Opini¨®n p¨²blica

Me ha entristecido comprobar que las manifestaciones, un tanto cr¨ªticas, sobre la situaci¨®n actual de los medios de comunicaci¨®n realizadas por el se?or Varela no hayan sido respondidas en su editorial del pasado d¨ªa 16 de abril -que tuve la paciencia de leer- con una reflexi¨®n serena y autocr¨ªtica, sino con una sarta de exabruptos y descalificaciones personales que vienen a demostrar a este lector en qu¨¦ consiste la tolerancia que tan a menudo les gusta predicar. No me entristece tanto el desprecio y la violencia impl¨ªcita que se respira en el editorial como la sensaci¨®n de malestar e irritaci¨®n que produce su lectura en toda persona medianamente sensible.Me permito hacer dos reflexiones sobre el tema de la relaci¨®n entre los medios de comunicaci¨®n y el ciudadano normal:

1. La ¨²nica manera de acceso del ciudadano a un peri¨®dico en este pa¨ªs es que la carta que con esmero ha escrito al director le caiga simp¨¢tica al redactor de turno o le resulte propicia. Adem¨¢s, esta carta podr¨¢ ser resumida o extractada cuando se considere oportuno. ?No es esto censura?

2. Con relativa frecuencia, los editorialistas se autoengen en defensores del ciudadano y se permiten hablar en su nombre. Esto me parece intolerable por varias razones:

a) Se falta al debido respeto personal al hablar en nombre de personas a las que no se tiene el gusto de conocer.

b) Se manipula demag¨®gicamente a los ciudadanos en beneficio del editorialista.

c) Produce irritaci¨®n en el lector ver que el editorialista le atribuye ideas y sentimientos con los que no s¨®lo nosimpatiza, sino que ni siquiera tiene.

Le ruego, por tanto, una mayor delicadeza con la opini¨®n p¨²blica. Por cierto, ?no se han dado cuenta de que la opini¨®n p¨²blica son ustedes y que los ciudadanos somos, en realidad, opini¨®n privada?-