El dilema de Mubarak
Egipto se debate entre la solidaridad ¨¢rabe y su dependencia econ¨®mica de Estados Unidos
La reacci¨®n egipcia al ataque militar norteamericano contra Libia ha sido, como en la mayor¨ªa de los pa¨ªses ¨¢rabes, prudente y moderada. Poco despu¨¦s de conocerse la noticia, hace apenas dos semanas, se reun¨ªa en El Cairo un Gabinete de crisis, presidido por Hosni Mubarak, que casi inmediatamente anunciaba su indignaci¨®n y desacuerdo con los hechos. No se produjo, sin embargo, una acusaci¨®n directa contra Washington. No en vano Egipto es el segundo pa¨ªs del mundo m¨¢s ayudado econ¨®mica y militarmente por Estados Unidos, y adem¨¢s Libia nunca ha sido un vecino c¨®modo.
La postura del Gobierno de El Cairo pretende dejar claro su deseo de no desentenderse de los asuntos de la naci¨®n ¨¢rabe, de la que es miembro destacado. Las disputas internas quedan relegadas a un segundo plano cuando, como en este caso, se produce una agresi¨®n exterior. Y ello, a pesar de que el agresor proporciona anualmente a Egipto una ayuda de 2.500 millones de d¨®lares (unos 350.000 millones de pesetas, la segunda en importancia, despu¨¦s de Israel) y otros 250 millones en forma de bienes y alimentos casi gratuitos.Como en el caso de otros pa¨ªses ¨¢rabes, el Gobierno y los comentaristas pol¨ªticos egipcios han dedicado sus ataques verbales a criticar la agresi¨®n de la primera potencia mundial contra una naci¨®n hermana y el uso de la fuerza como medio para resolver conflictos. Pero no han pasado de ah¨ª. No se han o¨ªdo voces en defensa del l¨ªder libio, Muammar el Gaddafi. Antes al contrario, se ha dejado bien claro que se apoya al pueblo libio, no a su Gobierno.
As¨ª lo declar¨®, el s¨¢bado siguiente a la intervenci¨®n norteamericana, el ministro de Estado egipcio para Asuntos Exteriores, Butros Ghali, ante la Asamblea del Pueblo. "Apoyamos al pueblo libio, pero no a Gaddafi", dijo Ghali, quien aprovech¨® la ocasi¨®n para marcar sus diferencias con la Yamahiria.
No se trata s¨®lo, pues, de la dependencia econ¨®mica y militar que Egipto -como Jordania- tiene de Washington. En realidad, Libia es un vecino molesto. En la larga lista. de agravios de este pa¨ªs contra Egipto cabe destacar los m¨¢s recientes del secuestro de un avi¨®n de Egyptair, el pasado diciembre -que estuvo a punto de provocar una intervenci¨®n militar egipcia en Libia-, o la expulsi¨®n, hace unos meses, de varias decenas de miles de em¨ªgrantes egipcios en ese pa¨ªs.
El peligro radica, seg¨²n algunos analistas, en la posibilidad de que hechos como el ataque estadounidense del pasado d¨ªa 15 reaviven el nacionalismo de los sectores m¨¢s integristas. Una radicalizaci¨®n de estas tendencias podr¨ªa poner en peligro reg¨ªmenes moderados como el de Egipto. En este sentido, es significativa la filtraci¨®n por el Gobierno de El Cairo de una informaci¨®n seg¨²n la cual ¨¦ste rechaz¨® diversas propuestas norteamericanas para unirse a un ataque contra Libia. El hecho de que la noticia que no ha sido ni confirmada ni desmentida oficialmente, apareciera publicada en el diario cairota Al Ajbar, considerado como portavoz oficioso del Gobierno, le ha granjeado credibilidad en medios diplom¨¢ticos.
La adopci¨®n de represalias efectivas por parte del mundo ¨¢rabe es, pese a todo, improbable. Para los pa¨ªses productores de petr¨®leo -en el caso de Egipto, ¨¦sta es la principal fuente de ingresos- es muy dif¨ªcil tomar medidas econ¨®micas contra Estados Unidos en un momento en que los precios del crudo han sufrido una fuerte ca¨ªda. Y cabe preguntarse qu¨¦ otro tipo de medidas ser¨ªan factibles cuando Gaddafi se ha enfrentado a la mayor¨ªa de los pa¨ªses ¨¢rabes, desde su ascenso al poder, en 1969, en una lucha constante por conseguir el liderazgo de la comunidad ¨¢rabe.
Egipto siempre se ha mostrado especialmente sensible al problema del terrorismo, que, en muchas ocasiones, le ha golpeado en sus propias carnes. Desde que en 1981 fuera asesinado el presidente Anuar el Sadat, el pa¨ªs ha vivido bajo una legislaci¨®n de emergencia -una especie de ley antiterrorista-, que el pasado d¨ªa 19 fue prorrogada por el Parlamento egipcio por otros dos a?os. El primer ministro, Ali Lutfi, manifest¨®, al defender la propuesta ante la C¨¢mara, que . a¨²n persisten las condiciones que hicieron necesaria la promulgaci¨®n de esas leyes".
No cabe duda, sin embargo, de que el ataque norteamericano va a plantear problemas a Estados Unidos en su relaci¨®n con el mundo ¨¢rabe. La falta de sensibilidad pol¨ªtica que hasta ahora ha caracterizado la actividad de Washington en la zona es evidente. Los observadores pol¨ªticos se preguntan c¨®mo va a desempe?ar Estados Unidos un papel eficaz en el proceso de paz de Oriente Pr¨®ximo si su reputaci¨®n ha quedado claramente en entredicho con esta ¨²ltima acci¨®n. En este contexto se entiende el llamamiento del presidente egipcio a una conferencia euro¨¢rabe sobre terrorismo, ya que se considera que Europa ser¨¢ un mediador m¨¢s comprensivo en este terreno.
En el caso de Egipto, las relaciones ya se enfriaron cuando la aviaci¨®n estadounidense intercept¨® sobre el Mediterr¨¢neo el avi¨®n de Egyptair que transportaba a los palestinos presuntamente responsables del secuestro del crucero Achille Lauro y le oblig¨® a aterrizar en la base de Sigonella que la OTAN tiene en la isla italiana de Sicilia. La pol¨ªtica de moder¨¢ci¨®n que caracteriza la acci¨®n exterior de Mubarak ha limitado los efectos de ese distanciamiento.
Egipto se ha esforzado por quitarse de encima la losa que, en sus relaciones con el resto del mundo ¨¢rabe, sulpuso la firma de los acuerdos de Camp David, en 1979. Ello ha motivado una pol¨ªtica exterior muy activa a favor del di¨¢logo y de una salida pac¨ªfica a los conflictos en Oriente Pr¨®ximo e irano-iraqu¨ª, as¨ª como una especial preocupaci¨®n por el problema palestino. De ah¨ª, tambi¨¦n, su inter¨¦s por estar presente en foros internacionales como el africano o el de los pa¨ªses no alineados.
Todo ello, sin descuidar sus relaciones con Israel, ¨²nicas en el mundo ¨¢rabe.
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