Fiesta, que te quiero fiesta
Qu¨¦ contratiempo: el oso es una osa, era onanista y estaba subida encima de un magnolio. La primera identidad, un equ¨ªvoco. Reed'in'vertidos, psicod¨¦licos insurrectos, nuevas princesas, zurdos que han vuelto al vaquero (odian lo americano y quieren tenerlo cerca del trasero), Isidros de paquete de Fortuna y mil pesetas, putitas de r¨ªo. Salen corno ratas de los mism¨ªsimos bajos de una cuarta de bet¨²n neoyorquino. Fiesta que te quiero fiesta.Las elecciones van a coincidir con las erecciones, y la chusma de ap¨¢tridas se ha multiplicado por cientos de perturbados venidos de la bruma. Se quejan de este corral anta?o hostigado ("cuando tienes mirada de Valle te hieren los Sorollas"), pero la mitifican como si fuera la ciudad ideal que todos llevamos dentro. Seudogenets de carretera, vienen ac¨®litos a los nuevos templos, del auditorio de la Casa de Campo, del Palacio de los Deportes. Supervivientes de nada acuden a todo para olisquearse. Es el certificado, la fe de vida de los cobardes.Madrid huele estos d¨ªas a entretiempo, a goma machacada, a placer, a delito. En las crestas de los punks han brotado las primeras petunias, pero odian la maldita luz mesetaria, quiz¨¢ porque a esas horas la risa va por barrios y por barrancos. Madrid les mana en la noche y les vac¨ªa de d¨ªa como si fueran armar¨ªos.Leguina-Barranco, tanto monta, mientras llevan al astillero la movida, la parida, la despedida para pintarle el casco a ver si, entre tanto, se les ocurre otro nombre, han puesto miles de vatios, rayos l¨¢ser, pantallas gigantes de v¨ªdeo. Es la multiplicaci¨®n de las especies, el gran simulacro. Mientras se corre solo se respira. Devorad los ¨ªdolos de la movida (son de pastel): girls, de la calle de la Cruz para campeones ol¨ªmpicos del de samor, tipos del Amnesia, del nuevo Retiro, del Templo del Gato del "?Bailas, Carol, pintados por Ceesepe, faralaes sure?os en las ropitas de Agatha, puntillas taurinas de Almod¨®var para el sexo fuerte, obras de arte por cuatro perras de El Nigeriano (un oriundo).
Debajo del asfalto estaba la playa, pero s¨®lo hab¨ªa canchas vac¨ªas que brillaban, y las gaviotas, para adaptarse al medio, se han convertido en urracas. Disfrazado el tercermundismo de modernidad, este caos obliga a pensar a los perif¨¦ricos sobre lo locos que andan los Romanones, pero no, ya digo, la autosugesti¨®n ha llegado al mism¨ªsimo Oviedo. Venden la movida como otros vendieron catedrales.
Marruecos empieza en Tirso de Molina y somos ya tan universales que nadie es capaz de distinguir al Madrid de las sayas del de las rayas, de, harina de pescado, claro (gracias, Poblet).
La aldea celebra, dicen, sus santos patrones, golfos santos madr¨ªle?os, colegas nuestros antes de reconvertirse a la mojigater¨ªa, presentables gentes de trueno: del vago Isidro a Pedro Navarro Elchi, un pinta del XVI, una vida ejemplar de pirater¨ªa y tr¨¢fico de esclavos; Sebasti¨¢n de Onta?¨®n, pendenciero y mat¨®n; Pedro Torres, Miranda, que arras¨® media Europa con sus fechor¨ªas; Enrique Tierno, militante del coloque marxista.
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