La mesa de la verdad
HOY SE abre, en la pr¨¢ctica, la negociaci¨®n entre Espa?a y EE UU sobre la reducci¨®n de la presencia militar norteamericana en nuestro pa¨ªs, establecida seg¨²n los t¨¦rminos del convenio bilateral aprobado en 1953 y sucesivamente renovado. La reducci¨®n. de las fuerzas estadounidenses en nuestro pa¨ªs fue planteada con anterioridad a la convocatoria del refer¨¦ndum sobre la OTAN, pero la causa inmediata que ahora determina la negociaci¨®n se encuentra en la aprobaci¨®n por la mayor¨ªa del pueblo espa?ol de una cl¨¢usula condicionante de la permanencia de Espa?a en la Alianza Atl¨¢ntica. Dicha cl¨¢usula, recogida en la pregunta del refer¨¦ndum, dec¨ªa que "se proceder¨¢ a la reducci¨®n progresiva de la presencia militar de los Estados Unidos en Espa?a". Con ello el Gobierno se compromet¨ªa a hacerla efectiva.Desde el primer momento, EE UU ha pretendido abordar la negociaci¨®n con la denuncia del convenio bilateral existente y su sustituci¨®n por otro. Sin embargo, lo que hoy se abre, desde el punto de vista espa?ol, no es la revisi¨®n de la totalidad del convenio, sino s¨®lo de lo concerniente a la presencia de los efectivos militares.
La fecha prevacacional en que se celebra la reuni¨®n y la propia necesidad de estudiar los textos hacen presumir que las pr¨®ximas sesiones no se celebrar¨¢n hasta despu¨¦s del verano. Las alegaciones que se intercambien ahora ser¨¢n, no obstante, significativas del talante con el que una y otra parte se sientan a la mesa y de los puntos m¨¢s arduos para llegar a un acuerdo. En este sentido puede ser motivo de disputa cu¨¢l sea el significado que se atribuya al enunciado "reducci¨®n de la presencia militar". Muy elemental ser¨ªa entender que con ello se alude exclusivamente a la disminuci¨®n de "efectivos". La "presencia militar" de EE UU, seg¨²n el texto del convenio de 1982, se concreta en Instalaciones de Apoyo (IDA), situadas en Rota y varias bases a¨¦reas, pero tambi¨¦n en "autorizaciones de uso", que engloban diversas funciones a cargo de fuerzas norteamericanas en Espa?a o apoy¨¢ndose en Espa?a. En consecuencia, la pretendida reducci¨®n debe referirse a esas diversas formas de presencia y, para que sea sustancial, extenderse a la desaparici¨®n, por ejemplo, de instalaciones no espa?olas en Torrej¨®n y Zaragoza.
Las bases han sido concebidas y empleadas por EE UU como piezas de su pol¨ªtica militar, no s¨®lo en la OTAN y como defensa frente a la amenaza sovi¨¦tica, sino en toda su estrategia en el Mediterr¨¢neo, en ?frica y en el Oriente Pr¨®ximo. Su utilizaci¨®n ha sido limitada en ciertos casos, pero la concepci¨®n de principio persiste. Al plantear la reducci¨®n, Espa?a puede aceptar el mantenimiento de los niveles de la defensa occidental, y asumir funciones que interesen tanto a Espa?a como a los objetivos comunes de la Alianza. Pero est¨¢ fuera de lugar pretender que Espa?a pueda "sustituir" todas las misiones que los norteamericanos dejen de cumplir al reducir su presencia en nuestro pa¨ªs.
Por otro lado, existe un nexo indisociable entre esta negociaci¨®n y por lo menos otras dos que Espa?a tiene planteadas: la referente a las modalidades de nuestra participaci¨®n en la OTAN y la revisi¨®n del convenio bilateral con EE UU. Concretamente en el tema de las armas nucleares, el refer¨¦ndum ha introducido una novedad radical sobre la situaci¨®n precedente. Mientras en el convenio bilateral con Estados Unidos se dice que el "almacenamiento e instalaci¨®n" de dichas armas queda supeditado al acuerdo del Gobierno espa?ol, la mayor¨ªa de este pa¨ªs ha votado en el refer¨¦ndum "la prohibici¨®n de instalar, almacenar e introducir armas nucleares". Es de prever, pues, que las negociaciones no sean breves ni f¨¢ciles. El Gobierno tiene que demostrar en esta tesitura que sus condiciones para la permanencia en la OTAN no eran un miro aderezo o un se?uelo y que es posible llevar a la pr¨¢ctica la oferta que se vot¨® en las urnas.
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