Los sindicatos franceses acogen el despido libre como una 'declaraci¨®n de guerra'
El proyecto de ley sobre despido libre o supresi¨®n de la autorizaci¨®n administrativa, aprobado el pasado fin de semana por la Asamblea Nacional, ha sido acogido como una declaraci¨®n de guerra por la mayor¨ªa de los sindicatos franceses, que se manten¨ªan en una tensa vigilia desde la elecci¨®n del Gobierno conservador el pasado 16 de marzo. Tanto el sindicato comunista (CGT) como el de inspiraci¨®n socialista (CFDT) han anunciado el fin de la paz social, y el inicio de huelgas en el transporte y los ferrocarriles la semana pasada lo demuestra.
"No vamos a acudir a las negociaciones con la patronal con la soga al cuello como los burgueses de Calais. Haremos suficiente presi¨®n como para que los empresarios se tienten la ropa antes de echar a la gente a la calle" afirm¨® el secretario general de la CFDT, Edmond Maire. El pasado mi¨¦rcoles entraron en huelga el metro y los transportes urbanos de Par¨ªs y el jueves le toc¨® el turno a los ferrocarriles.El proyecto de ley, pendiente aun del tr¨¢mite del Senado, contiene tres novedades:
1) Los empresarios ya no tendr¨¢n que solicitar autorizaci¨®n de la Inspecci¨®n de Trabajo para despedir a sus empleados por motivos econ¨®micos, como suced¨ªa desde 1975. Bastar¨¢ con entregar a los afectados una carta y mantener una entrevista personal. El ritmo de despidos, seg¨²n esta f¨®rmula, podr¨¢ ser de hasta nueve al mes.
2) Sindicatos y patronal deber¨¢n iniciar una negociaci¨®n colectiva a fin de definir los procedimientos de consulta con los representantes sindicales de la empresa, medidas de reconversi¨®n y planes sociales.
3) A principios de oto?o, el Gobierno presentar¨¢ una nueva ley, sancionando el resultado de esas negociaciones.
"Este proyecto de ley constituye uno de los puntos claves de la estrategia del Gobierno para estimular el mercado de trabajo", asegur¨® un portavoz gubernamental. La oposici¨®n, socialistas y comunistas, considera, por el contrario, que las nuevas normas provocar¨¢n una oleada de despidos, m¨¢s de 100.000 sobre los ya previstos, porque la patronal no est¨¢ obligada a demostrar que necesita realmente reducir la plantilla. "No es cierto que las empresas se sintieran paralizadas, porque sab¨ªan perfectamente que si ten¨ªan suficientes motivos las autoridades le permit¨ªan despedir un cierto n¨²mero de trabajadores", afirma un portavoz socialista. El Partido Socialista ha presentado una moci¨®n de censura, aunque es consciente de que no tiene ninguna posibilidad de prosperar ya que el nuevo Gobierno cuenta con una mayor¨ªa parlamentaria suficiente.
Divergencias
El debate del proyecto de ley ha demostrado sin embargo que existen diferencias entre los distintos sectores que integran el Gobierno de Chirac. El ministro de Trabajo, Philippe Seguin, ha conseguido una victoria personal, en el sentido de que logr¨® hacer pasar la ley sin que el Gobierno tuviera que "comprometer su responsabilidad", es decir sin impedir completamente el debate parlamentario.Seguin, que se declara neogaullista y heredero de la tradici¨®n social de Georges Pompidou hubiera preferido que el Parlamento debatiera el nuevo procedimiento de consulta con los sindicatos y las empresas antes de suprimir la autorizaci¨®n de despido, pero las presiones del sector m¨¢s duro le obligaron a ceder.
El ministro de Trabajo, el ¨²nico que hasta ahora no hab¨ªa sido objeto de cr¨ªticas por parte de la oposici¨®n, ha desarrollado en estos primeros meses una estrategia diferente a la de sus colegas neoliberales. Seg¨²n ¨¦l, el Gobierno s¨®lo pod¨ªa darse un plazo de seis meses para ver si la patronal francesa es capaz de reaccionar. Si a finales de a?o se comprobaba que los empresarios no estaban dispuestos a contratar nuevos trabajadores, el Gobierno deber¨ªa asumir su responsabilidad y dar marcha atr¨¢s aprovechando la nueva ley.
Sobre el papel, Philippe Seguin contaba con el respaldo del todopoderoso ministro de Finanzas, Edouard Balladur. Su sorpresa fue enorme cuando el primer ministro Jacques Chirac critic¨® p¨²blicamente a aquellos miembros del Gobierno que le leen la cartilla a los empresarios y les responsabilizan del ¨¦xito o fracaso de la experiencia neoliberal.
El cambio de tono de Chirac se produjo durante el debate en el Parlamento y fue interpretado por la oposici¨®n como una muestra del escaso peso pol¨ªtico de Seguin dentro del gabinete. La situaci¨®n era tan comprometida para el ministro de Trabajo que Chirac tuvo que acortar precipitadamente un viaje a provincias para presentarse a ¨²ltima hora de la noche del s¨¢bado en la Asamblea y reiterar en p¨²blico su plena confianza en Seguin.
El ministro de Trabajo tiene ahora que convencer a la patronal y a los sindicatos para que negocien y lleguen a un r¨¢pido acuerdo, pero ambos interlocutores se muestran por el momento reacios y desconfiados.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.