?A por ellos!
Tres toreros que empiezan, los tres con posibilidades de futuro y unas ilusiones locas por abrirse camino en su dif¨ªcil profesi¨®n, hicieron ayer el pase¨ªllo en Las Ventas. Roto el pase¨ªllo, se encontraron con la cruda realidad: los taurinos iban a por ellos.
A los taurinos les chiflan los coetudos tremendistas, los que necesitan bailar corrales para que salga el toro de su medida, los del trallazo, la mediocridad por norma, la zafiedad por estilo y la horterada por est¨¦tica. Los taurinos es que son muy mediocres, muy zafios y muy horteras. Por eso cuando surgen toreros como los de ayer, que no bailan corrales, que tan hecho de la torer¨ªa religi¨®n y, anhelan traducirla en arte con la fe le los iluminados, a por ellos se tian, al cuello si es preciso. ?Quieren contratos? Pues que se los ganen con las gayumbadas. ?Presumen de exquisitos? Pues que lo sean con esta corralada que merqu¨¦ de barato.
Arauz / Mora, Joselito, Carretero
Tres toros de Arauz de Robles; 3?, de Wart¨ªnez Benavides; 4?, de Lupi; 6? de Wurteira (¨¦stos tres, sobreros): mal presentados, flojos y descastados. Juan Wora: bajonazo (palmas); tres pinchazos y estocada corta baj¨ªsima (gran ovaci¨®n y salida al tercio). Joselito: dos pinchazos, estocada corta delantera, rueda de peones y descabello aplausos y salida al tercio); tres pinchazos y estocada ladeada .Ovaci¨®n y salida al tercio). Jos¨¦ Antonio Carretero: pinchazo hondo tendido silencio y estocada delantera ca¨ªda aplausos). Plaza de Las Ventas, 30 de mayo. 21? corrida de feria.
A veces la ruindad va del brazo de la incompetencia, y de esto ¨²ltimo pudo haber algo ayer. Nadie sabe, qu¨¦ diantres ocultan los toros y l¨®gicamente, no se le puede responsabilizar al empresario del mal juego que d¨¦ una corrida. Pero siempre hay garant¨ªas u opciones barruntativas antes de comprarla. Si es de ganader¨ªa con prestigio, el busca lo bueno, y nadie le podr¨¢ culpar de que salga malo. Si no tiene prestigio, como a ganader¨ªa de ayer -y sus nefastos remiendos-es que busca lo malo, o le da lo mismo, en cuyo caso o es un incompetente o est¨¢ sacrificando con sus chanchullos a os toreros, al espect¨¢culo y al p¨²blico que lo mantiene.
Era in¨²til que los tres toreros trataran de sobreponerse a la encerrona, pues jugarse la vida con in toro impresentable, inv¨¢lido y descastado -que el p¨²blico proestaba con toda raz¨®n no ofrec¨ªa m¨¢s alternativas que el fracaso o la cornada. Juan Mora se la pudo llevar muy gorda. El cuarto toro le enganch¨® dos veces; una por el vientre, otra pas¨¢ndoselo de pit¨®n a pit¨®n con una sa?a salvaje.
Afortunadamente, no result¨® herido y el torero continu¨® su faena recrecido, valiente hasta la temeridad.
Y, adem¨¢s, tore¨®. Juan Mora instrument¨® redondos que constitu¨ªan la expresi¨®n m¨¢s pura del arte de torear. Si al primero no le llega a perder el ritmo -por tanto, el temple- habr¨ªa cuajado faena; el otro no ten¨ªa nada que cuajar: vacuno de violenta catadura, topaba, m¨¢s que embest¨ªa, con la cara alta y derrotaba con manifiesta intenci¨®n de pulverizar femorales al menor descuido.
Torero a carta cabal fue tambi¨¦n Joselito, que pele¨® con el desabrido vacuno para sacarle partido. La tarea era imposible, pero, por si acaso, dio faroles, ch¨ªcuelinas, navarras, ver¨®nicas juntas las zapatillas o cargada la suerte, medias ver¨®nicas.... Se trataba de torear ?no? Eso cre¨ªa ¨¦l, como lo cre¨ªan sus compa?eros. Pero no se trataba d¨¦ torear, sino de ratonear tremendismos en derredor de aquellas ruinas, al gusto de los taurinos, y luego que saliese el sol por Antequera.
Persistente en su error, citaba de largo a su primer toro, aguantaba de frente la embestida. A veces abr¨ªa el comp¨¢s y asentaba las zapatillas en la arena con tanta arrogancia que exageraba la postura y descompon¨ªa la naturalidad del toreo. El toro aborricado imped¨ªa la continuidad de las suertes y Joselito extra¨ªa de su amplio repertorio las m¨¢s adecuadas -el molinete, los ayudados, las manoletinas-, pero como si se operaba.
Empez¨® la faena al quinto con un pase cambiado, citando en los medios desde muy largo, y lig¨® a continuaci¨®n tres primorosos muletazos, con hondura y garbo de maestro. Se iba entonces despacio de la cara del toro y le nimbaba una aureola de grandeza, en tanto restallaba la ovaci¨®n. No pudo haber m¨¢s, con aquel animalucho sin embestida, que desesperadas porf¨ªas y buscarle las vueltas para conseguir medios pases o pitonazos por cerca de la pechera.
Carretero no es tan exquisito como sus compa?eros, aunque s¨ª m¨¢s espectacular y pragm¨¢tico. Le dio igual. Su valor y su entusiasmo se daban contra la burrer¨ªa del ganado. Al sexto le entr¨® el mal de San Vito y la presidencia lo devolvi¨® al corral, en flagrante vulneraci¨®n del reglamento, pues un toro inutilizado en la lidia no puede ser sustituido. Ahora bien, si antirreglamentaria fue esa decisi¨®n, m¨¢s antirreglamentarios eran los pitones que sac¨® el sobrero, descaradamente romos, de manera que vaya lo uno por lo otro. Y, adem¨¢s, result¨® tan burro como sus antecesores. La caza de j¨®venes valores alcanz¨® as¨ª sus objetivos plenos; hasta el ¨²ltimo minuto, de noche cerrada ya.
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