Comentarios a un poema
Jorge Luis Borges firm¨® 333 ejemplares de su libro Los conjurados, durante su ¨²ltima visita a la Feria del Libro de Madrid, los primeros d¨ªas de junio del a?o pasado. Borges concedi¨® un entrevista a este peri¨®dico, de la que no se public¨® un fragmento en el que el escritor argentino comenta los versos de uno de sus poemas m¨¢s extra?os, Cristo en la cruz.Para esta entrevista Borges esperaba sentado en un sill¨®n solitario de un sal¨®n en el hotel Palace. Apoyado en su bast¨®n como si bajo ¨¦l mantuviera pisado al mundo, Jorge Luis Borges se inclinaba peligrosamente al hablar. Era capaz de someterse a varias entrevistas seguidas, una tras otra, sin demostrar cansancio o aburrimiento. Hablar era para ¨¦l la manera de mantener al d¨ªa su pasado, de no perder im¨¢genes en su memoria, de revivir, de seguir viviendo.
-El orden en el que se presentan los poemas de Los conjurados sugiere una presencia constante del tema de la muerte. Hay quien coment¨® que este libro es su testamento literario.
-Bueno, esperemos que no -dijo, riendo, Borges- Salvo que cada libro es un testamento.
-El primer poema que incluye en este libro toca un tema poco frecuente en su literatura, se titula Cristo en la cruz.
-S¨ª, aunque no lo he vuelto a escuchar desde que lo escrib¨ª, ?podr¨ªa usted le¨¦rmelo?
-Cristo en la cruz. Los pies tocan la tierra. Los tres maderos son de igual altura. Cristo no est¨¢ en el medio. Es el tercero. La negra barba pende sobre el pecho. El rostro no es el el rostro de las l¨¢minas.
-Ser¨ªa muy raro que fuera.
-Es ¨¢spero y jud¨ªo. No lo veo y seguir¨¦ busc¨¢ndolo hasta el d¨ªa ¨²ltimo de mis pasos sobre la tierra.
-Cierto,creo que todos tenemos ese deseo ?no? Cristo fue para m¨ª el personaje m¨¢s v¨ªvido de la historia. Como hombre, el hombre m¨¢s extraordinario de la historia. El destino m¨¢s raro. Qu¨¦ raro que todo eso lo sepamos a trav¨¦s de unos oyentes suyos. Se me ocurri¨® en estos d¨ªas que la tarea de un escritor podr¨ªa ser, aunque sea imposible, escribir un quinto testamento sin repetir los anteriores y que, sin embargo, no fuera del todo indigno de ellos. Claro que es una tarea tan ambiciosa que yo jam¨¢s emprender¨¦. Un quinto testamento que puede tomar una par¨¢bola, uno que otro dicho, pero cambiando los textos. Yo pens¨¦ que ten¨ªa que empezar este libro con un poema un poco extenso, y que llamara un poco la atenci¨®n ?no? Un poema con un tema extraordinario, por lo menos en m¨ª. ?Y c¨®mo sigue?
- El hombre quebrantado sufre y calla.
La corona de espinas lo lastima. No lo alcanza la befa de la plebe que ha visto su agon¨ªa tantas veces. La suya o la del otro. Da lo mismo. Cristo en la cruz. Desordenadamente piensa en el reino que tal vez lo espera, piensa en una mujer que no fue suya.
No le est¨¢ dado ver la teolog¨ªa, la indescifrable Divinidad, los gn¨®sticos, las catedrales, la navaja de Occam, la p¨²rpura, la mitra, la liturgia,
-?C¨®rno ha podido el papado, el Vaticano acusar de esa manera?
-la conversi¨®n de Guthrum por la espada, la Inquisici¨®n, la sangre de los m¨¢rtires, las atroces Cruzadas, Juana de Arco, el Vaticano que bendice ej¨¦rcitos. Sabe que no es un dios y que es un hombre que muere con el d¨ªa. No le importa. Le importa el duro hierro de los clavos. No es un romano. No es un griego. Gime.
-Claro, yo creo que no era estoico, ?eh?. Los jud¨ªos no son estoicos.
-Nos ha dejado espl¨¦ndidas met¨¢foras y una doctrina delperd¨®n quepuede anular el pasado (Esa sentencia la escribi¨® un irland¨¦s en una c¨¢rcel).
-Claro, Oscar Wilde dijo: "El perd¨®n anula el pasado. Es verdad, si uno perdona algo ni siquiera existe.
-El alma busca elf in, apresurada.
Ha oscurecido un poco. Ya se ha muerto.
Anda una mosca por la carne quieta.
-Bueno, eso yo lo he visto en una nieta natural de un abuelo m¨ªo que estaba muri¨¦ndose. Yo fui a verla al hospital, estaba conversando con ella, me distraje un poco, luego vi la mosca y supe que hab¨ªa muerto. Es una experiencia personal m¨ªa y la us¨¦ porque tengo derecho a hacerlo ?no? Es terrible.
-?De qu¨¦ puede servirme que aquel hombre
haya sufrido, si yo sufro ahora?
-Claro,?c¨®mo la muerte de Cristo puede salvarnos?, es absurdo. Cada uno tiene que salvarse, eso me lo ense?¨® mi padre.
-El poema est¨¢ fechado en 1984, en Kyoto.
-?Kyoto? Eso hace m¨¢s raro el poema, ?no? Queda adornado con un vago paisaje japon¨¦s, que yo no vi jam¨¢s.
Babelia
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