El amigo chino
LA VISITA a Espa?a del primer ministro de China, Zhao Ziyang, es una nueva muestra de la especial atenci¨®n que la pol¨ªtica exterior de Pek¨ªn est¨¢ dedicando a Europa. China inici¨® su apertura hacia el mundo exterior a trav¨¦s de sus relaciones con EE UU y Jap¨®n. Posteriormente ha logrado establecer un canal de negociaci¨®n con Mosc¨², pero con pobres resultados pol¨ªticos. Lo llamativo ahora es la intensidad de la actividad desplegada por el Gobierno chino en el continente europeo, con tres viajes sucesivos. Primero, el del ministro de Asuntos Exteriores, Wu Xuequian; despu¨¦s, el del secretario general del partido comunista, Hu Yaobang -la segunda figura de la jerarqu¨ªa china, despu¨¦s de Deng Xiaoping-, que visit¨® Londres, Bonn, Par¨ªs y Roma, y en la actualidad, el del primer ministro, Zhao Ziyang, que llega a Madrid tras pasar por Belgrado, Bucarest y Atenas.Las relaciones entre Espa?a y China han sido cordiales en los ¨²ltimos tiempos y particularmente desde 1978, en virtud del viaje del Rey, que, con visi¨®n de futuro, dedic¨® a China una de sus primeras visitas oficiales casi en los inicios de la transici¨®n. Por a?adidura, durante el viaje de Felipe Gonz¨¢lez a Pek¨ªn, en septiembre del a?o pasado, hubo coincidencias importantes sobre el tratamiento de los problemas internacionales. Desde entonces, Espa?a se ha convertido en miembro de la Comunidad Europea y ha confirmado, mediante un refer¨¦ndum, su pertenencia a la OTAN, decisiones que fueron bien acogidas en Pek¨ªn. China es contraria a que la vida internacional est¨¦ hegemonizada por dos superpotencias y no celebra la existencia de bloques militares, pero expresa en cambio una gran comprensi¨®n por las necesidades de seguridad y defensa de Europa occidental. Tal postura no obedece, adem¨¢s, a un simple razonamiento te¨®rico, sino que procede de su propia experiencia: las concentraciones militares sovi¨¦ticas en la frontera con China son uno de los contenciosos que siguen impidiendo una completa normalizaci¨®n de las relaciones entre Pek¨ªn y Mosc¨².
A pesar de que China ha mejorado mucho sus relaciones con EE UU, no todos los puntos conflictivos se han disipado. En cuanto a Jap¨®n, no es exagerado decir que ha quedado sin materializarse una parte de las esperanzas sobre el estrechamiento de v¨ªnculos pol¨ªticos y econ¨®micos entre los dos pa¨ªses. En el trasfondo del reciente triunfo electoral de Nakasone, muchos observadores han advertido cierto rebrote de tendencias nacionalistas que no puede dejar de inquietar a la opini¨®n china. Con Europa, en cambio, China no tiene ning¨²n conflicto pendiente e incluso el contencioso con Londres sobre la devoluci¨®n de Hong Kong ha quedado resuelto. El horizonte est¨¢ despejado y salta a. la vista que, para China, su fortalecimiento y el de Europa es una v¨ªa para configurar un sistema internacional m¨¢s plural, equilibrado y seguramente pac¨ªfico. En esa perspectiva se incluyen las coincidencias entre China y Espa?a sobre desarme, sobre apoyo a las Naciones Unidas y condena de actitudes agresivas que desvirt¨²an la Carta de la ONU, y sobre la preocupaci¨®n por Am¨¦rica Latina y ?frica.
Si es obvia para Espa?a la conveniencia de reforzar las relaciones con China, ser¨ªa absurdo desconocer las dificultades actuales para desarrollar los intercambios comerciales y econ¨®micos. Algunos de los proyectos conjuntos aprobados el a?o pasado han sido suspendidos y nuestras importaciones crecen a un ritmo muy superior al de nuestras exportaciones. El viaje de Zhao Ziyang tiene un doble objetivo: primero, confirmar que, a pesar de ciertas resistencias, China va a proseguir de manera irreversible su pol¨ªtica de refarma y de apertura al exterior, segundo, estudiar medidas concretas que permitan superar obst¨¢culos y avanzar en la cooperaci¨®n econ¨®mica y t¨¦cnica. La modernizaci¨®n de su econom¨ªa es hoy, para China, una prioridad, y ello ofrece posibilidades para un pa¨ªs de tecnolog¨ªa media como Espa?a. Cabe esperar que pasos concretos en el lerreno econ¨®mico confirmen los puntos de acuerdo pol¨ªtico.
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