'Domine, non sum dignus'
Que Juan Goytisolo nos obligue a celebrar por anticipado el primer aniversario de la obtenci¨®n de su Premio Europalia parece natural en quien, como es p¨²blico y notorio, tanto se ha preocupado siempre de la estimaci¨®n que su persona y su obra merecen a la sociedad literaria en particular y al p¨²blico en general. Es l¨®gico que quiera recordarnos sus sufrimientos y sus m¨¦ritos pues, por a?adidura, hab¨ªa pasado demasiado tiempo desde la ¨²ltima vez que lo hizo. Lo que ya resulta un tanto latoso es que me obligue a responderle acrecentando el aburrimiento de ese mismo p¨²blico y a?adiendo al molesto calor reinante una causa m¨¢s para el sopor vesperal del est¨ªo.El caso es que nuestro autor vuelve ala carga con el memorial de agravios -?Cr¨ªticos o programadores? lo titulaba el pasado viernes, d¨ªa 6- y esta vez le pone nombres y apellidos, entre ellos los m¨ªos, convirtiendo lo que fue una carta a m¨ª dirigida en tiempos en art¨ªculo de opini¨®n. Sobre s¨ª mismo, claro est¨¢. Reconozcamos, pues, a Juan Goytisolo el nuevo m¨¦rito de transformar la ep¨ªstola en autobombo lastimero, cosa que le muestra, una vez m¨¢s, como escritor de primera, aspecto este de su biograf¨ªa que uno no le ha negado jam¨¢s. Y vuelve empezando, como siempre, por quejarse, pues la queja parece ya consustancial a quien, crey¨¦ndose tan desde?ado de honores, no hace sino reclamarlos.
Comienza por lamentarse de que no se le hace caso. Vieja historia que, en lo que a m¨ª toca, se inicia con una conversaci¨®n, en Francfort, hace a?os, que me arruin¨® una cena que se promet¨ªa grat¨ªsima. Nos sent¨¢bamos a la mesa varios escritores Juan Goytisolo entre ellos-, este cr¨ªtico que aqu¨ª escribe y alguna persona m¨¢s que no viene a cuento. D¨ªas antes de aquello hab¨ªa aparecido mi comentario en EL PA?S a Paisajes despu¨¦s de la batalla. Una cr¨ªtica no favorable pero s¨ª tan educada como puede suponer quien me haga el honor de leerme con frecuencia. Pues bien, aquello me ocasion¨® la insistente conversaci¨®n admonitoria de un autor que me demostr¨® entonces que no tolera sino el elogio. Despu¨¦s de aquella pesad¨ªsima charla -que s¨®lo ces¨® tras sacar yo, como ¨²ltima tabla de salvaci¨®n, el infantil¨ªsimo argumento de que la obra del narrador quedar¨ªa para siempre y que de m¨ª no guardar¨ªan memoria ni las ratas de hemeroteca-, viinieron los ataques a m¨ª dirigidos en ese Bolet¨ªn Oficial del Goytisolismo Militante que el aficionado a la literatura probablemente conocer¨¢. Mi pecado, para siempre imperdonable, hab¨ªa sido no respetar ?al monstruo, decir lo que pensaba. La capilla Juanina se ponia en marcha.
He aqu¨ª, por tanto, el primero de los motivos recurrentes de nuestro autor: la cr¨ªtica. Mucha importancia le da a lo que tiene bien poca si se piensa en los disparates que ha cometido en su devenir. La historia de la cr¨ªtica est¨¢ llena de ellos y, bien pensado, gracias a decir barbaridades ha conseguido llevar a la gloria a m¨¢s de uno de los que las sufrieron. Bien tra¨ªdo por el autor de Makbara el caso de Clar¨ªn -que tambi¨¦n fue cr¨ªtico-, no cabe duda que ¨¦l seguir¨¢ los pasos del genial zamorano y le acompa?ar¨¢ en el Parnaso tras una larga vida de permanente gozo reivindicativo.
El segundo punto del ¨²ltimo escrito goytisoliano es lo que ¨¦l llama mi "poder cultural" compartido, en ocasiones, con alg¨²n que otro compa?ero de gremio, seguramente tan abyecto como yo. No sabe c¨®mo lo siento ni sabe tampoco lo que dice, al ignorar voluntariamente el procedimiento absolutamente democr¨¢tico por el que el Ministerio de Cultura convoca sus premios y ayudas, y c¨®mo del mismo modo las correspondientes comisiones y jurados los otorgan a quienes sus componentes, numerosos y plurales -entre los que, como es natural, no me he contado nunca-, consideran oportuno. Me parece que- en esto pocas explicaciones hay que dar, pues convocatorias y concesiones est¨¢n en letras de molde. De otra parte, siento decirle a Juan Goytisolo que uno lleva ya muchos a?os en la brecha como para creer en otra cosa que no sea el trabajo bien hecho, el rigor y la sensibilidad hacia la experiencia est¨¦tica. El equivocarse en el juicio es otro asunto y la historia, en su caso, me condenar¨¢ por ello. Qu¨¦ duda cabe. No merezco sino el aborrecimiento de quienes a¨²n cre¨ªan en la literatura y s¨®lo me queda el consuelo de que gracias a mis miserias pueda ¨¦l contar la relaci¨®n -un tanto machacona, es cierto- de sus grandezas.
Memoria
Una de las cuestiones m¨¢s pesadas del art¨ªculo de Juan Goytisolo es que obliga a recordar lo que yo escrib¨ª el 29 de octubre de 1985 (?). Y no acabo de comprender c¨®mo despu¨¦s de tanto tiempo Goytisolo deduce que yo digo ah¨ª que ¨¦l ha recibido alg¨²n apoyo de lo que denomina "Espa?a oficial". Me extra?a que tan buen ex¨¦geta de nuestra literatura cl¨¢sica lo sea tan deficiente de s¨ª mismo, sobre todo cuando no ocurre as¨ª con su insistencia en lo que "conforme todo el mundo sabe" ha sido su trayectoria ejemplar. Sin embargo, que "no corra tras palmas ni honores" no queda tan claro despu¨¦s de feer su Cr¨ªticos o programadores que motiva estas l¨ªneas. Vaya por Dios, ya estoy haciendo cr¨ªtica literaria. De todos modos le dir¨¦ a Juan Goytisolo, para que vea, que yo defend¨ª con toda insistencia su Makbara el a?o en que tampoco gan¨® el Premio de la Cr¨ªtica. Lo que pasa es que procuro ser discreto.
Ahora viene lo de que el candidato del Ministerio de Cultura al Premio Europalia era otro. Aqu¨ª debo confesar que no acabo de entender lo que pretende Juan Goytisolo. El Ministerio de Cultura no pod¨ªa, seg¨²n las bases del Premio Europalia, proponer candidato alguno. Y ¨¦l, desde luego, haciendo gala una vez m¨¢s de su insobornable integridad, jam¨¢s hubiera aceptado serlo si hubiera sido as¨ª. Dice que el ininistro de Cultura se mostr¨® muy sorprendido de que alguien hubiera podido afirmar que el premio cay¨® mal en el ministerio, y me echa a m¨ª el mochuelo de la intoxicaci¨®n informativa. Todo ello me hace pensar no en la mala fe de nuestro venerable autor sino en que ¨¦ste desconoce cu¨¢l es mi trabajo en el ministerio.
Vamos terminando. Lo siento mucho, pero ya no me cabe la menor duda de que Juan Goytisolo sigue jugando a la incomprensi¨®n y de que lo que le gustar¨ªa de verdad es verse colmado de honores. Yo creo que esto, como ¨¦l dir¨ªa, es sabido de todos. Si no, no nos seguir¨ªa martirizando con viejos asuntos, ni se referir¨ªa despectivamente a tantos de sus contempor¨¢neos, ni elegir¨ªa, como hizo en Europalia -como el divo m¨¢s conspicuo-, sus partenaires de mesa redonda.
Cr¨¦ame el gran autor, quien no merece el honor de la atenci¨®n goytisoliana soy yo. Renuncio a ¨¦l con la humildad del que sabe que nunca ser¨¢ digno de besar la correa de su sandalia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.