Ante las urnas
De nuevo ante las urnas, el ciudadano no comprometido -quiero decir, el que no milita en ninguna agrupaci¨®n pol¨ªtica- tiene dif¨ªcil la decisi¨®n en esta convocatoria a los comicios. M¨¢s a¨²n cuando la campa?a electoral viene discurriendo por cauces desalentadores: cuando en lugar de una explanaci¨®n de los propios programas, cada l¨ªder se dedica a atacar ferozmente al adversario, por lo que hizo o por lo que dej¨® de hacer, o por lo que parece que piensa hacer. A veces este "m¨¦todo dial¨¦ctico" evidencia una torpeza inaudita, s¨®lo eficaz para determinados auditorios: ya es af¨¢n de comulgar con ruedas de molino aceptar con entusiasmo la demagogia pobr¨ªsima -y expresada con una oratoria impresentable- del se?or Iglesias (Gerard¨ªn, para entendemos). Peor a¨²n me parecen las invectivas del se?or Guerra contra el se?or Su¨¢rez; por ejemplo, lo de que "a punto estuvo de desmantelar la democracia despu¨¦s de haber desmantelado el Movimiento". El se?or Guerra sabe muy bien que la democracia lleg¨® a Espa?a como lleg¨® -mediante una transicion ejemplar-, en primer t¨¦rmino, porque el Rey entendi¨® su misi¨®n hist¨®rica exactamente -reinar sobre todos los espa?oles, garantizar la reconciliaci¨®n pendiente desde 1939-, y en segundo lugar, porque a la hora precisa hall¨® don Juan Carlos el instrumento m¨¢s id¨®neo para lograrlo en la intuici¨®n pol¨ªtica de Adolfo Su¨¢rez. Y sabe tambi¨¦n el se?or Guerra que si se produjo una crisis capaz de colapsar la obra de Su¨¢rez -cuando ¨¦sta se hallaba ya cumplida- fue por dos razones: porque jam¨¢s le perdonaron quienes hab¨ªan cre¨ªdo que su compromiso con la democracia era un gui?o ficticio (y se encontraron con que la cosa iba de veras), y porque aquellos que debieron respaldarle a tiempo prefirieron coquetear con el enemigo con tal de derribarle (fue la hora del famoso acoso y derribo).El partido en el poder y la oposici¨®n 'mayoritaria'
Pero tambi¨¦n parece inexacto e injusto reducir los cuatro a?os socialistas a un par¨¦ntesis negativo. En la labor del equipo actualmente en el poder hay tantos a favor y tantos en contra. Nadie que observe sin pasi¨®n obcecada la marcha de los acontecimientos podr¨¢ negar que los socialistas han tenido el valor, cuando la realidad lo ha exigido, de aceptar el camino para ellos m¨¢s dif¨ªcil -pues les creaba desgarramientos y abandonos en las propias filas-, convencidos de que era el unico con salida para el pa¨ªs: la famosa reconversi¨®n industrial, por ejemplo, absolutamente precisa para sanear la econom¨ªa espa?ola y preparar un futuro acorde con la Europa en la que -tambi¨¦n gracias a los socialistas- hab¨ªamos logrado entrar, por fin. Ning¨²n sector de la derecha o del centro hubiera sido capaz de cargar con esa cruz. Felipe Gonz¨¢lez y sus colaboradores lo hicieron, y bien merecen que se les tenga en cuenta. Resulta penoso que aquellos que, en caso de un improbable vuelco en las urnas, se beneficiar¨ªan de la dif¨ªcil labor de sus adversarios sin mojarse la ropa, se dediquen a atacarles precisamente por lo que tanto tendr¨ªan que agradecerles. En eso, el se?or Fraga ofrece flancos d¨¦biles que s¨®lo sus apasionados, al parecer incapaces de discernimiento, pretenden no ver (pero ¨¦l, por si acaso, ya ha dicho que, en general, de ganar las elecciones, va a respetar la labor legislativa del PSOE).
Parece bastante claro -todas las encuestas coinciden en elloque los socialistas volver¨¢n a te-
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Viene de la p¨¢gina 11 ner mayor¨ªa, y parece tambi¨¦n bastante claro que ¨¦sta no ser¨¢ absoluta. Es evidente, por otra parte, que la Coalici¨®n Popular tocar¨¢ t5echo, sin rebasar los l¨ªmites de una minor¨ªa confortable (hasta el peri¨®dico fraguista ha dado la voz de alarma, solicitando una agrupaci¨®n de fuerzas afines, sin la cu¨¢l el fracaso de su ¨ªdolo parece seguro); y ?qu¨¦ ocurrir¨¢ con Alianza al d¨ªa siguiente del 22-J, tras un nuevo descalabro electoral? Fraga se lo juega todo en este envite; pero no ha corregido en lo m¨¢s m¨ªnimo cuanto viene traicion¨¢ndole en todas sus batallas. Las contradicciones de Felipe Gonz¨¢lez en el poder parecen relativas si se comparan con las contradicciones de Manuel Fraga en la oposici¨®n. Cualquier militante sensato, en las filas de la derecha, habr¨¢ de tener muy presente, como motivo de reflexi¨®n, la inconcebible campa?a montada por Fraga en torno al refer¨¦ndum OTAN. Incluso dentro de la Coalici¨®n, las diferencias de criterio respecto a los comportamientos imperiales del se?or Reagan hicieron rechinar todas las clavijas a ra¨ªz del bombardeo de Tr¨ªpoli, aplaudido en solitario por el l¨ªder gallego. ?Qu¨¦ cabe esperar de este tipo de reacciones para el futuro? Como una vez dijo Juli¨¢n Mar¨ªas -entrevistado en TVE nada menos que por Luis Ans¨®n-, "lo malo del se?or Fraga es que tiene un gran enemigo. Y ese enemigo es el propio se?or Fraga". El "enemigo" ha ganado en dureza; se ha hecho m¨¢s obtuso.
Pienso que, con una mayor¨ªa insuficiente, y con una oposici¨®n todav¨ªa lastrada por viejas querencias incompatibles con la democracia, el futuro Gobierno socialista oscilar¨¢ en la opci¨®n entre el acuerdo con la izquierda -un frente popular, impensable dada la imagen de la Izquierda Unida- o una entente con el centro. Pero ?qu¨¦ centro?
El complicado Partido Reformista
Si hay una formaci¨®n pol¨ªtica que ofrezca novedad y sugesti¨®n -la sugesti¨®n de una aventura hacia lo desconocido-, esa formaci¨®n es el Partido Reformista. Se trata de la m¨¢xima expresi¨®n de una habilidad pol¨ªtica casi incre¨ªble: la del se?or Roca -digno continuador, bajo otras apariencias, de las hist¨®ricas habilidades de Camb¨®, de quien dec¨ªa Aza?a que era tan sutil, tan sutil, que uno tem¨ªa verle quebrarse de un momento a otro a fuerza de sutileza-. Lo que se plantea el se?or Roca es nada menos que "otra forma de hacer Espa?a"; o sea, hablando claro, una actualizaci¨®n del viejo ideal de la Lliga -catalanizar a Espa?a, como alternativa a la castellanizaci¨®n lograda en otro tiempo- Lo cual supone una ambici¨®n perfectamente leg¨ªtima, siempre que en esa "refacci¨®n de Espa?a" sea Espa?a lo primero, y no lo secundario. Pero no aclara las cosas el enrevesado montaje del partido: que tiene por l¨ªder a Roca -no militante en ¨¦l-, y cuyo presidente -Antonio Garrigues- ni siquiera figura en cabeza en su lista electoral por Madrid, desplazado por un reci¨¦n venido -Sainz de Robles-. El rompecabezas se entiende mejor desde Catalu?a, donde el reformismo no existe -pues all¨ª se llama Converg¨¨ncia i Uni¨®-, y donde Roca act¨²a como brazo derecho de Jordi Pujol, president de la Generalitat. A m¨ª, todo este sutilisimo engranaje me trae a las mientes el t¨ªtulo de un c¨¦lebre art¨ªculo de Larra: Los tres no son m¨¢s que dos, y el que no es nada, vale por tres. Los tres del reformismo -Roca, Garrigues, Sainz de Robles- no son m¨¢s que dos -Roca y Pujol-, y el que no es nada (pues no milita en el partido), esto es, Roca, vale por tres (por aquellos tres).
El retorno de Su¨¢rez
El otro centro -el centro por antonomasia- es Adolfo Su¨¢rez. Le avala la obra realizada (el ¨²nico cambio aut¨¦ntico efectuado en Espa?a tras la muerte de Franco), y el clima de "libertad sin ira" que supo instalar en el pa¨ªs mediante un consenso tan ins¨®lito entre nosotros, que sirvi¨® de objeto de rechifla para aquellos que segu¨ªan encarnando el manique¨ªsmo tradicionalmente resuelto (o irresuelto) en una sucesi¨®n de guerras civiles. Su¨¢rez sigue siendo un hombre de reflejos, un pol¨ªtico moderno, irrenunciablemente comprometido con la idea democr¨¢tica; hecho al di¨¢logo civilizado ("No hay posibilidades de gobierno sin transiciones justas, l¨ªcitas, honradas e inteligentes", dec¨ªa C¨¢novas). Hasta hoy, tras la lamentable operaci¨®n de acoso y derribo que dio con ¨¦l en tierra, Su¨¢rez ha sido v¨ªctima -muy significativamente- de la animosidad de las dos Espa?as irreconciliables: las que ¨¦l supo mantener a raya para hacer la transici¨®n (yo he podido percibir ese odio, desviado hacia mi modesta persona, cuando alguna vez me aventur¨¦ a analizar objetivamente la obra, ya hist¨®rica, de Su¨¢rez). Viniendo de quienes viene, esa fobia es el mejor aval del l¨ªder de CDS. Tambi¨¦n, la absoluta humildad con que, tras su ca¨ªda, prefiri¨® partir de cero para reconstruir un centro real... y necesario. No me gustan, sin embargo, las concesiones demag¨®gicas de su programa electoral: el servicio militar de tres meses, o el corte de la alianza con Norteam¨¦rica, son promesas que no podr¨ªa cumplir en caso de una improbable victoria electoral "sin contrastes". Pero, situadas en el terreno de la utop¨ªa, no debemos olvidar que la utop¨ªa mueve monta?as.
Apelaci¨®n a la sensatez
En cualquier caso, pienso que reforzar las opciones de centro puede deparar un derrotero muy positivo en el futuro. Un triunfo -relativo, claro- de Su¨¢rez brindar¨ªa mayores parcelas de fibertad al ciudadano, ya superada la asfixia del rodillo. Un triunfo -tambi¨¦n relativo- del reformismo podr¨ªa abrir cauces a la refacci¨®n, no de Espa?a bajo el signo de Converg¨¨ncia, sino de la Espa?a de las autonom¨ªas, prevista en la Constituci¨®n y hasta ahora no lograda a gusto de todos.
La probada sensatez del ciudadano medio tiene la palabra.
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