China, en el mercado espacial
LA NOTICIA de que la empresa norteamericana Teresat, de Houston, ha llegado a un acuerdo con la empresa Corporaci¨®n Industrial del Gran Muro, dependiente del Ministerio de Astron¨¢utica de China, para la puesta en ¨®rbita de dos sat¨¦lites estadounidenses, ha causado sorpresa en la Prensa mundial. Se sab¨ªa sin duda que la Rep¨²blica Popular China hab¨ªa desarrollado una capacidad seria en el terreno de lbs cohetes lanzadores a partir de los misiles preparados por la industria de guerra para sus bombas nucleares; que hab¨ªa lanzado con sus propios medios unos 18 sat¨¦lites, en los ¨²ltimos 16 a?os, para la investigaci¨®n cient¨ªfica y la informaci¨®n militar, pero en ¨®rbitas m¨¢s bien bajas. Sin embargo, en los ¨²ltimos tiempos ha puesto a punto el cohete lanzador Larga Marcha 3, un veh¨ªculo de tres pisos con capacidad para colocar sat¨¦lites relativamente pesados en ¨®rbitas distanciadas unos 36.000 kil¨®metros de la Tierra, colocaci¨®n considerada la m¨¢s apropiada para los sat¨¦lites de telecomunicaci¨®n. Este serio progreso cient¨ªfico e industrial es sin duda el que le ha permitido entrar ahora en el mercado internacional de Jos sat¨¦lites.Antes del acuerdo con la empresa norteamericana Teresat, China ten¨ªa ya un contrato para poner en ¨®rbita un peque?o sat¨¦lite sueco de comunicaciones, el Mailsat. El acuerdo con los norteamericanos tiene un alcance mucho mayor: se trata de poner en ¨®rbita los sat¨¦lites Palapa B y Westar VI, que fueron recuperados de ¨®rbitas defectuosas en 1984. El primer lanzamiento tendr¨¢ lugar, en principio -pues los detalles a¨²n no han sido ultimados-, en diciembre de 1987 en el centro de China. Seg¨²n Henry Schwartz, presidente de la Teresat, unos 40 o 50 ingenieros chinos y norteamericanos tomar¨¢n parte en las operaciones de lanzamiento.
Entre las condiciones que han permitido esta entrada de China en este mercado tan especial, ha desempe?ado un papel esencial la serie de fracasos que ha sufrido la NASA en los ¨²ltimos tiempos con el transbordador Challenger y luego con los cohetes Tristan y Delta. "Am¨¦rica se ha quedado pr¨¢cticamente sin acceso al espacio", escrib¨ªa un reciente editorial del New York Tirnes. Ello ha creado una situaci¨®n de grave embotellamiento ante las crecientes necesidades de colocaci¨®n de sat¨¦lites en el espacio. Arianespace, la empresa que explota el cohete europeo Ariane, tiene pedidos que superan sus posibilidades. Clima se ha presentado en el mercado, adem¨¢s, con la oferta de reducir en un 15% los precios de la NASA y de Arianespace, y de que la empresa estatal Compa?¨ªa de Seguros del Pueblo ofrecer¨ªa en su especialidad condiciones asimismo favorables. Es, pues, evidente que, en t¨¦rminos espec¨ªficamente comerciales, la empresa norteamericana ten¨ªa motivaciones l¨®gicas para contratar esta operaci¨®n en la Rep¨²blica Popular China.
Para China, las ventajas son asimismo evidentes. Por un lado, no cabe duda que significar¨¢ unos ingresos sustanciales en d¨®lares. Pero es probable que otro aspecto tiene para ella mayor inter¨¦s: le permitir¨¢ tener acceso a una lecnolog¨ªa muy avanzada en un terreno en el que se encuentra atrasada. Muchos especialistas occidentales, como Roy Gibson, el director del Centro Brit¨¢nico del Espacio, que ha visitado China cuatro veces, han hablado con elogios de los progresos que ha realizado en las t¨¦cnicas del lanzamiento de sat¨¦lites al espacio. En cambio, todo indica que su situaci¨®n es diferente en lo referente a la tecnolog¨ªa de la construcci¨®n y utilizaci¨®n de los sat¨¦lites mismos. En ese orden, la colaboraci¨®n con Teresat puede ser particularmente importante.
En cuanto al prestigio internacional de China, no cabe duda que ha sido realzado ya por las noticias que han circulado sobre los proyectos establecidos con la compa?¨ªa de Houston. China aparece con estas noticias en un lugar donde no se la esperaba. Quiz¨¢ para ciertos especialistas occidentales no ha habido sorpresa; pero s¨ª para la opini¨®n p¨²blica en t¨¦rminos generales. Por otro lado, todo indica que no se trata de algo pasajero. Los problemas graves que van a seguir existiendo para responder a las necesidades de colocaciones en el espacio de sat¨¦lites de diverso g¨¦nero -dejando de lado, por supuesto, el cap¨ªtulo propiamente militar, que l¨®gicamente tiene exigencias de otro g¨¦nero- permiten considerar el paso dado por China como el inicio de otras operaciones en los a?os pr¨®ximos. Este ejemplo confirma que, a pesar de las grandes dificultades encontradas para llevar a cabo las reformas promovidas por Deng Xiaoping, la econom¨ªa china logra la suficiente elasticidad para dotar a ciertas ramas de punta de los medios cient¨ªficos y financieros inherentes a un progreso muy sustancial. Por otro lado, un rasgo t¨ªpico del modelo sovi¨¦tico, que tanto ha pesado en los inicios del desarrollo chino, consiste en separar radicalmente los avances hechos en el campo militar de su aprovechamiento civil China ha superado ese grav¨ªsimo lastre, y obtendr¨¢ con ello grandes beneficios para elevar su nivel tecnol¨®gico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.