaterra y el duque de Edimburgo a los Reyes de Espa?a en el castillo de Windsor, al t¨¦rmino de su primer d¨ªa de estancia en el Reino Unido.
Don Juan Carlosy do?a Sof¨ªa, tataranietos, como su anfitriona, de la reina Victoria, iniciaron ayer una visita oficial de tres d¨ªas al Reino Unido, destinada a reforzar los lazos de amistad entre dos monarqu¨ªas milenarias y la cooperaci¨®n entre dos Estados miembros de la misma alianza y socios de la misma comunidad. Esta doble pertenencia de Espa?a a la OTAN y a la CEE fue recordada por Isabel II en su discurso. "Inspirada por vuestra gu¨ªa y ejemplo personal", dijo la reina de Inglaterra, "Espa?a ha retomado su leg¨ªtimo sitio entre las naciones democr¨¢ticas de Europa occidental. El ingreso de Espa?a en la Comunidad Econ¨®mica Europea y el resultado del refer¨¦ndum sobre la OTAN fueron pasos importantes por este camino que los amigos de Espa?a han visto con gran benepl¨¢cito", a?adi¨®. Por su parte, el Rey de Espa?a se refiri¨®, en sus palabras de contestaci¨®n a Isabel II, a "los designios hist¨®ricos" de ambas naciones, "que cristalizan hoy en grandes familias de pueblos por valores propios y aspiraciones de libertad y justicia". Juan Carlos record¨® la tradici¨®n marinera de ambos pa¨ªses, que, "aliados unas veces, enfrentados otras, est¨¢n llamados al entendimiento". Despu¨¦s de recordar los lazos familiares que le unen con la familia real brit¨¢nica a trav¨¦s de su abuela, la reina Victoria Eugenia, don Juan Carlos se refiri¨® a la visita de su abuelo Alfonso XIII en 1905 y expres¨® su esperanza de que "esta reanudaci¨®n directa de los lazos entre los monarcas de los dos pa¨ªses sea el presagio feliz de un progreso en el que, unidos por el ideal de la Europa del futuro, sirvamos de est¨ªmulo para la soluci¨®n de nuestras diferencias". Fue precisamente en este contexto donde se produjo la referencia indirecta al problema de Gibraltar, que nunca fue citado por su nombre. El Rey de Espa?a no rehuy¨® precisamente el bulto y manifest¨® que "algunas de estas diferencias, que est¨¢n en la mente de todos, desgraciadamente persisten todav¨ªa". Juan Carlos expres¨® su esperanza de que los dos Gobiernos, encontrar¨¢n, a trav¨¦s del proceso negociador ya iniciado, las f¨®rmulas apropiadas para alcanzar una soluci¨®n satisfactoria para todos, de modo que dejen de ser", dijo, "punto de conflicto para convertirse en elemento de concordia, entendimiento y cooperaci¨®n entre nuestros dos pa¨ªses, en beneficio directo para las poblaciones afectadas".
Diferencias hispano-brit¨¢nicas Por su parte, la soberana brit¨¢nica admiti¨® que contin¨²an existiendo "diferencias" entre los dos pa¨ªses, "y ser¨ªa sorprendente qu¨¦ no fuera as¨ª", explic¨®. "Estas diferencias son tratadas con esp¨ªritu de amistad y cooperaci¨®n, como corresponde a buenos aliados y asociados, ya que tanto tenemos en com¨²n que la amistad de nuestros dos pa¨ªses se halla asegurada". La reina de Inglaterra hizo un breve bosquejo hist¨®rico de las relaciones entre ambos pa¨ªses y record¨® la ayuda prestada por el duque de Wellington en la guerra de la Independencia, lo que sirvi¨®, seg¨²n Isabel II, para "reforzar el v¨ªnculo de admiraci¨®n entre los dos pueblos". En su intervenci¨®n, el rey Juan Carlos agradeci¨® a la soberana brit¨¢nica el apoyo dado en todo momento por el Reino Unido a la integraci¨®n de Espa?a en Europa.
"Gran Breta?a, por encima de los problemas t¨¦cnicos, ha sido capaz de apoyar la idea de la integraci¨®n de Espa?a y ha sido defensora de este principio en los momentos dif¨ªciles, demostrando que, por encima de los problemas t¨¦cnicos de horizonte limitado, la idea de una Europa m¨¢s amplia y m¨¢s fuerte est¨¢ siempre presente en la mente del Gobierno y de los negociadores brit¨¢nicos". El banquete de gala, celebrado en el magn¨ªfico marco de la capilla de San Jorge, construida en 1475 y donde est¨¢n enterrados varios reyes de Inglaterra, entre ellos Carlos I, fue el colof¨®n de un d¨ªa en el que, desde el primer momento, se pudo comprobar el deseo de la familia real brit¨¢nica de convertir la visita de los Reyes de Espa?a en un ¨¦xito por encima del normal protocolo de una visita de Estado. Ni siquiera un tiempo totalmente invernal, con una lluvia torrencial a ratos, suave en algunos momentos, persistente siempre, pudo restar brillantez a la recepci¨®n oficial de don Juan Carlos y do?a Sof¨ªa ofrecida por la reina Isabell II y su marido, el duque de Edimburgo, que tuvo lugar en el marco incomparable del Home Park, una explanada a orillas del T¨¢mesis, presidida por la imponente mole del castillo de Windsor, residencia de la familia real brit¨¢nica en los meses de primavera y donde se alojan los Reyes de Espa?a durante su estancia en el Reino Unido. De acuerdo con el programa, publicado por el palacio de Buckingham junto con el complicado ceremonial en un libro rojo parecido al de Mao, los Reyes de Espa?a aterrizaron en el aeropuerto de Heathrow, a las 11.35 horas. Los pr¨ªncipes de Gales, Carlos y Diana, esperaban a los Reyes de Espa?a, al pie de la escalerilla del DC-8 de la Fuerza A¨¦rea espa?ola para acompa?arles a Windsor, a ocho kil¨®metros escasos del aeropuerto y a unos 35 de Londres, donde se realiz¨® la recepci¨®n oficial de la reina Isabel II y el duque de Edimburgo. En la explanada formaban, impecables con sus morriones, los integrantes del segundo batall¨®n de la guardia escocesa, con su banda de gaitas y tambores y dos secciones de la caballer¨ªa de la casa real, la household cavalry, con sus coloristas uniformes y sus impresionantes caballos negros azabache. Todos estuvieron formados, aguantando estoicos varios chaparrones, durante media hora, hasta la llegada de los Reyes. Al mediod¨ªa, la caravana en la de don Juan Carlos y do?a Sof¨ªa entr¨® en la explanada. El Rey, que vest¨ªa de almirante, descendi¨® del Rolls en el que viajaba con el pr¨ªncipe de Gales, y se dirigi¨® a la tribuna principal, donde le aguardaba la reina Isabel, a la que bes¨®, primero en la mejilla, y despu¨¦s en la mano, mientras sonaban las 21 salvas de ordenanza. Tras el intercambio de saludos entre el Rey y el duque de Edimburgo, que tambi¨¦n vest¨ªa uniforme de almirante, la Reina Sof¨ªa salud¨® a la pareja real brit¨¢nica. La Reina de Espa?a vest¨ªa un abrigo y traje verdes, y se tocaba con un sombrero negro, mientras que Isabel II luc¨ªa un vestido y abrigo beis con un peque?o sombrero crema. La reina present¨® a los soberanos espa?oles a la primera ministra, Margaret Thatcher que hizo una perfecta genuflexi¨®n a los Reyes de Espa?a-, a los secretarios del Foreign Office, sir Geofrey Howe, y del Interior, Douglas Hurd, y a los altos funcionarios militares del reino y de la corte. Tras pasar revista al batall¨®n de guardias escoceses en compa?¨ªa del duque de Edimburgo, el Rey de Espa?a subi¨® a una carroza en compa?¨ªa de Isabel II, la Reina subi¨® a otra, acompa?ada por el pr¨ªncipe Felipe y se dirigieron al castillo de Windsor, donde se celebraron todos los actos de ayer.
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