Ivo Pogorelich, hacedor de m¨²sica
?Qu¨¦ raz¨®n tuvo Marta Argerich cuando se levant¨®, con cierto esc¨¢ndalo, del tribunal que negaba el Premio Chopin 1980 a Ivo Pogorelich!Porque este gran maestro nacido en Yugoeslavia es sin duda uno de los grand¨ªsimos pianistas de nuestro tiempo y, a la vez, una personalidad musical tan imaginativa y creadora que escucharle constituye uno de los grandes regalos musicales que podemos recibir en la actualidad.
Toc¨® en el Teatro Real Ivo Pogorelich -es un hombre alto como un cipr¨¦s, con cierta dejadez en los andares y un no s¨¦ qu¨¦ de sensitiva tristeza en su aspecto- y all¨ª se arm¨® la tremolina. La entrada de su programa ya fue un reto: ni m¨¢s ni menos que Para Elisa, la feliz p¨¢gina beethoveniana, salvada del purgatorio en que perdura desde hace tantos a?os, poblado por las ¨¢nimas de estudiantes tropezones; chambones, como dec¨ªa mi maestro Rogelio del Villar.
Recital de Ivo Pogorelich
Organizado por las Juventudes Musicales de Madrid y Chase Manhattan Bank de Espa?a. Obras de Ludwig van Beethoven, Juan Sebasti¨¢n Bach, Federico Chopin y Robert Schum, Madrid. Teatro Real, 23 de mayo.
De repente, Para Elisa se toma en un estreno beethoveniano: ?qu¨¦ forma de mantener los planos y qu¨¦ manera de cantarl ?Qu¨¦ secreta facultad de hacer trascendencia de la simplicidad! El p¨²blico alertado se dispuso a escuchar la Sonata n¨²mero 27, en mi menor, opus 90, una de esas obras en las que Beethoven parece Schubert, del mismo modo que, pasado el tiempo, Debussy juega alguna vez a parecer Ravel.
Tradici¨®n e innovaci¨®n
Por el gesto se adivinaba que este o aquel oyente pertenec¨ªan a la noble casta de los tradicionales: esos que debido a no sabemos qu¨¦ secretas comunicaciones espiritistas saben c¨®mo era: Beethoven, Bach, Monteverdi o los mism¨ªsimos Ad¨¢n y Eva en su canturreo por el Ed¨¦n.Ivo Pogorelich, en cambio, tiene conciencia de que la tradici¨®n la recibimos para continuarla, esto es, para innovarla. Es un m¨²sico que imagina su versi¨®n con la misma fantas¨ªa que sue?a y realiza su sonido. ?Oh el sonido sensitivo d¨¦ Ivo Pogorelichl, y, perd¨®neseme la admiraci¨®n castelarina. Al escucharlo deb¨ªan solicitar el retiro muchos int¨¦rpretes, si es que tienen o¨ªdos para o¨ªr.
Pero, atenci¨®n, que nos espera un Juan Sebasti¨¢n Bach convertido en fascinaci¨®n pura en la Suite inglesa n¨²mero 3. Ese preludio, tocado como lo toca Ivo Pogorelich, nos anticipa el bosque mendelssoliniano: es la evaporaci¨®n instrumental lograda con entera genialidad: ni clave ni piano ni la¨²d. El instrumento que escuchamos a Pogorelich, de tan claro y transparente sonar y tan alt¨ªsimo vuelo, es un espectro musical. Acaso se trata de una bella met¨¢fora.
Tras el descanso, crecido de murmullear sonoro como sucede en los grandes acontecimientos, el romanticismo de Chopin y de Schumann. Bello fue el Scherzo tercero, pero los Estudios sinf¨®nicos no tienen igual, son rigurosamente simpares. Al lirismo schumaniano suele a?ad¨ªrsele buena dosis de densidad brumosa. No hay raz¨®n para ello. Como toda po¨¦tica, la schumaniana persigue vivir en claro, mostrar c¨®mo la evoluci¨®n del tema, a trav¨¦s de las 12 variaciones, no es artificio de artesano, sino interna y perentoria necesidad creadora.
Cuatro, cinco encores, aclamaci¨®n incesante y el recuerdo de un milagro: el estilo Pogorelich. Quede para quienes absorben circunstancialidades lo que se denomina manera; el estilo es otra cosa: la exteriorizaci¨®n rotunda de un hombre. La manera, muda; el estilo, permanece. Y si obedece a un sentir y un pensar como el de Pogorelich, perdura por bello y por egregio. El aplauso debe Regar a Juventudes Musicales de Madrid y a sus patrocinadores en esta ocasi¨®n, Chase Manhattan Bank Espa?a.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.