Toros
En el mejor de los casos, la corrida de toros es una crueldad ex¨®tica, un tipismo sangriento, uno de esos alegres residuos de barbarie que forman parte de la galer¨ªa de hechos ins¨®litos. Yo no soy partidario de suprimir esta fiesta, sino de darle m¨¢s morbo todav¨ªa, convirti¨¦ndola de una vez en espect¨¢culo s¨®lo para s¨¢dicos. En cualquier pa¨ªs moderno la diversi¨®n de contemplar c¨®mo se sacrifica meticulosamente a un aninial estar¨ªa relegada a los bajos fondos, arrojada a los circuitos marginales por donde discurre gente rara en busca de sensaciones duras. En nombre de la libertad, ¨¦se es el lugar exacto que deber¨ªa ocupar la tauromaquia. Si esto fuera as¨ª, tambi¨¦n a m¨ª me gustar¨ªa ir en alguna ocasi¨®n a los toros para degradarme. Resultar¨ªa excitante bajar al s¨®tano de un barrio maldito, internarse por un pasillo hediondo y clandestino entre drogadictos y putas, llegar a un recinto secreto en forma de circo con las gradas ocupadas por un p¨²blico de aspecto patibulario y a continuaci¨®n asistir a un acto sucio: descubrir a unos tipos vestidos de cristales y calzas color de rosa que delpu¨¦s de pegarle mantazos a una fiera con m¨¢s o menos habilidad se dedican a acuchillarla hasta la muerte, habi¨¦ndola dejado previamente como un colador. Al finalizar la sesi¨®n, saldr¨ªa a la calle llenando los pulmones de aire puro, me despreciar¨ªa con la m¨¢xima profundidad, y ya purificado olvidar¨ªa luego lo sucedido. Yo no discuto a nadie el derecho a tener pasiones extra?as, pero los retretes est¨¢n para algo.La temporada taurina acaba de comenzar. Y esa tediosa cochambre que un pueblo civilizado deber¨ªa arrojar al sumidero de los asuntos innobles, en Espa?a va a ser de nuevo ensalzada con adjetivos idiotas y sublimes, retransmitida por televisi¨®n, impuesta desde los peri¨®dicos, presidida por pol¨ªticos, alentada por gobernantes. Esta amalgama de sangre y aburrido jolgorio nos perseguir¨¢ sin tregua durante la can¨ªcula y no habr¨¢ modo de escapar. Creo que situando la corrida de toros en los bajos fondos se hallar¨ªa la soluci¨®n definitiva: los aficionados ver¨ªan sus instintos a¨²n m¨¢s excitados y a los que aborrecemos esa fiesta nos dejar¨ªan por fin en paz.
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