El Reino Unido, m¨¢s cerca
LA VISITA de los Reyes de Espa?a al Reino Unido, 81 a?os despu¨¦s de que el abuelo de don Juan Carlos Alfonso XIII visitara la corte brit¨¢nica para conocer a la que habr¨ªa de ser su esposa, la reina Victoria Eugenia, ha procurado un acercamiento entre los dos Estados. La coincidencia de este encuentro el mismo a?o en que nuestro pa¨ªs ha alcanzado la plena integraci¨®n en las instituciones de la Europa democr¨¢tica permite esperar adem¨¢s que, rebasando el protocolo, contribuya a deshacer las divergencias.Tales divergencias, fundamentalmente centradas en el problema de Gibraltar, fueron explotadas en el pasado para atribuir al Reino Unido una imagen de iniquidad, ¨²til en los a?os del franquismo tanto para desviar la atenci¨®n de los graves problemas internos como para enardecer sentimientos patrioteros. Con ello, y una historia de luchas europeas que han creado v¨¢lidos estereotipos para un nacionalismo ultramontano, el pueblo brit¨¢nico no ha recibido entre los espa?oles ni el conocimiento ni la valoraci¨®n objetiva que le corresponde.
La pl¨¦yade de hispanistas ilustres -una representaci¨®n de los cuales ha sido recibida ahora por don Juan Carlos- que ha seguido brotando en el Reino Unido rinde cuenta, sin, embargo, del inter¨¦s que, pese a la campa?as adversas, se manten¨ªa all¨ª respecto a la historia y la cultura espa?olas. Al trabajo de muchos de esos especialistas y a la acogida en sus instituciones de numerosos compatriotas debe nuestra universidad, y nuestra cultura en general, haber podido enlazar, por encima de la guerra civil, el pensamiento ilustrado anterior al conflicto con las nuevas generaciones de estudiosos espa?oles. La evocaci¨®n de nombres como los de Hugh Thomas o Gerald Brenan bastan para demostrar hasta qu¨¦ punto su influencia, lejos de limitarse a los c¨ªrculos acad¨¦micos, se extendi¨® a amplios sectores de la poblaci¨®n civil.
El Reino Unido ocupa actualmente el tercer lugar entre los pa¨ªses europeos, y el cuarto en el mundo, en cuanto a volumen de intercambio comercial con Espa?a. El saldo entre importaciones y exportaciones es desde hace a?os favorable a Espa?a (60.000 millones de pesetas en 1984 y 22.000 millones en 1985). Junto a ello y la efectiva dependencia rec¨ªproca que conlleva, la comprobaci¨®n de que los dos pa¨ªses se encuentran hoy comprometidos en el com¨²n proyecto de construcci¨®n de Europa permite confiar en que la situaci¨®n del contencioso sobre Gibraltar no se aplace mucho m¨¢s tiempo.
Partiendo de la leg¨ªtima aspiraci¨®n espa?ola de recuperar su integridad territorial, por una parte, y del respeto a los derechos de los actuales habitantes de la Roca, por otra, la soluci¨®n, dentro de un clima amistoso, no deber¨ªa ser dif¨ªcil. La pol¨ªtica tendente a favorecer un proceso de creciente intercomunicaci¨®n entre las poblaciones del Pe?¨®n y su ¨¢rea geogr¨¢fica m¨¢s pr¨®xima, relanzada a ra¨ªz de la reapertura de la verja, resultar¨¢ a la larga m¨¢s ¨²til que los arrebatados desplantes de anta?o. El hecho, a?adido y capital, de que ambos pa¨ªses pertenezcan a la misma alianza militar refuerza, por a?adidura, las posibilidades de que el acuerdo se logre sin dilaciones.
La localizaci¨®n de fuerzas militares espa?olas en el Estrecho podr¨ªa servir en el futuro, y trat¨¢ndose de aliados, como sustituci¨®n del papel que el Reino Unido juega actualmente desde el Pe?¨®n. Sin embargo, esto no ser¨¢ cosa de pocos a?os. El estatuto actual con la no integraci¨®n militar de Espa?a en la OTAN impide la cooperaci¨®n militar en la zona. En este sentido, los t¨¦rminos de la Alianza son rotundos y solventan todo conflicto de competencias: al Reino Unido le corresponde en exclusiva, a trav¨¦s del mando Gibmed, la responsabilidad militar en el Estrecho. Esto, que puede disgustar a algunos espa?oles, se inscribe en la l¨®gica general de la defensa occidental y en la que Espa?a, como aliado, forma parte.
Existiendo reticencias espa?olas que deber¨ªan ir decayendo, no es menos importante la necesidad de disolver las resistencias psicol¨®gicas a la cesi¨®n de la soberan¨ªa sobre el Pe?¨®n que una parte de la poblaci¨®n brit¨¢nica conserva. El prestigio internacional de don Juan Carlos, asentado en el papel de la Corona como factor de democratizaci¨®n e impulsor de un proyecto moderno de solidaridad europea, es central en la creciente disminuci¨®n de esas resistencias. De ah¨ª la oportunidad de este viaje, que ha tendido lazos de comunicaci¨®n y amistad entre naciones que no pueden malograr, con contenciosos ya anacr¨®nicos, los beneficios de su cooperaci¨®n y entendimiento.
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