Luis Angel Rojo, economista y profesor
Algunos compa?eros, convencidos de la conveniencia de hacer una semblanza de ?ngel Rojo, pensaron en m¨ª para escribir estas l¨ªneas -por el ¨²nico motivo de ser el priuler catedr¨¢tico de teor¨ªa econ¨®mica disc¨ªpulo de primer, y es una idea que tomo como m¨ªa con gratitud. Tratar¨¦, pues, de hacer una descripci¨®n sint¨¦tica del perfil de ?ngel Rojo y espero que el afecto no me traicione haciendo un paneg¨ªrico con mucho calificativo y poco sustantivo, tan al uso en ocasiones como ¨¦sta. Ser¨ªa un flaco servicio para el premiado, de quien deseo destacar aqu¨ª s¨®lo dos facetas: el profesor universitario y el economista profesional al servicio de la Administraci¨®n p¨²blica.Hace ahora 24 a?os, Rojo ?inpartio su primer curso de maeroeconom¨ªa en el viejo caser¨®n de San Bernardo, y tuve la suerte de ser alumno de aquel estreno de lujo. En 1962, aquel joven t¨ªmido y brillante era uno de los escasos profesores -sobraban dedos de una mano- que explicaba el tipo de econom¨ªa usual en las universidades avanzadas del mundo. Por primera vez, el alumno descubr¨ªa que la teor¨ªa econ¨®mica ten¨ªa que ver con los problemas del mundo real y que ofrec¨ªa un marco l¨®gico y anal¨ªtico riguroso en el que plantearse problemas de gran importancia: renta nacional, empleo, precios, crecimiento...
?ngel Rojo fue, sin duda, el introductor del pensamiento anal¨ªtico keynesiano en la Universidad espa?ola, no s¨®lo a trav¨¦s de sus clases, sino de sus numerosas publicaciones -que no tiene sentido citar aqu¨ª- y de un seminario para alumnos avanzados que imparti¨® durante varios a?os y que constituy¨®, por aquel entonces, una verdadera novedad por su contenido y organizaci¨®n. Pero no s¨®lo introdujo la macroeconom¨ªa moderna en Espa?a, sino que tambi¨¦n abri¨® una discusi¨®n seria sobre metodolog¨ªa econ¨®mica, introduciendo a Popper, ayudando a generar un debate limitado pero ¨²til en el campo de la epistemolog¨ªa, y fue uno de los escasos autores espa?oles que, desde posiciones cr¨ªticas y con un riguroso conocimiento de los textos, interpret¨® la teor¨ªa econ¨®mica marxista en forma anal¨ªtica.
Como profesor, Rojo superaba posiblemente en exceso el nivel de no ya el alumno medio sino el avanzado, y los recuerdos compartidos con compa?eros de la ¨¦poca son, con frecuencia, abrumadores. Sus clases eran conferencias magistrales, en el sentido m¨¢s notable de la palabra, que fomentaban en el alumno una reflexi¨®n posterior para tratar de acceder a una edificaci¨®n tan s¨®lidamente construida y rematada... o le provocaban la par¨¢lisis mental. La primera impresi¨®n era que el edificio carec¨ªa de fisuras, pero ¨¦l mismo se encargaba de mostrarlas en forma progresiva, y si la catarata no le ahogaba a uno, el resultado era magn¨ªfico. Temo que muchos perecieron en el intento, pero quienes, con mayor o menor esfuerzo, sobrevivimos tenemos una deuda impagable con aquel profesor.
Tambi¨¦n es ?ngel Rojo el responsable de que la mayor¨ªa de los mejores estudiantes de muchas promociones se interesaran por la teor¨ªa econ¨®mica y se dedicaran despu¨¦s a la investigaci¨®n y, a veces, a la docencia, ayud¨¢ndoles t¨¦cnica y econ¨®micamente en todo el proceso. Siempre tuvo tiempo para un consejo, para una explicaci¨®n, para una ayuda.
Una vivencia personal
No resisto la tentaci¨®n de cerrar estas pinceladas del ?ngel Rojo profesor universitario con una vivencia personal. Entre 1967 y 1970 fui encargado de curso suyo en la universidad Complutense, y en aquella ¨¦poca de c¨¢tedras jer¨¢rquicas y decisiones autoritarias, tanto en el pa¨ªs como en la Universidad, no consigo recordar una sola imposici¨®n, una simple orden, y tampoco una opini¨®n suya que no pudiera discutirse con o sin raz¨®n.
Y tambi¨¦n recuerdo c¨®mo en mis oposiciones a c¨¢tedra se neg¨®, sin formar parte del tribunal, a aceptar una oferta -muy al uso y ventajosa- de trueque de favores que garantizaba mi ¨¦xito, tanto por razones de honestidad como por su convencimiento de que dicha ayuda me marcar¨ªa para siempre. Algo fuera de lo com¨²n y que muestra un aspecto de su perfil humano: ayudar a sus colaboradores sin exigirles obediencia ni imponerles una hipoteca permanente.
Como profesional de la econom¨ªa, ?ngel Rojo ha participado activamente en todos los momentos en que la pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola ha dado un giro importante en las tres ¨²ltimas d¨¦cadas. Ya en 1959, desde la Secretar¨ªa General T¨¦cnica del Ministerio de Comercio, form¨® parte de un peque?o grupo de profesionales, reunidos en torno a una Informaci¨®n Comercial Espa?ola, entonces dirigida por Enrique Fuentes, que dise?aron las l¨ªneas fundamentales del cambio m¨¢s importante de la pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola desde el final de la guerra civil: el plan de estabilizaci¨®n. Jug¨® desde all¨ª un papel significativo en el proceso de apertura y liberalizaci¨®n de la economia, en una ¨¦poca en que esto era dif¨ªcil e imprescindible, y ayud¨® a introducir dosis de racionalidad y t¨¦cnica en el proceso de toma de decisiones econ¨®micas. Pero su aportaci¨®n principal en este campo se encuentra en su trabajo de los ¨²ltimos 15 a?os en el Banco de Espa?a.
Cuando en 1972 fue nombrado director de dicha instituci¨®n, la misma se encontraba a a?os luz de lo que era un banco central occidental, y la pol¨ªtica monetaria no pasaba de ser una burda suma de instrucciones intervencionistas cuantitativas, muy alejada de la regulaci¨®n desde dentro de los mercados monetarios y financieros. Rojo se percat¨® de que s¨®lo con una s¨®lida base profesional era posible transformar el Banco de Espa?a en el rector de una pol¨ªtica monetaria moderna y comenz¨® a formar en serio un servicio de estudios, con la incorporaci¨®n de una importante parte de los profesionales m¨¢s valiosos que hab¨ªa en el pa¨ªs, llegando con el tiempo a construir el equipo de investigaci¨®n econ¨®mica m¨¢s numeroso e importante del mismo. Adem¨¢s, tuvo la inteligencia de considerar que el dise?o de la pol¨ªtica monetaria no s¨®lo exige una base profesional, sino tambi¨¦n una informaci¨®n estad¨ªstica precisa y amplia. Con una poco frecuente visi¨®n de largo plazo, y sin garant¨ªa alguna de que los ¨¦xitos le fueran reconoc¨ªdos, dedic¨® un esfuerzo importante a mejorar las estad¨ªsticas financieras del pa¨ªs, e incluso parte de las estad¨ªsticas econ¨®micas que el INE era incapaz, por un motivo u otro, de generar en forma satisfactoria. Por ¨²ltimo, con la base humana e informativa ya consolidada, se dedic¨® a dise?ar una pol¨ªtica monetaria que, desde el punto de vista de los instrumentos, se puede parangonar sin desdoro en la actualidad con la de cualquier banco occidental avanzado.
Creo que esta actuaci¨®n no s¨®lo pasar¨¢ a la historia de la pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola, sino que, adem¨¢s, deber¨ªa servir para transmitir un mensaje importante a quienes toman las decisiones pol¨ªticas: las mejoras institucionales s¨®lo pueden lograrse sobre la base de un personal cualificado y una base informativa adecuada que permitan discutir con racionalidad los efectos de pol¨ªticas alternativas. Y esto es algo que cuesta tiempo y dinero.
Haber demostrado que la investigaci¨®n no plasmable de forma inmediata en discursos o decretos, pero que permite conocer el funcionamiento real de la econom¨ªa, es esencial para una intervenci¨®n adecuada a los fines que se persiguen -sean ¨¦stos los que sean- es un logro relevante. La deuda de la econom¨ªa espa?ola con ?ngel Rojo por haber luchado contra el arbitrismo y la intuici¨®n, y en favor de una pol¨ªtica econ¨®mica fundada en el conocimiento m¨¢s perfecto de los mecanismos de transmisi¨®n econ¨®micos es, creo, la mayor de todas las que he tratado de se?alar en estas l¨ªneas.
Por ¨²ltimo, querr¨ªa terminar comentando un hecho sorprendente. Cualquier universidad del mundo estar¨ªa deseosa de que una persona que ha hecho todo lo que he comentado en su pa¨ªs descripci¨®n parcial y limitada de la vida profesional de ?ngel Rojo- explicara teor¨ªa y pol¨ªtica monetarias a sus alumnos. No es ¨¦ste el caso, porque Rojo no puede ense?arla ni gratis por raz¨®n de unas incompatibilidades cuyo principio me parece elemental -no percibir m¨¢s de un sueldo del sector p¨²blico-, pero cuya aplicaci¨®n es, en este caso, empobrecedora. Que quien con m¨¢s autoridad puede hablar en el pa¨ªs de estas materias no pueda transmitir a los estudiantes de econom¨ªa su pensamiento y experiencias no deja de ser un despilfarro social.
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