Luis de Tavira
Un dramaturgo pol¨¦mico volcado en la investigaci¨®n sobre Valle-Incl¨¢n
Luis de Tavira, dramaturgo y director del Centro Experimental de Teatro de M¨¦xico, ha sorprendido, a sus 38 a?os, a 200 expertos de 30 pa¨ªses que han acudido a Madrid a un simposio para debatir sobre la vida y la obra de Valle-Incl¨¢n. Cincuenta a?os despu¨¦s de la muerte del autor, Luis de Tavira ha revelado datos nuevos y desconocidos hasta el momento. Hijo de un espa?ol que se exili¨® en M¨¦xico a causa de la guerra civil, piensa que Valle-Incl¨¢n es la s¨ªntesis entre lo espa?ol y lo mexicano.
Su aspecto valleinclanesco le acompa?a muchos a?os antes de que ¨¦l supiera que iba a terminar investigando sobre el genial gallego. Ahondar sobre la relaci¨®n entre M¨¦xico y Espa?a a trav¨¦s de Valle ha sido de un gran atractivo para ¨¦l: "A unos y a otros ¨¦ste nos ha sido un tema traum¨¢tico, de desconocimientos y acercamientos, de recuerdos y de amnesias mutuas, y la s¨ªntesis de Valle es tambi¨¦n traum¨¢tica e intensa". Sus investigaciones se han centrado fundamentalmente sobre la segunda estancia de Valle en M¨¦xico, en 1921. Pero Luis de Tavira no es un investigador, sino un hombre de teatro que no pudo sustraerse a la propuesta que Juan Antonio Hormig¨®n, comisario general del cincuentenario, que conmemora la muerte de Valle, le hizo en forma de provocaci¨®n para que indagara a fondo las pistas que le han llevado a poder dar a conocer estos nuevos datos.
Tavira es un director de teatro que no ha montado a Valle. "Pienso que Valle es como Shakespeare, al que tampoco he montado. En ambos se produce, para m¨ª, algo com¨²n, y es el hecho que todav¨ªa hoy no encontramos la forma de montarlos. Es un teatro como para cuando uno sea grande. Es mi asignatura pendiente".
El proceso de estudio que ha llevado a cabo, y en el que se ha convertido en una rata de biblioteca, le ha permitido recuperar su celda de convento, en la que estuvo diez a?os como sacerdote jesuita, antes de casarse y tener dos hijos. "Es volver a mi instinto. Vuelvo a una celda posible en un mundo como el m¨ªo y que no era posible mientras estaba en la orden. Pero todo entra dentro del mismo proceso de mi vocaci¨®n art¨ªstica".
En ning¨²n momento interrumpi¨® su trabajo teatral, que implica hacer no s¨®lo puestas en escena, sino coordinar otros montajes a la vez que ser el director art¨ªstico de un elenco estable. No dej¨® de dar sus clases ni de hacer televisi¨®n. Sigui¨® siendo en su pa¨ªs el m¨¢s pol¨¦mico hombre de teatro que lleva a cabo una lucha por establecer un nuevo lenguaje teatral en medio del conflicto entre autores y directores por esclarecer el papel que tiene el texto en el espect¨¢culo y en la puesta en escena. "Este trabajo lo tom¨¦ en un sentido como detective, y como indagador proustiano, en otro".
Terminados los ensayos a altas horas de la noche, Luis de Tavira llega a su casa, a la nueva celda que ¨¦l ha elegido, solitaria, austera y angosta. Una casa convertida en un laberinto de libros, documentos y papeles, situada en uno de los rincones m¨¢s hermosos de Koyoacan, barrio colonial de los mejor conservados de la ciudad.
Ha sido una ¨¦poca en la que Luis de Tavira pasaba de un libro a otro, hasta perderse en mil referencias, una veta inagotable cuyas ramificaciones se convert¨ªan en un verdadero v¨¦rtigo de asociaciones y ello hac¨ªa que le amaneciera todos los d¨ªas. Tras dormir breves horas, vuelve a trabajar en su puesta en escena de un texto que sin ¨¦l saberlo hasta hace poco bien puede ser un hijo de Valle.
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