En defensa de los traductores
Me maravilla lo bien que escribe en castellano Susan Sontag, por ejemplo, o cualquier otro/a escritor/a del extranjero de los que publican trabajos en EL PA?S. ?No creen, se?ores, que ya va siendo hora de otorgarles un m¨ªnimo de respeto a esos "masoquistas" -como se autodefin¨ªa Enrique Murillo- que traducen los art¨ªculos? En sus p¨¢ginas, las rese?as de los libros incluyen el t¨ªtulo de la obra en castellano (tan s¨®lo), nombre del autor, editorial, n¨²mero de p¨¢ginas y, eso s¨ª, el precio. -Para empezar, el verdadero t¨ªtulo de una obra es el que tiene en la lengua de origen, y si deciden ¨²nicamente publicar su traducci¨®n, ?no ser¨ªa m¨ªnimamente respetuoso gastar un poco m¨¢s de tinta y mencionar tambi¨¦n a la pobre persona que, s¨ª, es masoquista, s¨ª, sufre, s¨ª, cobra poco, pero gracias a cuyos esfuerzos la mayor¨ªa de los lectores podr¨¢n leer la obra en cuesti¨®n?He traducido libros, he sangrado la atroz frustraci¨®n que produce esa inevitable traici¨®n, he aguantado los "no hace falta que le seas tan fiel al texto", o bien aqu¨ª has sido demasiado libre", o tambi¨¦n "demasiados adverbios acabados en mente", e incluso "aunque el texto se repita, no es necesario que t¨² lo hagas", etc¨¦tera. Nadie que no haya experimentado el calvario que supone intentar traducir un texto pensado, escrito y corregido en otra? lengua, conoce el significado de traducir, la mentira que representa pensar que est¨¢s creando (cuando no disfrutas, en realidad, del derecho a crear: tu trabajo se reduce a reescribir, a recrear, palabras, significados, ambientes, estructuras que casi siempre s¨®lo pueden existir en la lengua original y que pertenecen a una cultura ajena a la que tratas de expresar). ?Criticarnos? Much¨ªsimo. ?Respetarnos? Casi nunca. Ni las editoriales, ni las rese?as, ni los lectores. Si no somos escritores reconocidos (Cort¨¢zar, Valverde), diricil es encontrar nuestros nombres en los libros (generalmente pueden hallarnos debajo del nombre del dise?ador de la portada o justo encima del copyright). Y para las rese?as ni tan siquiera existimos.-
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