Nervioso comp¨¢s de espera
En las cumbres del pop espa?ol habitan hoy, grupos directamente emparentados con la insurrecci¨®n de 1980: incluso El ¨²ltimo de la Fila, el nombre m¨¢s. fresco en la primera divisi¨®n, tiene su origen en Los R¨¢pidos, un producto tard¨ªo de la nueva ola. Es una generaci¨®n musical que naci¨® con estrellas en los ojos y que ha sufrido m¨¢s de lo que imaginaba hasta llegar al puesto actual. La pelea ha sido dura, pero algunos -caso de Radio Futura o Alaska y Dinarama- pueden permitirse prescindir este a?o de las actuaciones y tornarse con calma la grabaci¨®n de sus nuevos discos. Todo un lujo (aunque es bien cierto que tienen poca competencia en sus respectivas demarcaciones).
El peligro del pesebre
Entre 1980 y 1986,muchos cambios. El primero, que los grupos pueden vivir c¨®modamente de los contratos de ayuntamientos y otras instituciones deseosas de conectar con el p¨²blico joven. Para algunos heterodoxos, como Fernando M¨¢rquez, eso supone adoptar una complacencia ante el poder que ha timado el potencial agitador de una m¨²sica que naci¨® arrogante y rebelde. Pero los grupos han aceptado alegremente a los nuevos patronos, aunque eso suponga desequilibrar el endeble circuito de locales privados, imprescindible para la forja y la subsistencia de los nov¨ªsimos.Tambi¨¦n se han regularizado las alternativas discogr¨¢ficas: pr¨¢cticamente todas las compa?¨ªas fuertes aceptan la m¨²sica m¨¢s fresca, que compite en el mercado Con los lanzamientos de las independientes que se han profesionalizado (DRO, Grabaciones Accidentales, Twins, Nuevos Medios). Cada sector ha madurado y se especializa en lo suyo: las grandes optan por grupos bien empaquetados y con posibilidades de aceptaci¨®n masiva; las peque?as se permiten un margen para la experimentaci¨®n y aceptan trabajar con grupos todav¨ªa crudos. Siguen existiendo los prejuicios, eso s¨ª: todav¨ªa puede ocurrir que una independiente rechace una grabaci¨®n por estar "demasiado bien producida" o que un tr¨ªo ins¨®lito como Magenta encuentre un rechazo activo al estar respaldado por una multinacional. En cuestiones de imagen se camina por el filo de la navaja, y hay que guardar las apariencias.
Fuera de la capital, el horizonte se pone oscuro. Cuentan con sellos regionales Valencia (Citra, Discos Medicinales), Asturias (SFA), Canarias (Jaja), Castilla y Le¨®n (Caskabel, PIGS), Catalu?a (PDI, Marilyn, etc¨¦tera), el Pa¨ªs Vasco (So?ua, Discos Suicidas). Conviene no dejarse deslumbrar por esta sopa de letras, ya que la mayor¨ªa sobrevive m¨¢s que prospera. Esta debilidad de las discogr¨¢ficas refleja el descomunal papel que tiene Madrid como centro de lanzamiento de los sonidos nuevos: dejando aparte el caso del rock radical vasco, que refleja ce?udamente el clima de la zona y cuenta con canales propios, todo se hace pensando en la capital del reino.
Madrid irradia tendencias y elige los candidatos al estrellato. La fuerza reguladora de los medios de comunicaci¨®n nacionales es inmensa: un programa de impacto como La edad de oro, que reflejaba los param¨¦tros madrile?os (o, m¨¢s exactamente, los del c¨ªrculo de amistades de Paloma Chamorro), ten¨ªa efectos devastadores en provincias al transmitir una estrecha definici¨®n de lo que era aceptable en un momento dado. Entonces y ahora, el mimetismo de lo madrile?o produce lamentables copias; es una tentaci¨®n a la que han resistido los grupos vigueses -que han preferido la infiltraci¨®n en los cen¨¢culos de la capital- y algunas bestias tozudas, como Los Ilegales asturianos. Hay una moraleja para esta triste historia: tienen m¨¢s posibilidades los que mantienen la pureza de su visi¨®n original que los que aceptan componendas para intentar subirse al carro de la moda.
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