Morir en Entrev¨ªas
Un doble homicidio, mezclado con historias cotidianas de chabolismo, prostituci¨®n y hero¨ªna
La muerte de dos j¨®venes prostitutas, cuyos cad¨¢veres fueron hallados junto a la v¨ªa del tren en el barrio suburbial madrile?o de Entrev¨ªas el d¨ªa 23 de abril de 1985, sigue confundida entre la sordidez de un ambiente social que rezuma miseria. M¨¢s a¨²n desde el pasado martes, en que muri¨® Enriqueta Silva, Mona, heroin¨®mana casi adolescente, la ¨²nica persona que hab¨ªa firmado, hace mes y medio, una declaraci¨®n policial que implicaba en el crimen a una familia vecina: los Saavedra Navarro. La polic¨ªa detuvo a cinco de ellos, de los que tres fueron puestos en libertad por orden judicial el pasado lunes.
Enriqueta Silva Arinc¨®n, 17 a?os, vecina del suburbio madrile?o de Entrev¨ªas, adicta a la heroina desde hace cuatro a?os medio, seg¨²n medios informativos sanitarios, muri¨® el martes pasado en el Hospital Provincial. Su muerte hubiera pasado inadvertida para la opini¨®n p¨²blica o, a lo sumo, se habr¨ªa rese?ado como uno de los 50 j¨®venes -cifra m¨ªnima estimativa pese a la falta de estad¨ªstica oficial- que fallecen en Madrid cada a?o v¨ªctimas de la droga, de no ser porque a finales del pasado mes de marzo Mona -as¨ª la llamaban algunas personas- se convirti¨® en una pieza importante de la investigaci¨®n policial sobre un doble homicidio ocurrido un a?o antes. Un crimen mezclado con historias cotidianas de chabolismo, prostituci¨®n, atracos y droga en esta gran ciudad.La avenida de Entrev¨ªas cruza una de las zonas de vida m¨¢s dura de Madrid. Arranca, al este de la ciudad, de la calle de M¨¦ndez ?lvaro, por debajo de la v¨ªa de circunvalaci¨®n interior de Madrid, la M-30, y sube paralela a Palomeras (barrio que fue de casas bajas de inmigrantes, hoy remodelado en altos bloques de viviendas). Deja a su izquierda la v¨ªa del ferrocarril y el barrio de Vallecas propiamente dicho. A su derecha queda un espacio de irregular estructura urbana, donde se salpican numerosas construcciones infrahumanas.
Enriqueta viv¨ªa con su madre y un sobrino en una de estas casetas, de color ocre, en una calle de tierra en el l¨ªmite de un descampado. Era una "toxic¨®mana intensa" -concepto cl¨ªnico basado en el grado de deterioro del organismo-, lo que siginifica que se inyectaba, como m¨ªnimo, un gramo de hero¨ªna al d¨ªa.
Su familia la llev¨® al hospital el lunes pasado por la tarde. "Estaba muy mal", explic¨® su sobrino, un muchacho de unos 15 a?os. El doctor Luis Hergueta precisa: "Presentaba una fiebre alt¨ªsima; la m¨¦dula y la sangre estaban invadidas de g¨¦rmenes y carec¨ªa pr¨¢cticamente de gl¨®bulos blancos, rojos y plaquetas, lo cual le hab¨ªa provocado hematomas en diversas partes del cuerpo. El martes por la ma?ana sufri¨® una brusca parada cardiaca".
No falleci¨® por sobredosis de droga, como se coment¨® en su barrio, sino a consecuencia de la gravedad de su estado general, seg¨²n el dictamen m¨¦dico. Dos inspectores de polic¨ªa visitaron el Hospital Provincial para obtener datos sobre la muerte de la joven. La posibilidad de que hubiese sido precipitada por una dosis de hero¨ªna contaminada no se descarta.
Cuando la heroina entra en Madrid, seg¨²n referencias policiales, tiene un 76% de pureza, aproximadamente. Al consumidor le llega en algunos barrios con una pureza del 15%. La cadena de distribuci¨®n "es un trapicheo en el que la droga se corta una y otra vez con distintos productos, unos inocuos y otros peligrosos, para sacar mayor rendimiento", se?ala un polic¨ªa que tuvo destino en Vallecas.
S¨®lo en la zona donde viv¨ªa Enriqueta la polic¨ªa ha realizado 92 detenciones por tr¨¢fico de hero¨ªna y, coca¨ªna en lo que va de a?o. La incautaci¨®n de droga, sin embargo, ha sido escasa: unos cientos de gramos. "Por lo general, no llevan encima m¨¢s de 5 o 10 gramos", apunta un inspector.
En muchas de estas viviendas se venden papelinas, seg¨²n fuentes policiales. Algunos de los habitantes del barrio lo admiten sin ning¨²n reparo. Viven en un c¨ªrculo tr¨¢gico: uno o m¨¢s miembros de la familia son adictos a la hero¨ªna y el tr¨¢fico a peque?a escala se constituye en un medio de satisfacer la dependencia de aqu¨¦llos. Cualquier situaci¨®n donde no haya presencia de ojos extra?os puede ser apta para traficar o consumir, varias jeringuillas usadas fueron recogidas por personal sanitario en la sala de velatorios donde se instal¨® el cad¨¢ver de Enriqueta, as¨ª como en otras habitaciones de servicio p¨²blico p¨®ximas.
La prostituci¨®n y el robo son otras v¨ªas comunes, de conseguir dinero para la droga. Informaciones m¨¦dicas afirman que "las mujeres heroin¨®manas suelen acabar f¨ªsicamente mucho peor que los hombres, porque se prostituyen para obtener con facilidad el dinero que necesitan".
Vecinos de Entrev¨ªas aseguran que "hay navajeros que acechan a los visitantes nocturnos en varios sitios, antes de la plaza de las Regiones". Fuentes policiales lo confirman: "Hay madrugadas en que determinados descampados est¨¢n m¨¢s concurridos que Gran V¨ªa por la tarde".
'Nines' y 'la Paca'
El tr¨¢fico de drogas se confunde aqu¨ª con el chabolismo y el desempleo. "Es pr¨¢cticamente imposible de evitar", admiten varias fuentes policiales, "por la especial complejidad del barrio mezcla de etnias y grupos sociales de comportamientos y leyes muy peculiares".En tal ambiente se produjo un doble homicidio de dos j¨®venes prostitutas el d¨ªa 23 de abril de 1995. Los cad¨¢veres fueron descubiertos junto a la v¨ªa del tren, frente al n¨²mero 6 de la avenida de Entrev¨ªas. ?ngeles P¨¦rez Alcaide, Nines, de 21 a?os de edad, y Mar¨ªa Pajares Morales, la Paca, de 22 a?os, eran conocidas en las calles de Capit¨¢n Haya y adyacentes, denso entramado comercial y de oficinas de servicio en el Madrid urban¨ªstico moderno.
Nines presentaba un solo golpe en la cabeza y dos hematomas longitudinales en la espalda. Vest¨ªa un jersey amarillo con franjas negras y pantal¨®n vaquero azul marino. La Paca fue golpeada tres veces en el cr¨¢neo. Tal vez intent¨® huir. Llevaba un chaqueton oscuro y vaquero azul claro. El calzado de ambas -zapatillas deportivas y zapatos negros de tac¨®n alto- se encontraba a varios metros.
La polic¨ªa ha descartado la hip¨®tesis de que el doble crimen fuese consecuencia de un atraco. Las chicas hab¨ªan sido llevadas all¨ª despu¨¦s de muertas, seg¨²n el estudio policial sobre la posici¨®n de los cad¨¢veres, los guijarros movidos y la tierra seca debajo de sus cuerpos (llovi¨® esa madrugada, antes de las cinco), pero no se obtuvieron huellas de neum¨¢ticos porque varios coches de diferentes cuerpos policiales se metieron por el zopetero hasta el mismo sitio donde estaban los cad¨¢veres antes de que llegasen los equipos de investigaci¨®n pericial y se marcaron numerosas rodadas, distintas. No es la primera que vez que ocurre algo similiar y, seg¨²n fuentes policiales, los coches patrulla de la Polic¨ªa Nacional van ahora dotados con medios para aislar las zonas de un hecho judicial hasta que lleguen los expertos.
Una decena de declaraciones obtenidas en el ¨¢rea de Capit¨¢n Haya centr¨® las primeros sospechas en una familia gitana cuya casa se sit¨²a a unos 200 metros del lugar de autos, de la que Nines era cliente de papelinas. Esta familia, los Saavedra Navarro -tradicionalmente limpiabotas y vendedores de loter¨ªa, flores y fruta- no neg¨® conocer a Nines, pero s¨ª haberla visto el d¨ªa del crimen.
Un polic¨ªa al que en el barrio se conoce por el nombre de Ra¨²l fue encargado de la investigaci¨®n. Es un hombre joven, generalmente admitido por la poblaci¨®n gitana, pese a que tambi¨¦n sostenga con algunos de ellos determinadas diferencias. En estas familias se valora postivamente el que, hace poco, haya esclarecido la muerte de un joven gitano por disparos de un polic¨ªa municipal. Evit¨® una probable reyerta entre familias.
Al cabo de un a?o del doble homicidio, sin avance en las pesquisas, Enriqueta Silva firm¨® una declaraci¨®n ante un abogado solicitado de oficio por la comisar¨ªa de Entrev¨ªas. El subcomisario Ra¨²l detuvo a Agustina Navarro y a sus hijos Manuel, Miguel y Manuela Saavedra, y a su nuera, Julia P¨¦rez, el pasado d¨ªa 2 de abril. Enriqueta, seg¨²n difundi¨® la polic¨ªa tres d¨ªas despu¨¦s, hab¨ªa testimoniado que las dos j¨®venes muertas estuvieron en casa de los Saavedra en la madrugada del crimen.
Los Saavedra, y principalmente el cabeza de familia, Miguel, insisten en que la polic¨ªa les ha colgado injustamente estas muertes. El juez de instrucci¨®n que entiende del caso orden¨® el pasado lunes la libertad de tres de los inculpados. Siguen en las prisiones de Yeser¨ªas y Carabanchel, repectivamente, Agustina y Manuel.
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