Europa, acepta las armas qu¨ªmicas
LA DECISI?N adoptada por los 14 ministros de Defensa que constituyen el Comit¨¦ de Planes de Defensa de la OTAN sobre las armas qu¨ªmicas reviste una gravedad extraordinaria porque significa relanzar la carrera de armamentos en un terreno particularmente peligroso. En el comunicado de la cumbre Reagan-Gorbachov de noviembre pasado, los dos l¨ªderes se comprometen a acelerar las gestiones para llegar a unta prohibici¨®n total y completa de las armas qu¨ªmicas y a la destrucci¨®n de los dep¨®sitos existentes. Sin embargo, el Pent¨¢gono ha decidido, en el marco de la estrategia de negociar "desde posiciones de fuerza", poner en fabricaci¨®n una nueva generaci¨®n de armas qu¨ªmicas m¨¢s destructivas y con un alcance mayor que las que se hallan almacenadas en la RFA, y que no han sido renovadas desde 1962. Esta pretensi¨®n choc¨® con una fuerte resistencia en el Congreso norteamericano, que refleja el repudio que e se tipo de armas provoca entre ampl¨ªsimos sectores de la poblaci¨®n. El Congreso puso una condici¨®n a las asignaciones para fabricar dichas armas: que los aliados respaldasen la decisi¨®n y aceptasen su almacenamiento en Europa. Esta actitud, sin precedentes, equival¨ªa a otorgar a Europa la posibilidad concreta de contribuir de un modo operativo a dar un frenazo a la carrera de armamentos en ese terreno tan sensible.Sin embargo, las cosas han discurrido en un sentido totalmente distinto. Durante la cumbre de Tokio, el presidente Reagan y el canciller Kohl llegaron a un acuerdo para que la RFA aceptase que las nuevas armas qu¨ªmicas fuesen situadas en la RFA "en casos, de emergencia"; EE UU retirar¨¢ progresivamente las viejas hasta 1992. Este acuerdo dio lugar a una campa?a de prensa y a un debate parlamentario en el que los socialdem¨®cratas acusaron a Kohl de ser corresponsable de la nueva carrera armamentista deseada por el Pent¨¢gono. El 16 de mayo, los representantes permanentes en Bruselas, al aprobar los "objetivos de fuerza" de la OTAN, dieron un primer respaldo europeo a la fabricaci¨®n de las nuevas armas qu¨ªmicas, que figuran dentro de los "objetivos de fuerza" de EE UU.
El jueves pasado, los ministros de Defensa apoyaron los planes del Pent¨¢gono. Dinamarca, Noruega, Holanda e Italia ten¨ªan reservas, la decisi¨®n no les agradaba, pero ninguno ha manifestado una negativa formal; y como los ¨®rganos de la OTAN funcionan por consenso, ello significa que todos han asumido la responsabilidad de la decisi¨®n. El secretario de Defensa de EE UU ha podido sacar las conclusiones con un optimismo nada disimulado: ha dicho que la modernizaci¨®n de las armas qu¨ªmicas "ha sido adoptada" y que "no falt¨® la unanimidad", agregando que en caso de emergencia esas nuevas armas ser¨¢n trasladadas a Europa "tras realizar consultas". Estados Unidos tiene todas las cartas en la mano; ¨¦l decidir¨¢ si existe o no "emergencia", y "hacer consultas" es un mero tr¨¢mite; la decisi¨®n depende de Washington.
La posici¨®n de Espa?a ha sido particularmente lamentable e incomprensible; se ha pretendido, una vez m¨¢s, con ambig¨¹edades y medias verdades, impedir que el ciudadano conozca los compromisos contra¨ªdos por el Gobierno. Decir que la renovaci¨®n de las armas qu¨ªmicas es una decisi¨®n puramente estadounidense. es enga?oso; disimula que el Pent¨¢gono necesita, en este caso, un respaldo europeo para que el Congreso conceda los fondos. Una prueba suplementaria de que no se trata solamente de una decisi¨®n americana es que un grupo de 10 senadores ha manifestado que la decisi¨®n tomada en Bruselas por los ministros de Defensa no es suficiente; que el Congreso exige la aprobaci¨®n del Consejo de la OTAN, del cual forma parte Francia, y que est¨¢ encargado de las decisiones pol¨ªticas. Decir que Espa?a jam¨¢s aceptar¨¢ armas qu¨ªmicas en su suelo es contradictorio con la actitud en Bruselas, que equivale a dejar en manos norteamericanas el momento -si hay o no emergencia- del env¨ªo a Europa de esas armas; Serra ha asegurado que ser¨¢ preciso el "permiso del pa¨ªs en el que vayan a ser almacenadas", pero Weinberger se ha referido a "consultas"; el matiz es de talla, y la experiencia no deja lugar a dudas sobre qui¨¦n es quien de verdad decide en casos semejantes.
La decisi¨®n adoptada el 22 de mayo en Bruselas es indicativa de un fen¨®meno que se viene manifestando en otras reuniones atl¨¢nticas. Por mucho que se hable de reforzar el "pilar europeo" de la OTAN, cada vez es mayor la subordinaci¨®n de Europa a opciones estrat¨¦gicas tomadas unilateralmente en Washington. Desde los "desacuerdos europeos" con motivo del bombardeo de Libia, EE UU ha acentuado considerablemente su presi¨®n sobre el continente. En el caso de las armas qu¨ªmicas, la inicial oposici¨®n europea era clara, y en Italia, Holanda, Dinamarca y Noruega tuvo expresiones gubernamentales y parlamentarias. No deja de ser asombroso que luego todo quedase en f¨®rmulas para que lasustancia de lo decidido se disimulase al m¨¢ximo a los ojos de las opiniones p¨²blicas.
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