Apostilas de Jos¨¦ Soto a G. Cotarelo
En el peri¨®dico de su direcci¨®n se public¨® el 1 de julio una carta en la que el ilustr¨ªsimo profesor doctor Garc¨ªa Cotarelo (don Ram¨®n) recordaba a los lectores que me hallo presuntamente implicado en un caso de exportaci¨®n ?legal de capitales. Alud¨ªa en tono sarc¨¢stico a mi econom¨ªa dom¨¦stica, asunto de mi exclusiva incumbencia y sobre el que cualquier comentario p¨²blico denota, cuando menos, falta de buena crianza. Exteriorizaba asimismo el eximio profesor G. C. sentimientos de amistad hacia mi persona en "estos momentos dif¨ªciles", apresur¨¢ndose a prejuzgar algo sobre lo que no se pronunci¨® a¨²n la autoridad judicial.La situaci¨®n que afronto no es tan dificil como supone con ligereza impropia de su mucho saber el excelso doctor (que no necesariamente docto) G. Cotarelo. Le recuerdo que vivimos en un Estado de derecho y que si el conocimiento de las disciplinas de su especialidad fuese s¨®lido no le inquietar¨ªa mi suerte. Asimismo redactar¨ªa con mejor prosa jur¨ªdica sus escritos, aceptables (todo sea dicho) en el plano de la sintaxis elemental. Hago saber tambi¨¦n a los se?ores lectores que el estatus acad¨¦mico del egregio profesor doctor G. Cotarelo es de gran relevancia: adem¨¢s de catedr¨¢tico adornado con una generosa ristra de reconocimientos oficiales presta servicios merit¨ªsimos como vicerrector de la UNED, cargo que su proverbial modestia le dict¨® omitir en su misiva y que le da derecho a tratamiento protocolario: no s¨®lo de ilustre, sino ilustr¨ªsimo (en el mundillo oficial, claro).
Ya s¨®lo me resta lamentar el verme obligado a aludir al ilustr¨ªsimo se?or G. Cotarelo en los t¨¦rminos en que me impele a hacerlo su inoportuna carta, frustradamente jocosa. Comprob¨¦ con tristeza que el ilustr¨ªsimo profesor doctor Garc¨ªa Cotarelo (don Ram¨®n) no corrigi¨® alg¨²n que otro defecto juvenil, aunque s¨ª conserva las dotes histri¨®nicas que hac¨ªan las delicias de quienes anta?o ¨¦ramos sus amigos. Otros¨ª le aconsejo mayor prudencia a la hora de opinar en p¨²blico sobre el peculio ajeno, m¨¢xime si hay por medio imputaciones policiales de presuntos actos delictivos. Y una exhortaci¨®n final al ilustr¨ªsimo se?or vicerrector don R. G. Cotarelo: ti¨¦ntese vuestra ilustr¨ªsima la ropa antes de ofender en p¨²blico a un abogado-
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