Una mujer libre
Tiene un pelo denso y fuerte, suelto, que le enmarca la cara en un ¨®valo y que ya pronto ser¨¢ blanco. Pero con ser hipnotizante, no es su mayor distintivo. Al segundo se impone una deficadeza que obliga a bajar la voz. Mar¨ªa Kodama habla espa?ol m¨¢s bien lentamente, con un acento argentino del que no parece haber rastro de Buenos Aires -no se percibe ni un ¨¢tomo de la agresividad porte?a- y con una gran precisi¨®n. Como concede H¨¦ctor Bianchiotti, el maestro es evidente. Por lo dem¨¢s, dice ella en un momento, detesta la agresividad. Es lo que m¨¢s puede detestar, aunque estos d¨ªas l¨²gubres est¨¢ aprendiendo, dice, "hasta d¨®nde puede llegar esa agresiv¨ªdad". Para protegerla, sus amigos y los conserjes del hotel han montado el muro de afabilidad y solicitud con el que antes se rodeaba a las grandes damas.Mira a los ojos cuando habia, cede la palabra tan pronto como le es posible, y se interesa por cualquier cosa que le digan. Si es una necedad, la recibe sin subrayarlo con el menor parpadeo. Parece de ese tipo de personas que buscan sobre todo no intimidar.
Sus preferencias en arte casi se deducen una de otra: el Bosco, el Goya negro, los paisajes e Pattinir, los expresionistas alemanas, los m¨¢s duros. La m¨²sica barroca isabelina y la cl¨¢sica japonesa. ?Inducida por su padre? "No, mi padre nunca me catequiz¨®. Me ense?¨® a ser libre". Y al segundo: "Es duro, pero es lind¨ªsimo".
Y en literatura, "el cuento... y la poes¨ªa, naturalmente". Para leer y releer, Prosa del observatorio, de Cort¨¢zar, autor que frecuenta. En poes¨ªa, el argentino Alberto Girri -deletrea- cuyo ritmo guarda un eco de la del ingl¨¦s Donne, su preferido en este idioma. Antigua profesora de literatura espa?ola, gusta de Pedro Salinas y -en este punto sonr¨ªe- el Arcipreste de Hita. Como personalidad fascinante cita la del conde don Juan Manuel, y sus viajes en busca de palabras.
Le interesa la extra?a relaci¨®n con la muerte en Cien a?os de soledad, pese a que considera existe mucho adorno en la novela. Como a Borges, que le costaba "encontrar el final", no le gusta la novela. Admira a Octavio Paz porque "busca algo por un camino muy dif¨ªcil".
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