Las derechas y la mayor¨ªa
JULI?N SANTAMAR?ALa actual campa?a electoral se caracteriza por la existencia de una especie de coalici¨®n negativa, a derecha e izquierda, contra el socialismo, como producto de la ausencia de alternativas reales al PSOE. ?ste es el an¨¢lisis del autor de este art¨ªculo, en el que se analiza cada una de las fuerzas en disputa electoral y se asegura que en la derecha lo ¨²nico que se juega es qui¨¦n tendr¨¢ la iniciativa de la oposici¨®n en los pr¨®ximos cuatro a?os.
Lo peculiar de las pr¨®ximas elecciones, lo que las diferencia de las anteriores y de lo que es norma en el mundo occidental, es que tan s¨®lo un partido, el Partido Socialista Obrero Espa?ol, concurre a ellas como alternativa de gobierno. Las dem¨¢s fuerzas pol¨ªticas parecen haber descartado de antemano la posibilidad de acceder al Gobierno por s¨ª solas. Y tampoco han sido capaces de constituir ninguna coalici¨®n electoral con suficiente credibilidad.En la izquierda, diversas organizaciones se disputan la herencia del voto comunista. En la derecha, los diversos partidos conservadores, m¨¢s que competir por el poder, parecen disputarse entre s¨ª el liderazgo de lo que Carrillo ha llamado la oposici¨®n protocolizada.
La crisis del comunismo espa?ol no es un hecho aislado en Europa, ni siquiera en el sur de Europa, en donde el comunismo occidental ha tenido siempre sus m¨¢s firmes bastiones. En Finlandia y en Francia, donde el partido comunista alcanzaba en los a?os cincuenta casi un cuarto del total de los votos, se sit¨²a actualmente en torno al 10% de los mismos.
Ni en Grecia, ni siquiera en Portugal, los respectivos partidos comunistas superan significativamente esa barrera, que en Espa?a s¨®lo alcanzar¨ªa en 1979. Tan s¨®lo en Italia, el PCI mantiene, aunque con dificultad, sus posiciones, y ello por haber logrado ocupar desde muy pronto el espacio de la socialdemocracia.
Siglas y se?as de identidad
La crisis general de los partidos comunistas ha alcanzado en Espa?a proporciones desconocidas en el resto de Europa. Tras sus diversas escisiones, el PCE prescinde hoy incluso de sus siglas y se?as de identidad para presentarse a las elecciones en coalici¨®n con el Partido Carlista, la secta humanista y un par de ex concejales madrile?os.
La fragmentaci¨®n de la derecha espa?ola hunde sus ra¨ªces en nuestra historia. Parec¨ªa en v¨ªas de soluci¨®n ya en 1977 y, sobre todo, en 1979, cuando UCD ocup¨® casi totalmente ese espacio electoral, dejando a su derecha tan s¨®lo 1,5 millones de votos.
Pero la experiencia de UCD fracas¨®, y aun cuando est¨¢n por analizar en profundidad las causas que determinaron su desintegraci¨®n, es evidente que entre ellas no puede ignorarse la incapacidad de sus l¨ªderes para definir la identidad ideol¨®gica de UCD y determinar la estrategia m¨¢s adecuada para representar correctamente las aspiraciones del electorado conservador y, a la vez, competir con ¨¦xito con el partido socialista.
?sas son las mismas dificultades y carencias que caracterizan y dividen hoy a la derecha espa?ola, que aparece fragmentada en diversas formaciones pol¨ªticas. La distancia ideol¨®gica que le separa del PSOE hace casi imposible la transferencia de votos entre aqu¨¦llas y ¨¦ste o, en todo caso, la reduce a proporciones insignificantes.
Pero, adem¨¢s, ya en las elecciones auton¨®micas de mayo de 1983 se evidenci¨® la incapacidad de la Coalici¨®n Popular para atraer al electorado residual del centro. Por ello, comenz¨® a circular enseguida la teor¨ªa del techo de AP.
Precisamente con vocaci¨®n de heredar el voto de UCD y ocupar el espacio de centro surgi¨® el CDS de Adolfo Su¨¢rez. Despu¨¦s de cuatro a?os de silencios, reaparece ahora reclamando de nuevo el monopolio del espacio centrista, aun cuando sin dilucidar con claridad si se sit¨²a ideol¨®gicamente a la derecha del PSOE o entre ¨¦ste y el PCE.
No es seguro cu¨¢l ser¨¢ su proyecto pol¨ªtico, y ante esta cofusi¨®n e indefinici¨®n, parece tropezar con el veto de algunos poderes institucionales. No obstante, los banqueros acaban de concederle un extraordinario cr¨¦dito de popularidad al denegarle, con raz¨®n o sin ella, fondos electorales equivalentes a los que han entregado a otros grupos de igual o menor importancia.
La ¨²ltima de las formaciones conservadoras, el PRD, no es f¨¢cil de caracterizar. No s¨®lo carece de antecedentes en el mundo occidental, sino que no est¨¢ nada claro si es, efectivamente, un partido independiente y aut¨®nomo, si es o no es una coalici¨®n de partidos, o si es un simple ap¨¦ndice de alg¨²n otro grupo pol¨ªtico.
Desde una perspectiva ideol¨®gica, no es claro tampoco cu¨¢les son sus diferencias respecto a Coalici¨®n Popular, e incluso se sugiere que algunos de los socios de esta ¨²ltima est¨¢n m¨¢s distanciados de AP que del PRD.
El reformismo
Finalmente, tampoco se sabe con certeza qui¨¦n representa al partido, qui¨¦n es su l¨ªder principal o, por decirlo m¨¢s claramente, qui¨¦n manda en el PRD. De una parte, su candidato a la presidencia del Gobierno no es miembro de esa formaci¨®n, sino de CiU; de otra, el presidente del partido se ve relegado a una posici¨®n subalterna en las listas electorales de la capital de Espa?a, a la cabeza de las cuales se sit¨²a, en cambio, a otra persona ajena tambi¨¦n a ese partido.
Algunos estudiosos de la pol¨ªtica nacional sostienen que esa confusi¨®n org¨¢nica, carencia de implantaci¨®n, complejidad de liderazgo y falta de originalidad ideol¨®gica se explican por el hecho de no ser un partido sustantivo, sino simplemente instrumental. Se subraya de ese modo su conexi¨®n con la llamada operaci¨®n Roca, cuyas finalidades ¨²ltimas son tambi¨¦n objeto de discusi¨®n.
Para algunos, su objetivo primordial consistir¨ªa en disputar al CDS y CP el espacio ideol¨®gico del centro y centro-derecha, para asumir despu¨¦s de las elecciones, con el respaldo de algunos de los socios de Coalici¨®n Popular, la responsabilidad de reorganizar la derecha partiendo del centro.
Para otros, en cambio, el objetivo prioritario de dicha operaci¨®n consistir¨ªa antes que nada en apuntalar en Catalu?a la CiU de Pujol, a la que ¨¦l tambi¨¦n pertenece. La integraci¨®n en el partido reformista de diversos partidos regionalistas podr¨ªa contribuir a reforzar en las elecciones regionales la imagen victimista de Convergencia i Uni¨®.
Y de cara a las elecciones generales permitir¨ªa a CiU comparecer, no ya como simple opci¨®n regionalista, condenada a constituir una irrelevante minor¨ªa en el Congreso, sino como el componente catal¨¢n de una coalici¨®n m¨¢s amplia, con proyecci¨®n en todo el territorio nacional, lo que, de paso, le imprimir¨ªa un nuevo impulso dentro de la propia Catalu?a. Ambas interpretaciones no son necesariamente excluyentes, sino complementarias.
Lo interesante, pues, de estas elecciones ser¨¢ el resultado de la competici¨®n entre estas tres fuerzas pol¨ªticas por el espacio del centro y la derecha, resultado para el que caben imaginar diversos escenarios. La supervivencia de algunos de los l¨ªderes pol¨ªticos conservadores depender¨¢ de cu¨¢l sea el que finalmente se imponga.
Supervivencia
Lo que est¨¢ en juego para esos tres partidos conservadores y sus respectivos l¨ªderes en las pr¨®ximas elecciones no es, pues, qui¨¦n debe gobernar Espa?a hasta 1990, sino cu¨¢l o cu¨¢les de ellos sobreviven pol¨ªticamente y cu¨¢l de ellos debe mandar en la derecha durante los pr¨®ximos cuatro a?os.
El hecho de que ninguno de esos partidos constituya una alternativa real tendr¨¢ serias repercusiones en la campa?a electoral. En primer lugar, se presentar¨¢n ante el electorado con descalificaciones globales al Gobierno, ofertas desmesuradas y promesas demag¨®gicas, conscientes de que en ning¨²n caso tendr¨¢n que rendir cuentas de su cumplimiento. Giovanni Sartori, uno de los m¨¢s distinguidos especialistas en el estudio de los procesos electorales, ha descrito con extraordinaria agudeza ese fen¨®meno.
En segundo lugar, la irresponsabilidad de sus posiciones electorales es ya perceptible en el objetivo com¨²n que, por encima de todas sus diferencias ideol¨®gicas y de sus contrapuestos intereses electorales, han venido anunciando las fuerzas conservadoras en las ¨²ltimas semanas. Con el argumento de que "no es bueno que haya un Gobierno fuerte", el objetivo com¨²n consiste en privar al PSOE de la mayor¨ªa absoluta, objetivo compartido, por cierto, por la Izquierda Unida de Iglesias, L¨ªster, Tamames y Puerta.
'Coalici¨®n negativa'
As¨ª, pues, frente al Gobierno del PSOE, ning¨²n partido se presenta con una propuesta positiva y, a pesar de sus diferentes intereses electorales, todos ellos, a derecha e izquierda, se confunden integrando una especie de coalici¨®n negativa, incapaz de desembocar en un Gobierno alternativo.
Estamos, pues, ante una situaci¨®n similar a la que se produjo en Alemania a principios de los a?os treinta, cuando las fuerzas de la extrema derecha y extrema izquierda coincidieron, desde la oposici¨®n, en una pol¨ªtica encaminada a desgastar y debilitar a los Gobiernos democr¨¢ticos, que condujo poco despu¨¦s al hundimiento de la Rep¨²blica de Weimar.
Entonces, como ahora, las coaliciones negativas se han caracterizado por la irresponsabilidad de sus planteamientos. Ahora Fraga, que siempre ha preconizado la conveniencia de un Gobierno fuerte al modo brit¨¢nico; Roca, que siempre se ha pronunciado por una Administraci¨®n estable, que asegure la gobernabilidad del Estado, y Su¨¢rez, que no ha dejado de predicar la necesidad de Gobiernos homog¨¦neos, capaces de afirmar la supremac¨ªa del poder civil, sostienen al un¨ªsono exactamente lo contrario, sin que hasta el momento hayan sido capaces de ofrecer explicaci¨®n alguna a semejante inconsecuencia.
Es presumible, por lo dem¨¢s, que una campa?a de esas caracter¨ªsticas encontrar¨¢ cierto eco en aquellos colectivos privilegiados que durante estos ¨²ltimos a?os han visto recortados su poder y su autonom¨ªa como consecuencia de las reformas llevadas a cabo desde el Gobierno en el inter¨¦s general.
Pero no es f¨¢cil que encuentren eco popular, pues la sociedad espa?ola es consciente de que, por muchos que hayan sido los desaciertos y errores cometidos por el Gobierno en estos a?os, la experiencia socialista ha sido, en su conjunto, claramente positiva para Espa?a. Y es consciente tambi¨¦n de que, si ha sido posible neutralizar al golpismo, estabilizar la democracia, reducir la incidencia del terrorismo, sanear la econom¨ªa, reformar la Administraci¨®n civil, militar y judicial, controlar el fraude fiscal, redistribuir los ingresos de forma progresista y consolidar una pol¨ªtica de concertaci¨®n y paz social, lo ha sido precisamente porque el partido en el Gobierno ha contado con un amplio respaldo popular y una s¨®lida mayor¨ªa parlamentaria, que, aun sin permitirle hacer milagros ni vencer todas las resistencias, le ha permitido, en cambio, superar buena parte de ellas y abrir nuevas perspectivas para la construcci¨®n de una sociedad m¨¢s justa, libre e igualitaria. M¨¢s abierta.
es catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas y director del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas.
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