En los mentideros taurinos
Para el resto de los residentes de la gran ciudad, las corridas de San Isidro pasan casi inadvertidas, pero para los aficionados madrile?os se est¨¢ "en feria". Hay que celebrarlo, por tanto, en decenas de abrevaderos, donde uno se puede acercar a este extra?o mundo que Ca?abate bautiz¨® como el planeta de los toros. A continuaci¨®n, una gu¨ªa. pr¨¢ctica:La principal zona taurina de Madrid se encuentra en las proximidades de la calle de la Victoria, en la que est¨¢n la taquilla oficial, los puestos autorizados del 20% y los reventas, ambulantes, de nuevo centro de pol¨¦mica. En bares corrio La Campana y La Oficina, en la calle de N¨²?ez de Arce, y Dor¨ªn, en la calle del Pr¨ªncipe, picadores y banderilleros se enteran de contratos ocasioriales o los empresarios de festejos econ¨®micos regatean con alcaldes de pueblos la organizaci¨®n de las fiestas patronales. Son. locales en los que "nadie se equivoca nunca, donde todos son valientes", en palabras de un escritor.
Taurinos profesionales y aficionados tambi¨¦n paran en la cercana cervecer¨ªa. Alemana, en la plaza de Santa Ana, desde cuyas mesas de m¨¢rmol conduc¨ªa sus negocios el avispado apoderado Dorningo Domingu¨ªn. Hay una. foto de ¨¦l, tomada en los a?os 40, con dos de sus hijos toreros, Luis Miguel y Domingo; Antonio Bienvenida y su padre, el Papa Negro, y el maestro mexicano Rodolfo Gaona: casi n¨¢.
Hay muchos buenosmesones y restaurantes con ambiente taurino en este barrio, como Vi?a P (plaza de Santa Aria), La Trucha (Manuel Fern¨¢ndez y Gonz¨¢lez, 3, y N¨²?ez de Arce, 6), y La Chuleta. (Manuel Fern¨¢ndez y Gonz¨¢lez, 6). Para bolsos menos repletos, casa Higinio (Cruz, 15) sirve a partir de las 10 de la ma?ana una excelente taza de caldo para lidiar los excesos de la noche anterior. A la hora de comer se colocan mesas y sillas plegables en donde serv¨ªr jud¨ªas pintas y blancas, patatas con carne, un cocido completo... Otra zona taurina es, el barrio de Salamanea. En casa Puebla (Pr¨ªncipe de Vergara, esquina a Hermosilla) paraban los Bienvenida, que viv¨ªan enfrente, y actualmente se puede escuchar hablar a Gonzalito, mozo de estoques de Curro Romero; dicen que para ver bien a Curro tienes que viajar en su cuadrilla, como Gonzalito. El due?o del local, Emilio, muy aficionado, tiene mala suerte: de sus tres hijas, dos le han salido ecologistas, enemigas de la fiesta.
Casa D¨ªaz (Ayala, 8 1) expone fotos y reliquias taurinas -sobre todo, las referidas al diestro Anto?ete- y sirve rabo de toro todos los d¨ªas. En casa Poli (Castell¨®, esquina a Jorge Juan) se puede ver al afamado ganadero Victorino Mart¨ªn comiendo en la barra: para ahorrar dinero, dicen algunos; para poder levantarse con m¨¢s facilidad y saludar a todo el mundo, seg¨²n otros.
Un museorestaurante
El restaurante Salvador (Barbieri, 12) es un aut¨¦ntico museo taurino. El mismo estilo, en tono menor, se encuentra en Malacat¨ªn, una popular taberna de la calle de la Ruda, en pleno Rastro. Tambi¨¦n hay ambiente taurino en El Para¨ªso (Hortaleza, 28). Uno de los lugares m¨¢s agradables para comer durante San Isidro es la Venta del Bat¨¢n, en la Casa de Campo, donde se exhiben los toros para las pr¨®ximas cuatro o cinco corridas. Hay un restaurante al aire libre donde, el otro d¨ªa, al rematar la tercera jarra de sangr¨ªa (500 pesetas la unidad), a unos aficionados les pareci¨® que la fiesta brava era la m¨¢s bella de todas las inventadas por el hombre y que todo entraba en la armon¨ªa de la creaci¨®n.
Cuando terminan las corridas, pasadas las nueve de la noche, los aficionados se re¨²nen en los bares alrededor de la plaza para analizar la lidia. Muchos de los asistentes son j¨®venes que han llegado a la fiesta en los ¨²ltimos a?os. Se consumen grandes cantidades de tripas, orejas y tent¨¢culos y, como estos locales est¨¢n muy concurridos, la gente se echa a la calle para colocar sus vasos y platos sobre los cap¨®s de los coches aparcados; a veces, los aficionados discuten y pegan pases al c¨¢lido aire nocturno hasta pasada la medianoche.
Para cenar, la afici¨®n puede ir a Aroca (plaza de los Carros, 3); El Callej¨®n (Temera, 6), que incluye un minimuseo dedicado al aficionado norteamericano -Ernest, Hemingway; Los Borrachos de Vel¨¢zquez (Pr¨ªncipe. de Vergara, 205), uno de cuyos socios fue Curro Romero. Tambi¨¦n, La Corralada (Villanueva, 21), y, al lado, una g¨¹isquer¨ªa llamada Los Polacos, donde hay m¨¢s subalternos, apoderados y reventas de lujo por metro cuadrado que en el patio de caballos en tarde de toros. Y muy cerca, el hotel WeIlington (Vel¨¢zquez, 8), probablemente La Meca del taurinismo: se juntan matadores retirados, actuales y fracasados; ganaderos andaluces ysalmantinos; empresarios que hacen y deshacen con una palabra ferias enteras; periodistas y fot¨®grafos. Las horas punta son antes de comer y despu¨¦s de la corrida, cuando apenas uno se puede mover alrededor de una barra en forma de ruedo. Se venden libros y cuadros de toros y se imparten m¨²ltiples y efusivos abrazos con palmaditas. Todos se conocen, todos se quieren, todos se odian.
"Sigue la fiesta hasta las 5 de la madrugada en disco-bo?te Cach¨¦, en Orense, 24", reza un anuncio en el programa de mano de la plaza: cada madrugada, a la una, Pedro Javier C¨¢ceres analiza los pormenores de la lidia a trav¨¦s de un v¨ªdeo. A la misma, hora, en Bluesville (Santo Domingo de Silos, 6), el din¨¢rnico Manolo Vidal, sin v¨ªdeo, habla con el ganadero y alg¨²n torero protagonista de la tarde. No se imparte esta sabidur¨ªa gratis: una copa de vino espa?ol en el segundo local vale exactamente 800 pesetas. Y luego, a casa, que ma?ana hay m¨¢s.
Babelia
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