Autogobierno, pacto y convivencia
Con un Gobierno socialista nuevamente en la Moncloa, as¨ª como con un Gobierno vasco reforzado por el previsto avance electoral del PNV, el desarrollo del Estatuto de Guernica debe culminarse plena y lealmente, sin cicater¨ªa, antes del final de la pr¨®xima legislatura. ?sta es la reflexi¨®n central que suscita la actual circunstancia electoral al autor del art¨ªculo, en el que se analiza, principalmente, la evoluci¨®n del autogobierno vasco desde la negociaci¨®n del texto constitucional en 1978.
La Constituci¨®n de 1978 fue lo suficientemente generosa y respetuosa con las diversas corrientes mayoritarias de la vida pol¨ªtica estatal como para que gran parte del pueblo espa?ol las aceptase plenamente. Ahora bien, su gran tal¨®n de Aquiles lo constituye el hecho de que no fuese capaz de resolver el viejo contencioso de 150 a?os que afecta profundamente al Estado en cuanto a su configuraci¨®n.La disposici¨®n adicional que el PNV intentaba insertar en la Constituci¨®n significaba el reconocimiento de los derechos hist¨®ricos vascos, defendido por pol¨ªticos, juristas y senadores reales en los debates previos a la aprobaci¨®n de la Carta Magna. Asimismo, y aunque en ¨²ltima instancia el acuerdo PSOE-UCD aniquilara la disposici¨®n, el partido socialista vot¨® afirmativamente a su paso por la comisi¨®n en el Senado.
Se impusieron los intereses partidistas a los intereses de Estado. No se actu¨® con mentalidad abierta... Falt¨® visi¨®n hist¨®rica. No me voy a detener en detallar la frustraci¨®n que dicha actitud produjo en Euskadi, pero s¨ª quiero recordar que meses despu¨¦s de la citada decepci¨®n hac¨ªa su aparici¨®n en la vida pol¨ªtica lo que la Prensa ha dado en denominar el nacionalismo radical de Herri Batasuna.
Posteriormente, bajo el impulso del PNV, la mayor¨ªa de las fuerzas vascas negociaron con el Gobierno de Su¨¢rez el Estatuto de Guernica, un estatuto que, aunque no significaba la completa devoluci¨®n del poder originario vasco, representaba el que Euskadi pudiese gozar, caso de un desarrollo pleno y generoso del mismo, de unas importantes cotas de autogobierno.
Para quienes han cre¨ªdo siempre en el pacto y, en consecuencia, rechazamos la ruptura unilateral y violenta que supuso la ley abolitoria de 1839, el estatuto representa, por encima de un texto jur¨ªdico, un pacto pol¨ªtico, por lo que exigimos y esperamos su leal cumplimiento. Tras su aprobaci¨®n, el respeto y voluntad de aplicaci¨®n del estatuto vasco ha pasado por vicisitudes de diverso signo.
El intento encubierto y anticonstitucional de vaciarlo de contenido, mediante la at¨ªpica figura de aumentar el hecho diferencial vasco a trav¨¦s de la ley org¨¢nica de Armonizaci¨®n del Proceso Auton¨®mico, el frenazo al proceso de transferencias o la elaboraci¨®n de leyes org¨¢nicas que pudiesen erosionar el estatuto, que se han producido en los dos primeros a?os de Gobierno, constituyen el bienio negro del proceso aludido.
Posteriormente, y tras el pacto de legislatura, el desarrollo estatutario y respeto al mismo se han acercado al esp¨ªritu de aquel pacto de Estado, de aquel pacto pol¨ªtico que signific¨® el Estatuto de Guernica, no sin que en ocasiones, m¨¢s de las deseadas, los acuerdos hayan sido dif¨ªciles, debido en especial a una concepci¨®n y a una filosof¨ªa no siempre convergente sobre lo que signific¨® el pacto.
Tras el 22 de junio, este proceso iniciado hace un a?o y medio debe consolidarse y no existen razones para una paralizaci¨®n del mismo. Con un Gobierno socialista nuevamente en la Moncloa, as¨ª como con un Gobierno vasco reforzado por el previsto avance electoral del PNV, el desarrollo estatutario debe culminarse plena y lealmente, sin cicater¨ªa, antes del final de la pr¨®xima legislatura.
Por encima de intereses partidistas, el PSOE y el PNV, en tanto a que son los leg¨ªtimos representantes de Madrid y Euskadi, tienen la misi¨®n hist¨®rica y la responsabilidad de caminar hacia el restablecimiento del pacto pol¨ªtico secular que funcion¨® a lo largo del tiempo y que no fue la excepci¨®n, sino, precisamente, la regla de convivencia durante siglos.
El hecho diferencial
Para ello, es necesario asumir no solamente en los textos constitucionales, sino tambi¨¦n en la realidad, el hecho diferencial vasco (ni mejor ni peor, pero s¨ª distinto).
En consecuencia, tener el convencimiento de que Euskadi no es una regi¨®n sino una naci¨®n en base a su cultura, tradici¨®n hist¨®rica y voluntad popular significa que tiene derecho a gozar de su propia personalidad y a desarrollarla, tanto a nivel estatal como europeo. Y, sobre todo, que no estamos ante un proceso de concesi¨®n, sino de devoluci¨®n.
A partir de los citados postulados, a trav¨¦s del autogobierno, el pacto pol¨ªtico debe conducir a restablecer la deteriorada convivencia hist¨®rica. Es hora de que los nombres y, sobre todo, el esp¨ªritu de los Esparteros y C¨¢novas sean olvidados y desterrados mediante la acci¨®n de quienes, con perspectiva hist¨®rica y visi¨®n de futuro, sepan comprender que el jacobinismo y el incumplimiento produjeron y producir¨¢n el enfrentamiento, mientras el autogobierno y el pacto condujeron y conducir¨¢n a la convivencia.
es eurodiputado por el PNV.
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