El brujo
Rafael ?lvarez, el Brujo, o Rogelio el Hojalatero (La taberna fant¨¢stica, Alfonso Sastre), es la ¨²ltima revelaci¨®n madrile?a del teatro off/off Gran V¨ªa. Rafael ?lvarez, el Brujo, o sea Rogelio el Hojalatero, es menudo, nervioso, infantil, con cara de pez pintado por Picasso, perfil en punta e infinitos registros teatrales. El salto del underground a la gloria oficial lo va a pegar mediante la televisi¨®n.Alfonso Sastre, autor dado a trascendencias, ten¨ªa en el bolsillo de atr¨¢s del pantal¨®n, desde los felices 60, su comedia La taberna fant¨¢stica, que no estren¨® antes por razones obvias de paternalismo franquista, y quiz¨¢ tambi¨¦n porque Sastre consideraba esta pieza como menor y costumbrista. Estrenada, al fin, en septiembre del pasado a?o, la cr¨ªtica habla de ella como de una de las mejores o la mejor de las comedias de AS. Repuesta ahora en el Pav¨®n, puro Rastro, con personajes tan madrile?os como el ciego de las Ventas, nos sabe a aquel socialrealismo con mensaje de cuando entonces, s¨®lo que bien hecho. La funci¨®n se estren¨® en el C¨ªrculo de Bellas Artes, o sea para intelectuales, y el cronista no quer¨ªa perderse la reposici¨®n ante un p¨²blico, el del Rastro, que es aproximadamente el mismo de la comedia: es decir, espejo frente a espejo. El Brujo, que es un brujo, siempre al loro de esto, exaspera su actuaci¨®n, lleva al l¨ªmite su personaje, puebla el escenario con su estilo barroco, por mejor llegar a un p¨²blico de bulto y por desfogarse a s¨ª mismo.
He estado en la madrugada con Rafael ?lvarez, el Brujo, le he observado procurando establecer una distancia cr¨ªtica, y me parece uno de los seres m¨¢s singulares, "ang¨¦licos" y dotados que ha dado el underground madrile?o en mucho tiempo. Rafael ?lvarez, el Brujo, gasta pelo crespo, perfil picudo, bigotillo de espadach¨ªn frustrado, ojos redondos, estilo de pez, alma de ni?o y cazadora negra. Rafael ?lvarez, el Brujo, es mucho m¨¢s que un actor y mucho m¨¢s que un brujo. Es una criatura singular y celestial, el unig¨¦nito socio de un Madrid que ento?a.
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