A la izquierda del PSOE.
EL ACUERDO, pr¨¢cticamente ultimado, para concurrir coligados a las pr¨®ximas elecciones alcanzado por los partidos comunistas de Gerardo Iglesias (PCE) e Ignacio Gallego (PCPE), la Federaci¨®n Progresista (FP) de Ram¨®n Tamames y el Partido de Acci¨®n Socialista (PASOC) de Alonso Puerta, constituye el resultado m¨¢s visible, por el momento, del movimiento en favor del reagrupamiento de las fuerzas pol¨ªticas situadas a la izquierda y fraguado al calor de la campa?a previa al refer¨¦ndum sobre la OTAN. Dicha campa?a, y en parte tambi¨¦n los resultados mismos de la consulta, puso de relieve la existencia a la izquierda del partido en el Gobierno de un espacio sociol¨®gico y pol¨ªtico que apenas ten¨ªa reflejo en la composici¨®n del Parlamento salido de las elecciones de 1982. Ese espacio hab¨ªa sido abierto por el deslizamiento hacia su derecha experimentado por la pol¨ªtica del gobierno de Felipe Gonz¨¢lez.A su vez, si los socialistas pudieron realizar ese desplazamiento sin por ello perder apenas gancho electoral- -seg¨²n parecen indicar las expectativas de voto reveladas por los sondeos-, fue porque la autodestrucci¨®n de UCD, por una parte, y la fragmentaci¨®n del PCE, por otra, permitieron al PSOE librarse del desgaste propio de un partido sometido a la competencia simult¨¢nea de sus dos flancos m¨¢s inmediatos. De ah¨ª que el proyecto de unidad de la izquierda -entendiendo por tal a los sectores situados en posiciones m¨¢s radicales que las del PSOE- apareciera en principio como f¨®rmula capaz de posibilitar el surgimiento de una fuerza con la suficiente entidad como para colmar ese vac¨ªo y aspirar a condicionar la pol¨ªtica gubernamental.
El problema resid¨ªa, sin embargo, en que la debilidad org¨¢nica de los comunistas, divididos en familias enredadas en interminables disputas dom¨¦sticas, privaba al proyecto de una referencia pol¨ªtica lo suficientemente solvente como para convertirse en aglutinante de componentes tan dispersos e ideol¨®gicamente heteroj¨¦neos como los llamados a dar cuerpo a la alternativa. Esa fue la causa de que desde el comienzo se relacionase el ¨¦xito del proyecto con el del intento de reagrupar las desperdigadas filas comunistas.
El ensayo se encontr¨® as¨ª enfrentado a dos tareas aparentemente contradictorias. Por una parte, los comunistas, tras el fracaso de la l¨ªnea eurocomunista, deb¨ªan tratar de hallar en el regreso a las tradiciones hist¨®ricas de su movimiento el cemento capaz de soldar los fragmentos del antiguo edificio. Por otra, deb¨ªan tratar de extender su influencia hacia los nuevos movimientos sociales, totalmente ajenos a esas tradiciones.
El reingreso de Enrique L¨ªster, paradigma del v¨¦terocomunismo anterior al 20? congreso, en el PCE de Iglesias tiene el sentido de buscar una reconciliaci¨®n con la vieja cultura comunista y sus se?as de identidad, incluyendo la referencia a la URSS como patria del socialismo. Id¨¦ntica significaci¨®n tiene probablemente el acuerdo de principio logrado entre Iglesias y Gallego con vistas a la eventual reunificaci¨®n de sus partidos respectivos tras las elecciones.
Pero resulta dudoso que esa reconciliaci¨®n resulte compatible con la voluntad de atraerse a los sectores sociales desenga?ados del reformismo socialista por la deriva hacia el centro del partido gobernante, por una parte, y a los nuevos movimientos sociales -juveniles en particular- que han hecho su primera experiencia de radicalizaci¨®n pol¨ªtica al calor de la campa?a del refer¨¦ndum.
La presencia en la alianza electoral ahora anudada de los grupos de Tamames y Puerta no parece en principio llamada a resolver por s¨ª misma esa contradicci¨®n. La nula implantaci¨®n social de la Federaci¨®n Reformista reduce sus posibilidades de incidencia a las derivadas de la popularidad de Ram¨®n Tamames, pero ni siquiera ese factor puede evocarse en el caso del PASOC, partido del ex concejal socialista madrile?o. El recurso a personalidades independientes dispuestas a incluir sus nombres en las listas puede contribuir quiz¨¢ a aumentar el atractivo de algunas candidaturas, pero dif¨ªcilmente a incrementar la coherencia de la alternativa que se pretende. Porque ademas, no se puede ocultar que la militancia y la financiaci¨®n de esta coalici¨®n electoral prioritariamente s¨®lo pueden ser aportados por los distintos fragmentos de Partdico Comunista.
As¨ª las cosas, parece dif¨ªcil que el proyecto de unidad de la izquierda pueda avanzar seriamente mientras que los comunistas no se pongan de acuerdo en la definici¨®n de las bases sobre las que asentar su propia reunificaci¨®n. Carrillo, cuya exclusi¨®n del acuerdo tiene toda la apariencia de un pase de cuenta por parte de sus antiguos incondicionales, considera prioritario el reforzamiento de las ser¨ªas de identidad tradicionales, mientras que Iglesias piensa que a estas alturas es imprescindible crear unas nuevas se?as de identidad, menos ideol¨®gicas y m¨¢s abiertas a la sociedad civil espa?ola tal cual hoy es.
Pero las cicatrices dejadas por los enfrentamientos recientes, m¨¢s el temor a dejar sin cubrir espacios que pueda ocupar el sector rival, lleva a unos y a otros a pretender jugar simult¨¢neamente en todos los pa?os. El resultado, incluso si finalmente se alcanzase un acuerdo electoral que comprendiese a todos los comunistas, corre el riesgo de parecerse m¨¢s a una macedonia que a una aut¨¦ntica alternativa pol¨ªtica. En definitiva, como es moneda corriente en Europa, las formaciones pol¨ªticas a la izquierda del socialismo se encuentran ante la necesidad de una modernizaci¨®n profunda que les permita enlazar seriamente y con eficacia con sus electores. Y en esta iniciativa espa?ola no es arriesgado afirmar que existen bastantes indicios de oportunismo y escasa aportaci¨®n pol¨ªtica e intelectual, capaz de engarzar con los problemas nuevos de las capas medias de la sociedad posindustrial.
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