El drama
Cuando esta noche aparezca el equipo espa?ol en los televisores, no estaremos ante un mero problema de jugadores de f¨²tbol. Lo que los jugadores nos han hecho sentir desde que se marcharon de Espa?a es una tan larga sucesi¨®n de percances personales, sean de orden som¨¢tico o mental, que es imposible, aun contempl¨¢ndolos disfrazados de jugadores, no estar inquieto por los achaques que asedian su ¨¢nimo. Desde luego, es muy molesto ponerse a ver un partido y estar sufriendo a la vez por el estado de salud fisica o emocional de los jugadores uno a uno, pero as¨ª es. Al parecer, casi nadie de los seleccionados confia, por ejemplo, en los m¨¦dicos, y estamos en la tesitura de que si alguno se lesiona a lo largo del encuentro ignoramos c¨®mo reaccionar¨¢ cuando se le acerque el doctor Guill¨¦n. ?Se dejar¨¢ tocar por ese tipo?, ?estar¨¢ el m¨¦dico en disposici¨®n de auscultarle con esmero?
Hay algunas cosas que el aficionado no entiende y le hacen padecer mucho. Por ejemplo, ?qu¨¦ le habr¨ªa costado a Mu?oz ser un poco m¨¢s atento con los suplentes y no producir menoscabos en seres humanos justamente cuando pod¨ªan. encontrarse en presencia de sus esposas? Y tambi¨¦n, ?c¨®mo es que a estas alturas se ponen a regatear las primas en lugar de entrenar a un l¨ªbero, ejercitarse en el tiro libre o practicar el remate de cabeza sacando c¨®mers? ?Por qu¨¦ pasan estas cosas tan ingratas con los viajes o las comidas, el clorhidrato de efedrina, los hoteles, la disputa sobre la fisura de peron¨¦ y otros varios enredos que si son detalles de una precaria organizaci¨®n siembran, sobre todo, la desaz¨®n entre una afici¨®n excitada por c¨®mo habr¨¢n de repercutir tales contrariedades en el esp¨ªritu de los jugadores? ?Por qu¨¦, en suma, este martirio a?adido a la preocupa ci¨®n, ya de por s¨ª grande, que sus cita el juego de la selecci¨®n?
Es muy engorroso imaginar qu¨¦ se podr¨ªa hacer para restituir la concordia. Pero, sobre todo, es muy desesperante que precisamente los aficionados y su extrema sabidur¨ªa se encuentren tan alejados del lugar del drama. Apenas con el televisor delante, condenados y condenados a la exasperaci¨®n.
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