El 'rey de la fuga' escapa de nuevo
Michel Vaujour huy¨® de la prisi¨®n de La Sant¨¦ en un helic¨®ptero pilotado por su mujer
Las 50 mujeres que hac¨ªan cola el pasado d¨ªa 26 en el patio de la prisi¨®n de La Sant¨¦, en Par¨ªs, para visitar a sus familiares presos prorrumpieron en una larga ovaci¨®n: el rey de la fuga, Michel Vaujour, de 34 a?os, acababa de escaparse una vez m¨¢s. Ante sus ojos y los de dos docenas de guardianes, Vaujour logr¨® subir hasta el tech¨® del edificio y montarse en un helic¨®ptero que le esperaba en el aire. A los mandos del aparato se encontraba su esposa, Nadine Bourgain, una mujer peque?a e insignificante que logr¨® sacar la licencia de piloto en menos de un mes y que prepar¨® cuidadosamente la operaci¨®n.
Michel Vaujour cumpl¨ªa una condena de 18 a?os por robo a mano armada y tentativa de homicidio voluntario. Seg¨²n la sentencia, hiri¨® a un gendarme que intent¨® interceptarle cuando hu¨ªa en moto con un amigo. Michel reconoci¨® siempre el atraco, pero neg¨® que fuera el autor de los disparos. El jurado no le crey¨®. Vatijour ten¨ªa ya una larga historia criminal y empezaba a ser conocido como un gran especialista en evasiones: seis en menos de 10 a?os. "Mi cliente", explica ahora su abogado, Antoine Deguoines, "es un hombre inestable e impulsivo, dotado de una gran inteligencia. Es tambi¨¦n un hombre apasionado que no puede soportar la prisi¨®n". "He conocido en la c¨¢rcel a hombres que llevaban 20 a?os detenidos, y les aseguro que prefiero estar muerto", grit¨® Vaujour a quienes le condenaron.Nadine, su mujer, sab¨ªa muy bien que Michel era incapaz de soportar m¨¢s de dos a?os seguidos en prisi¨®n. Ella le conoci¨® a mediados de los setenta, cuando era una jovencita seria, dividida entre la influencia de sus padres (un severo cerrajero y una representante de comercio) y la de su hermano, Gilles, que se relacion¨® pronto con el mundo del milieu (la delincuencia organizada) y que termin¨® sus d¨ªas en 1983 en el asalto frustrado a un furg¨®n blindado. Su relaci¨®n fue accidentada, siempre huyendo por media Francia, y aprovechando las peque?as interrupciones en las que Michel lograba, de uno u otro modo, la libertad. En 1979 ella se qued¨® embarazada y decidieron casarse: la boda tuvo lugar en la c¨¢rcel porque la polic¨ªa acababa de poner fin a una de las correr¨ªas del novio.
Fue desde el primer momento un amor loco. ?l, peque?o, nervioso y seco, con los ojos azules y fama de duro, le escrib¨ªa desde la c¨¢rcel poemas de amor concienzudamente trabajados. Ella le contestaba con largas cartas llenas de peque?os detalles de su vida cotidiana. "Michel, no te preocupes, yo te sacar¨¦", le dijo Nadine el d¨ªa en que le condenaron a 18 a?os.
Pas¨® el tiempo, y la peque?a mujer cumpli¨® su promesa. La polic¨ªa cree que fue ella quien prepar¨® minuciosamente la escapada. Meses de trabajo tranquilo para convencer a los gendarmes de que llevaba una vida tradicional, ocupada de su peque?a hija Marlene y con las visitas semanales a La Sant¨¦. Meses de comportarse ante los vecinos como una mujer resignada a su suerte. Todo ello al mismo tiempo que se procuraba una identidad falsa como Lena Rigon, nacida en Estocolmo, anticuaria de profesi¨®n y -detalle coqueto- tres a?os m¨¢s joven de lo que es en realidad, que se matriculaba en un curso para obtener la licencia de piloto de helic¨®pteros.
Despeg¨® normalmente
"Era una joven t¨ªmida, reservada y amable, que llamaba mucho a su madre y que le preguntaba c¨®mo estaban los gatos de la familia", recuerda el director de la escuela, Guy Coissard. Nadine pag¨® religiosamente los 32.000 francos (640.000 pesetas) que costaba el curso y se puso a estudiar como una loca. "Siempre la pon¨ªamos de ejemplo con los otros alumnos". Coissard no puede ocultar que est¨¢ orgulloso de los buenos resultados de su m¨¦todo de ense?anza: "La chica consigui¨® 58 puntos sobre 60 en el examen oficial, algo que est¨¢ muy cerca de la perfecci¨®n", explica.Con la licencia en el bolsillo, Lena esper¨® todav¨ªa varios meses. Cada 15 o 20 d¨ªas acud¨ªa a un club donde, mediante el pago de 44.000 pesetas la hora, se puede alquilar un helic¨®ptero. Lo importante era hacer pr¨¢cticas, y sobre todo convertirse en un cliente habitual que no despertara sospechas. El empleado del club recuerda que siempre eleg¨ªa el mismo tipo de aparato, un Alouette II, y que nunca tuvo el menor incidente. "Era una piloto seria y responsable, con un dominio total del helic¨®ptero", asegura.
Por fin, el pasado lunes 26 de mayo todo estuvo a punto. Nadine acudi¨® a las diez de la ma?ana al club, acompa?ada por un hombre que no abri¨® la boca, y pidi¨®, como siempre, su helic¨®ptero favorito. Despeg¨® normalmente 20 minutos m¨¢s tarde, pero tom¨® tierra poco despu¨¦s para cambiar las placas de matr¨ªcula y colocar unas falsas. As¨ª, cuando la polic¨ªa identificara el aparato perder¨ªa alg¨²n tiempo buscando su procedencia. El Alouette II pas¨® cerca del helipuerto de Par¨ªs a una altura demasiado baja y la polic¨ªa intent¨® entrar en contacto por radio con ¨¦l, sin obtener respuesta. Unos minutos despu¨¦s estaba sobre la prisi¨®n de La Sant¨¦, pr¨¢cticamente detenido en el aire, a un metro del techo. Los guardianes miraron hacia el aparato sin comprender, hasta que vieron dos hombres encaramarse al tejado. Uno de ellos, Michel, se asi¨® a los patines del helic¨®ptero y se iz¨® al punto hasta la cabina. El otro, un peque?o delincuente llamado R¨¦gis Hern¨¢ndez, se qued¨® en tierra. Unos dicen que no fue capaz de subir y que el helic¨®ptero no le esper¨®. Otros afirman, por el contrario, que Hern¨¢ndez nunca pens¨® en escaparse y que se limit¨® a ayudar a Vaujour. Tres minutos despu¨¦s el Alouette emprend¨ªa el vuelo entre los ir¨®nicos aplausos de los espectadores.
"Nosotros no disparamos", explica el director de La Sant¨¦, "porque hubiera sido mucho peor que el helic¨®ptero se estrellara contra la calle, un lugar muy concurrido". "Los polic¨ªas no sab¨ªan qu¨¦ hacer", le contradice una de las mujeres que estaba haciendo cola, "corr¨ªan de un lado para otro gritando ¨®rdenes sin sentido. En cualquier caso, tengo que decir que los que se escaparon me alegraron la ma?ana".
El helic¨®ptero fue encontrado poco despu¨¦s en el campo de deportes de la ciudad universitaria. Michel, Nadine y su misterioso amigo hab¨ªan desaparecido. Hace ya casi una semana que la polic¨ªa les busca por toda Francia. "La mujer no se escapar¨¢ esta vez", explican los gendarmes, "cuando les echemos el guante ella tambi¨¦n ir¨¢ a parar a la c¨¢rcel. Hasta ahora nunca hab¨ªamos podido implicarla en los delitos de su marido".
El Ministerio del Interior est¨¢ convencido de que terminar¨¢ por detenerles de nuevo. "En 1981 hubo dos presos que se escaparon por el mismo procedimiento y logramos capturarles a los pocos meses", aseguran. Hace cinco a?os, dos delincuentes secuestraron un helic¨®ptero y obligaron al piloto a aterrizar en el campo de f¨²tbol de la prisi¨®n de Fleury Merogis, en mitad de un partido. Dos de los jugadores, echaron a correr y se subieron al aparato sin que nadie pudiera reaccionar. "A partir de entonces ordenamos que se colocaran redes sobre los patios y zonas de paseo de las prisiones", explica un portavoz del ministerio. Imposible evitar, sin embargo, una fuga como la de Vaoujor. "Y eso que conociendo sus antecedentes le hab¨ªamos trasladado a La Sant¨¦, que tiene fama de muy segura".
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