Los 10 negritos se salvan
John Landis es un amante de la parodia, y una buena parte de los t¨ªtulos en los que ha intervenido son buenos ejemplos de un deseo de jugar con las convenciones de los g¨¦neros, ri¨¦ndose siempre de los trucos que se utilizan para dar credibilidad a la narraci¨®n. Por ejemplo, en El juego de la sospecha, cuando llega el momento de las recapitulaciones para clarificar la cabeza del espectador y prepararla para la sospecha final, Tim Curry hace de cronista desenfrenado, la puesta en escena se acelera y todos los actores emprenden alegremente el camino de la parodia. El tono ir¨®nico de la pel¨ªcula precisa de la complicidad del espectador, que ha de estar dispuesto a embarcarse en una broma de la que ha de salir trasquilado el mecanismo de misterio de filmes como Los diez negritos.En El juego de la sospecha tenemos a unos invitados que en una noche tormentosa llegan a una especie de Xanad¨² wellesiano invitados por un anfitri¨®n misterioso. Descubrir¨¢n que no pueden salir de la mansi¨®n y que entre ellos hay un nexo de uni¨®n: todos son v¨ªctimas de chantaje. Despu¨¦s de esto, los cr¨ªmenes se suceden. Al final todo cobrar¨¢ sentido y, a base de pasadizos secretos y de coincidencias, la ley resplandecer¨¢ de nuevo entre los gui?os y chacotas de director y guionista, que dejan muy claro que su ¨²nica preocupaci¨®n estriba en lograr sacar con vida del caser¨®n a los 10 negritos. Esposados y rodeados de pistolas, eso s¨ª.
El juego de la sospecha
Director: Jonathan Lynn. Gui¨®n: J. Lynn y John Landis. M¨²sica: John Morris. Fotograf¨ªa: Victor Kemper. Producci¨®n norteamericana, 1986. Int¨¦rpretes: Lesley Ann Warren, Eileen Brennen, Tim Curry. Estreno en los cines Conde Duque y La Vaguada.
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