La Internacional Socialista ante Latinoamerica
LA CONVOCATORIA en Lima del 17? Congreso de la Internacional Socialista (IS) reflejaba una orientaci¨®n, que Willy Brandt ha m pulsado desde su elecci¨®n como presidente en 1976, a prestar una atenci¨®n preferente a los problemas del Tercer Mundo, y de un modo particular a los de Am¨¦rica Latina. La IS ha contribuido a desarrollar en Europa la solidaridad con la lucha contra las dictaduras militares en Argentina, Brasil, Uruguay, Bolivia, Chile, y ha sido un factor positivo para el triunfo de la democracia en esos pa¨ªses, con la excepci¨®n hasta ahora del caso chileno. Pero en los ¨²ltimos a?os nuevos problemas se han colocado en primer plano en el desarrollo de la democracia en esa parte del mundo, y en particular las consecuencias grav¨ªsimas de la deuda externa y de un sistema de precios que asfixia a muchos pa¨ªses latinoamericanos, frena toda posibilidad de mejora de las terribles condiciones de vida de masas ingentes, lo cual agudiza de modo peligroso las tensiones sociales.Los dos ¨²ltimos congresos de la IS, convocados para debates serenos y soluciones reformistas, han quedado asociados a estallidos dram¨¢ticos de algunas de las contradicciones m¨¢s terribles del Tercer Mundo; en 1983, en Portugal, en el edificio mismo del congreso, fue asesinado el dirigente palestino Sartaui, campe¨®n de una soluci¨®n pac¨ªfica para Pr¨®ximo Oriente, crimen que anunci¨® a?os de recrudecimiento del terrorismo. En Lima, antes de abrirse el congreso, los motines de los presos y los cr¨ªmenes horribles cometidos por los militares peruanos al reconquistar las c¨¢rceles polarizaron la atenci¨®n del mundo. La primera consecuencia fue que algunas de las principales figuras, como los jefes de Gobierno de Italia, Suecia y Noruega, suspendieron su viaje. Por otro lado, en el congreso surgieron tensiones muy fuertes sobre la actitud a adoptar ante el Gobierno de Alan Garc¨ªa, que confi¨® a los militares el aplastamiento de los motines. Es probable que Willy Brandt ejerci¨® en privado cierta influencia sobre Alan Garc¨ªa. Las declaraciones que ¨¦ste acaba de hacer reconociendo que los militares han asesinado a unos 40 presos que ya se hab¨ªan rendido y anunciando medidas contra los culpables de estos cr¨ªmenes sin nombre empiezan a arrojar luz sobre una realidad espantosa. No se puede negar que el presidente ha actuado con rapidez al denunciar p¨²blicamente tales hechos, cometidos bajo su alta responsabilidad; es algo muy distinto de lo ocurrido en otros casos, como en Colombia, ante conductas criminales de fuerzas militares. Por otro lado, Alan Garc¨ªa no ten¨ªa otra opci¨®n si no deseaba quedar a merced de esos militares sin conciencia. Sin embargo, en la actitud p¨²blica adoptada por la IS prevaleci¨® la diplomacia sobre la obligaci¨®n de condenar la actitud de un Gobierno que ha permitido tales violaciones de los principios democr¨¢ticos m¨¢s elementales; el descontento de muchos delegados con este motivo, junto con un clima de miedo provocado por diversos actos terroristas, determin¨® que el congreso terminase en una confusi¨®n completa un d¨ªa antes del previsto.
A pesar de estas circunstancias, las resoluciones del congreso, plasmadas en la Declaraci¨®n de Lima, presentan un inter¨¦s indudable y reflejan, en t¨¦rminos generales, anhelos que son comunes a las fuerzas progresistas de Europa y de otros continentes. La IS hace suya la posici¨®n de los pa¨ªses del Tercer Mundo en el tema de la deuda externa; sobre Centroam¨¦rica respalda el plan de Contadora y, a la vez que cr¨ªtica la falta de pluralismo pol¨ªtico en Nicaragua, pone el acento en la denuncia de la pol¨ªtica intervencionista de la Administraci¨®n de Reagan, con su apoyo a la contra; en las cuestiones de desarme se pronuncia por el cese de las pruebas nucleares, la supresi¨®n de las armas qu¨ªmicas, el respeto del SALT II, el establecimiento de zonas desnuclearizadas... La pregunta que surge al considerar estas resoluciones, sin duda positivas, es la de su efectividad. La IS ha extendido en los ¨²ltimos a?os el ¨¢rea de sus relaciones; concretamente en Latinoam¨¦rica, una serie de movimientos que no son espec¨ªficamente socialistas, como el aprismo peruano, el radicalismo argentino, el Frente de Liberaci¨®n Nacional de El Salvador, incluso el sandinismo, han establecido lazos m¨¢s o menos formalizados con la IS. Pero la capacidad de ¨¦sta de influir sobre la pol¨ªtica de los Gobiernos europeos ha disminuido sustancialmente: por un lado, porque los socialistas han sido desplazados de los Gobiernos de pa¨ªses tan importantes como Alemania Occidental y Francia. Por otro, porque los partidos socialistas, cuando se hallan en el poder, dejan de lado las resoluciones de la IS en funci¨®n de sus intereses propios; fue particularmente significativa, en el congreso de 1983, la abstenci¨®n de los socialistas franceses, entonces en el Gobierno, en las resoluciones sobre el desarme, que reflejaban sobre todo -como ha ocurrido de nuevo en Lima- las posiciones de partidos en la oposici¨®n. Algo parecido ocurre en el problema de la deuda del Tercer Mundo: los Gobiernos europeos, incluso socialistas, con la excepci¨®n sueca, se alinean con EE UU, que da prioridad a la relaci¨®n bilateral de los Estados deudores con los bancos acreedores y se niega a considerar la deuda externa como un problema b¨¢sicamente pol¨ªtico que interesa a la comunidad internacional en su conjunto.
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