En defensa del miedo
La, profunda y, original reflexi¨®n de Alejandro G¨¢ndara sobre el miedo (Qu¨¦ hacer con el miedo, El, PA?S, 22 de abril de 1986) inspira estas l¨ªneas en defensa del miedo.Dice A. G¨¢ndara que el miedo "destruye esta dimensi¨®n imaginaria de la existencia sin cuyo concurso lo inmediato se convierte en una carga dificil de soportar".
En realidad se trata de la proyecci¨®n fantasmag¨®rica del miedo; miedo a perder el sustento de la vida privada y colectiva, miedo a la realidad i¨¢sta como una . materia ingobernable y dura... Ninguna decisi¨®n o acto puede, moldearla", y, sobre todo, miedo a lo desconocido, que se presenta como vac¨ªo imposible de estructurar. ?stos ser¨ªan los miedos destructores de una "dimensi¨®n imaginar¨ªa de la existencia".
Sin embargo, en una ¨¦poca hist¨®rica muy reciente, de la pretransici¨®n y de la otransici¨®n democr¨¢tica, el miedo no fue enemigo de la imaginaci¨®n. Las culturas de la pretransici¨®n y de la transici¨®n fueron culturas del miedo. Y no tanto del miedo a la represi¨®n como del miedo al vac¨ªo, precisamente. Estuvo presente todo el tiempo en la mente de la oposici¨®n como de la no oposici¨®n. Pero su proyecci¨®n fantasmag¨®rica no fue de inhibici¨®n. Aqu¨ª interviene el segundo componente de la cultura de la transici¨®n: es la imaginaci¨®n.
El miedo fue est¨ªmulo de imaginaci¨®n ideol¨®gica, del formidable despliegue de la imaginaci¨®n ideol¨®gica de entonces, capaz de estructurar el vac¨ªo y de movilizar las energ¨ªas sociales en este sentido.
Lo hac¨ªa naturalmente con una deriva ut¨®pica y propuestas imposibles de realizar.
Entonces interven¨ªa el tercer componente de la cultura de la transici¨®n: el pragmatismo. Pragmatismo, europe¨ªsmo, tecnolog¨ªa, apoyos log¨ªsticos...
As¨ª fue la transici¨®n. La imaginaci¨®n en el campo de todas las propuestas por hacer, mitigando el miedo, y el pragmatismo en el campo de todas las propuestas hechas, mitigando la imaginaci¨®n.
Dice Freud que el ni?o existe antes de nacer. Existe en el deseo que de ¨¦l tienen sus padres. Este deseo que conforma de alg¨²n modo al ni?o que va a nacer est¨¢ nutrido a su vez de la cultura ambiente. El ni?o-democracia fue. as¨ª nutrido en el deseo de sus progenitores, todos los que lucharon por la libertad, de la cultura del miedo, pero tambi¨¦n de la cultura de la imaginaci¨®n y de la del pragmatismo.
?C¨®mo es entonces que estas tres perspectivas interactivas se hayan reducido a dos, polariz¨¢ndose negativamente: el miedo o el pragmatismo?
E. Punset, en otro art¨ªculo de EL PA?S (5 abril de 1986), habla tambi¨¦n del miedo. "En las sociedades condicionadas por el c¨ªrculo cerrado de la pobreza, las personas que deciden contra viento y marea experimentar nuevas formas de cultivo en la agricultura o invertir en instrumentos nuevos en la artesan¨ªa ponen en peligro su propia existencia en caso de fracaso y act¨²an contra el sentido com¨²n".
Trasponiendo simb¨®licamente
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En defensa del miedo
Viene de la p¨¢gina 11 el concepto de pobreza desde el campo econ¨®mico al pol¨ªtico, hemos de suponer que al tiempo que hemos progresado innegablemente en el campo de la democracia siguiendo las pautas europeas, tambi¨¦n nos hemos empobrecido, de manera que experimentar nuevas formas pone en peligro la propia existencia (pol¨ªtica) en caso de fracaso y act¨²a contra el sentido com¨²n".
Este empobrecimiento no es achacable a ning¨²n demonio maligno. Pertenece a la inercia hist¨®rica y contempor¨¢nea. No por ello es menos lamentable. Parece repetir una incapacidad hist¨®rica para vivir un pluralismo fecundo.
El miedo ha dejado de ser dinamizador, y su proyecci¨®n fantasmag¨®rica, f¨¦rtil. Su ¨²nica salida es razonable. Se trata de no innovar. La ¨²nica salida razonable es justamente la inversa. Hay que innovar para salvar la voluntad de participar, de crear, para salvar la convicci¨®n de la "utilidad de los seres humanos" (en palabras de Georges Bataille).
Para esto hay que rescatar al miedo del oprobio, de la dicotom¨ªa miedo o pragmatismo, reintronizarle como motor de arranque de la imaginaci¨®n.
Nadine Gordiner habla de la imaginaci¨®n (EL PA?S, 17 de febrero de 1986). "La filosof¨ªa del .orden social fue primero imaginada por los escritores de la antig¨¹edad".
Frente a la fatalidad a la que se refiere G¨¢ndara, que impide "inventar, ni experimentar, ni... fracasar en m¨¢s decisiones que las conocidas... en un mundo de papeles intercambiables... en el que ha desaparecido la posibilidad de darle otra forma que la que ya tiene", est¨¢ la imaginaci¨®n. La mera repetici¨®n adaptativa de modelos ya vigentes no responde a su necesario despliegue.
La imaginaci¨®n construye mundos posibles, y cuando el deseo los adopta como suyos empiezan a formar parte de la realidad, a ser viables. La realidad no es ingobernable. Por esto mismo es por lo que existe primero en el deseo colectivo, como se dec¨ªa m¨¢s arriba, y por lo que ¨¦ste se nutre de la cultura ambiente. Es, pues, ¨¦sta el posible: foro del relanzamiento de un miedo ontol¨®gico pol¨ªtico, de una renovada dial¨¦ctica entre el miedo, la imaginaci¨®n y el pragmatismo, si se quiere ir a una profandizaci¨®n y vitalizaci¨®n de la democracia.
"La ¨²nica revoluci¨®n es permanente, no en el sentido del trotsquismo, sino en el de la imaginaci¨®n, en el cual la comprensi¨®n no es jam¨¢s definitiva, sino que est¨¢ continuamente desintegr¨¢ndose y reform¨¢ndose en diferentes combinaciones si quiere extenderse y satisfacer las terribles preguntas de la existencia humana" (Nadine Gordiner).
Estas terribles preguntas, la ."persecuci¨®n del Tercer Reino perdido que se encuentra en la naturaleza humana" (Ra¨²l Morodo, EL PA?S, 27 de enero de 1986), tambi¨¦n se hallan planteadas a nivel pol¨ªtico.
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