La 'marcha sobre Madrid' del Partido Reformista
Sainz de Robles, Garigues y Garc¨ªa D¨ªez recorren la capital para conocer sus problemas
Cuando quedaban menos de cuatro horas para que se iniciara el hist¨®rico partido Espa?a-Dinamarca, el mi¨¦rcoles pasado, alguien en la sede del Partido Reformista Democr¨¢tico (PRD) escribi¨® en un folio en blanco: "Definitivo, a las 20.20 horas del d¨ªa 18-6-86". El programa del d¨ªa m¨¢s largo de campa?a del PRD hab¨ªa quedado ultimado. Todo estaba a punto para que se iniciara, horas m¨¢s tarde, lo que Antonio Garrigues terminar¨ªa bautizando, ante una jarra de sangr¨ªa, como la marcha sobre Madrid del PRD.
El programa, confeccionado con minutaje riguroso, situaba la primera cita, como no pod¨ªa ser menos en una ma?ana como la de ayer, en un contexto futbol¨ªstico, ante el estadio Santiago Bernab¨¦u. La marcha se inici¨® con puntualidad a las diez de la ma?ana, camino de la cl¨ªnica La Paz, con el fin de tomarle el pulso a m¨¦dicos y enfermos. Los parados, los ancianos menesterosos y los ni?os del Hospital Asilo de San Rafael, los agobios del ama de casa -detectados en el mercado Maravillas a trav¨¦s de un calado en profundidad en la cesta de la compra- y la ira santa de los contribuyentes fueron sucesivamente los objetivos cubiertos a lo largo de la ma?ana.Importancia fundamental
Al margen de cu¨¢l fuera el resultado de esta torna de contacto con la ciudadan¨ªa, el PRD ya hab¨ªa calificado el encuentro del tr¨ªo que encabeza la lista de Madrid como un hecho de "importancia fundamental, por encontrarnos al final de la campa?a yser la primera vez que los tres aparecen juntos ante la Prensa y ante el p¨²blico". Se les hac¨ªa un ruego para que dirigieran "niensajes claros, rotundos, concretos y cr¨ªticos, a modo de cargas de profundidad" (no se precisaba contra qui¨¦n), a la hora del almuerzo.
Lleg¨® la hora del almuerzo, a la sombra de los soportales de la plaza Mayor. Se anunciaba men¨² sencillo, a pagar a escote entre los comensales, salvo los periodistas, cuya manutenci¨®n corr¨ªa a cargo del partido. A la vista del men¨² nadie se atrever¨ªa a poner en duda la austeridad en el gasto que predica el programa del PRD: gazpacho, ensalada para once, un cuarter¨®n de tortilla, helado y, de beber, sangr¨ªa. Pagar 1.600 pesetas por eso y por persona, abre, por el contrario, grandes interrogantes sobre la capacidad gestora de los reformistas.
Antes de los postres se iniciaron las prometidas cargas de profundidad. "Paseos como ¨¦stos son lo que deben hacer los ministros para enterarse de lo que pasa", dijo Garc¨ªa D¨ªez tras describir el monumentalismo ineficaz, las grandes colas y el cabreo de los m¨¦dicos que hab¨ªa descubierto en La Paz (y eso s¨®lo mir¨¢ndola desde fuera, pues no pis¨® dependencia alguna), as¨ª como la desesperada situaci¨®n de los parados, tal como les fue narrada por los funcionarios de una oficina de empleo. A este paso, "a Espa?a no la va a conocer ni Dios", dijo Sairiz de Robles, y Garrigues, parafraseando al Guerra de verdad, pero se?alando al otro, afirm¨®: "Con este Gobiemo lo que no puede ser no puede ser, y adem¨¢s, es posible (y no imposible como se dec¨ªa antes).
'Comando' del Gobierno vasco
A los postres, Sainz de Robles se hab¨ªa ido a un programa de radio; Garrigues, a Barcelona, y cuando Garc¨ªa D¨ªez quemaba en solitario los ¨²ltimos cartuchos, hizo su aparici¨®n en lo alto de un balc¨®n de la plaza Mayor un comando del Gobiemo vasco, que hab¨ªa percibido desde lo alto los efluvios electorales que sub¨ªan del empedrado y, con invitaciones al candidato a que subiera al piso de arriba, acabaron disolviendo el discurso y la asistencia. Antes de ello, una gitana hab¨ªa colocado a los candidatos los boletos que le quedaban de la loter¨ªa, y un ser que no articul¨® palabra, el c¨®digo internacional de sordomudos por 100 pesetas.
El paso siguiente fue un recorrido callejero por la zona comercial pr¨®xima, repartiendo propaganda, que los transe¨²ntes tomaban sin inmutarse. Justo en el kil¨®metro cero surgi¨® la nota: un candidato trat¨® de entregarle un folleto a un obrero que manejaba un martillo neum¨¢tico para forzudos. "Mira, te cambio la papela por esto", cort¨® tajante el obrero. Cerca de la librer¨ªa donde cay¨® muerto Canalejas la generosidad propagand¨ªstica lleg¨® a que alguien le entregara folletos a un ciego. Luego se pasearon por la calle Preciados, mirando escaparates, y se tomaron una horchata antes de subirse a los taxis para contarles su programa a los taxistas y conocer sus quejas.
Entonces no estaba claro si se manten¨ªa el viaje en metro, uno de los platos fuertes del programa: Garrigues volaba hacia Barcelona; Sainz de Robles expresaba sus temores a sumergirse bajo tierra, porque siente claustrofobia, y Garc¨ªa D¨ªez no estaba por la labor. Algo de giscardiano tienen, sin duda, los reformistas: ninguno de los tres se sab¨ªa el precio del metro. Y as¨ª, entre dudas y ausencias, languideci¨® la marcha sobre Madrid.
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