Indonesia, 20 a?os despu¨¦s
Los r¨ªos de Indonesia bajaban rojos de sangre en octubre de 1965, contaban los testigos; entre los juncos se remansaban a veces cad¨¢veres decapitados. Se dijo entonces que los asesinados en todo el pa¨ªs fueron 400.000; hoy los historiadores dejan abierto el par¨¦ntesis de las cifras: entre 200.000 y 500.000 v¨ªctimas. Sin contar las depuraciones posteriores, de venganzas, de encarcelamientos, de exilios.En su camino hacia Tokio para urgir a sus aliados la lucha contra la plaga terrorista mundial, el presidente Reagan se ha detenido en Indonesia para saludar y respaldar al hombre que utiliz¨® ese m¨¦todo r¨¢pido de estabilizar el orden en Indonesia: el general Suharto. Veinte a?os despu¨¦s mantiene intacta la fortaleza anticomunista.
El general Suharto se alz¨® con el poder tras derribar al doctor Sukarno. El nombre de Sukarno es tan hist¨®rico como el de Bandung, la ciudad indonesia donde en abril de 1955 convoc¨® la primera reuni¨®n de los pa¨ªses no alineados, o neutralistas.
La Carta de Bandung conten¨ªa los 10 principios de la coexistencia. Eran los siguientes: respeto a los derechos humanos; a la integridad territorial y la soberan¨ªa de todas las naciones; igualdad de todas las razas y de todas las naciones, grandes o peque?as; no intervenci¨®n y no injerencia; derecho de cada naci¨®n a defenderse individual y colectivamente; rechazo de firmas de pactos que sirvieran los intereses particulares de los grandes, y de la presi¨®n de cualquier potencia de ejercer una presi¨®n sobre las dem¨¢s; abstenci¨®n de amenazas, agresiones y empleo de fuerza contra la integridad de un pa¨ªs; arreglo de los conflictos mediante negociaci¨®n; est¨ªmulo de los intereses de cooperaci¨®n; respeto a la justicia internacional.
Todo se ha esfumado. Todo se estaba esfumando mientras se firmaba, y los creadores de la Carta estaban siendo acusados de comunistas. Sobre todo, Sukarno.
Sukarno era un intelectual de 66 a?os formado en la larga paciencia de la clandestinidad pol¨ªtica. Su mayor rival era Suharto, un militar con 20 a?os menos que ¨¦l, de carrera dura; un javan¨¦s que fue soldado con los holandeses, oficial con los japoneses, general con la independencia. Sukarno era un hombre marcado: el neutralismo estaba entonces visto en Occidente como un procomunismo. Rechazado por EE UU, poco a poco abandonado por los otros neutralistas, en guerra con Malasia, retirado de la ONU en enero de 1965, Sukarno anunci¨® la creaci¨®n de la ONU de los pobres, y firm¨® as¨ª su sentencia. El 30 de septiembre hubo una tentativa de insurrecci¨®n: se la acus¨® de comunista y exalt¨® al Ej¨¦rcito -varios de cuyos miembros fueron muertos en el mot¨ªn- a tomar el poder.
Se dijo que hab¨ªa sido una provocaci¨®n, una maniobra; se form¨® un triunvirato, del que emergi¨® r¨¢pidamente el general Suharto, que dirigi¨® la matanza y los grandes juicios pol¨ªticos en los que se intent¨® la demostraci¨®n de que el compl¨® comunista hab¨ªa sido dirigido por el propio presidente Sulcarno. La sentencia final del 17 de marzo de 1966 fue sencilla: "El doctor Sukarno ya no tiene derecho al t¨ªtulo de presidente, y no est¨¢ autorizado a llevar la bandera presidencial en su autom¨®vil".
Se acab¨® la historia. Suharto continu¨® la represi¨®n, la volvi¨® contra los chinos -m¨¢s de tres millones, expulsados, encerrados en campos de concentraci¨®n, despose¨ªdos de sus tierras y de sus comercios-, y as¨ª lleg¨® a ser lo que es hoy, 20 a?os despu¨¦s: el representante m¨¢s caracterizado -ahora que no est¨¢ Marcos en Filipinas- de la paz, la libertad y la lucha contra el comunismo en el sureste asi¨¢tico. Un hombre de los que le gustan a Reagan, mientras no est¨¦n en riesgo de caer.
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