"Buenos d¨ªas, Zine; buenas noches, Sa?da"
Los tunecinos se divierten estos d¨ªas con un juego de palabras del ritual de la cortes¨ªa. Cuando se levantan, suelen decir: "Naharak, Zine" ("Buenos d¨ªas, Zine"), y cuando se acuestan: "Liltek, Sa?da" ("Buenas noches, Sa?da"). Aparentemente, no refleja un mensaje directo, pero en el fondo lo que tratan de hacer los tunecinos con esto es un chiste sobre la situaci¨®n actual de su pa¨ªs y, en especial, el entorno del presidente. Zine es el general Zine el Abidine Ben Afi, el hombre que cada ma?ana, desde el pasado mes de abril, como ministro del Interior, despacha con Burguiba, y Sa?da, Sa?da Saissi, la sobrina dei combatiente supremo, sustituta de Wasilla, nueva compa?era del presidente y a quien se supone le asiste y acompa?a ahora en la intimidad del palacio de Cartago.
En menos de un a?o, el palacio de Cartago, sede de la presidencia de la Rep¨²blica, ha cambiado de hu¨¦spedes. Burguiba sigue all¨ª, pese a sus 83 a?os, pero su entorno es distinto. Primero lleg¨® Mansur Sjiri, en el oto?o pasado. Era el gobernador de Monastir, localidad natal del presidente, y fue nombrado ministro-director del gabinete presidencial, que no es otro cargo que el de ministro personal de Burguiba. Antes que ¨¦l ya estaba all¨ª Mohamed Mzali, primer ministro desde 1980, junto con Wasilla Ben Aminar, segunda esposa de Burguiba desde 1962, y su hijo, Habib Burguiba junior, fruto de su primer matrimonio.El presidente se ha ido cargando a todos. A unos por intrigas y a otros por desobediencia. Desde siempre, el peri¨®dico L'Action, ¨®rgano del Partido Socialista Desturiano (PSD), fundado por Burguiba, da fiel reflejo en su primera p¨¢gina de las actividades diarias del presidente. Diariamente aparece Burguiba sentado ante su mesa de despacho muy cerca de una fotograf¨ªa dedicada por el ex primer ministro franc¨¦s Mend¨¦s France, frente a sus habituales colaboradores. Antes eran Mzali y Burguiba junior, con Sjiri. Ahora es Sjiri, con Rachid Sfar y el general Ben Ali.
La gente piensa que Rachid Sfar va a ser un hombre de transici¨®n, al menos hasta las elecciones de noviembre pr¨®ximo, las segundas que se convocan en la historia del pa¨ªs con car¨¢cter abierto para todas las formaciones pol¨ªticas, aunque evidentemente el apoyo institucional y econ¨®mico estar¨¢n centrados en el Partido Socialista Desturiano, que en los anteriores comicios estuvo coligado con el sindicato Uni¨®n General de Trabajadores Tunecinos (UGTT) -hoy controlado y decapitado por el Gobierno- en el denominado Frente Nacional (obtuvo el 95% de los votos emitidos).
Nadie piensa por ahora que Sfar vaya a ser el nuevo delf¨ªn de Burguiba. Cuesta creerlo aqu¨ª, en T¨²nez, m¨¢xime cuando a¨²n no ha cumplido sus primeros 10 d¨ªas de mandato y cuando tambi¨¦n, como fue el caso de Mzali, han tenido que transcurrir m¨¢s de cinco a?os para que el pueblo se familiarice con la imagen prefabricada de otro hombre de poder, habituado tal vez a ver desde 1956, a?o de la independencia, a una figura indiscutida e hist¨®ricamente perenne: Burguiba.
Sin embargo, las miradas se centran en otra persona. Se trata del general Ben Ali, cuya ascensi¨®n en los ¨²ltimos meses s¨®lo es comparada en rapidez con la ca¨ªda de Mzal¨ª.
Uno sube y otro baja
Uno sube y otro baja, pero ni a la oposici¨®n, ni siquiera a los sectores blandos o prodemocr¨¢ticos del PSD les divierte tener a un general cerca del poder. Es la primera vez que ocurre en la historia de T¨²nez y tambi¨¦n la primera que un militar accede a una secretar¨ªa general dentro del partido del Gobierno. Ben Ali es secretario general adjunto del PSD tras su ¨²ltimo congreso del mes de junio, junto con Sjiri y el ex ministro y m¨¦dico personal de Burguiba, Amor Chedli. Sfar era el tesorero del presidente, y ahora, al sustituir a Mzali, se ha convertido en el secretario general y n¨²mero dos del Partido Socialista Desturiano.Cuando Mzali frecuentaba Cartago, con Sjiri, se hablaba del clan de Monastir, porque ambos son nativos de la misma ciudad que el presidente, y se les situaba en el mismo grupo de influencia que a Wasilla y Habib Burguiba junior. Ahora se habla del clan de Cartago, que lo forman, seg¨²n todas las fuentes consultadas, Sjiri, Sfar, los tres secretarios adjuntos y Sa?da Sassi, la sobrina y nueva compa?era del presidente, cuya fotograf¨ªa tambi¨¦n se ha hecho familiar en este pa¨ªs, ya que es la habitual acompa?ante de Burguiba en sus paseos matinales, una costumbre ya ritual, como el despacho madrugador con sus m¨¢s directos colaboradores.
Habida cuenta de los giros de 180 grados que suele dar Burguiba -ratifica a Mzali como sucesor y lo destituye a las dos semanas-, nadie cree tampoco en el futuro de estos clanes, pero s¨ª existe temor a la figura de este general, que sin embargo s¨ª juega un papel importante en el entorno del presidente (se dice que Ben Ali sugiere e impone, Burguiba decide y el militar ejecuta).
No en vano es clamor popular que este joven general de 49 a?os, experto en espionaje, de gran prestigio y respeto dentro de las fuerzas de seguridad, es un, hombre protegido de Estados Unidos, pa¨ªs en el que ha recibido alta formaci¨®n y que en cuanto a T¨²nez no ve con muy buenos ojos, por un lado, la presencia de la plana mayor de la Organizaci¨®n para la Liberac¨ª¨®n de Palestina (OLP), ni, por otro, la posibilidad de que los habitantes de este pa¨ªs se vean influidos por las doctrinas procedentes de la vecina Libia.
T¨²nez es un pa¨ªs con ocho millones de habitantes, de los cuales el 60% tiene menos de 25 a?os. Cien mil de ¨¦stos constituir¨¢n en oto?o la poblaci¨®n universitaria, pese a que en el ¨²ltimo curso, al menos en los ex¨¢menes de junio, s¨®lo han podido pasar a este ciclo un 12% de todos los aspirantes.
Libia y el integrismo
Hay un peligro por fuera, Libia, y otro por dentro, el integrismo, pero la izquierda de este pa¨ªs piensa que esto no lo cambia la represi¨®n, sino un nuevo discurso pol¨ªtico, ajustado a los tiempos actuales y distante de la ideolog¨ªa burguibista, que es la reiteraci¨®n del concepto de la independencia (30 a?os han transcurrido ya). "El cambio es necesario", aseguraba a este corresponsal un destacado intelectual que prefiere permaneceren el anonimato."El discurso burguibista s¨®lo llega a un 10% de la poblaci¨®n, porque el resto, o es joven (60%), o est¨¢ encuadrado en otras ideolog¨ªas (30%). Falta un mensaje realista dirigido al pueblo, especialmente a los j¨®venes, que ante esta carencia buscan ideolog¨ªas revolucionarias y distintas, entre ellas el integrismo isl¨¢mico. Hay una ruptura cultural entre los pol¨ªticos y la sociedad. La democracia en T¨²nez, pa¨ªs a caballo entre Occidente y el resto del mundo ¨¢rabe, no es un proyecto pol¨ªtico, sino una necesidad. Un militar no puede comprender eso".
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