Canad¨¢ no opuso resistencia a Espa?a
![Luis G¨®mez](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F2ce46456-ac54-4700-96db-0b8f394a4fda.jpg?auth=77002eb2305650451646ff522b8a51b014f7c806758a28329fafa3c3944a40f6&width=100&height=100&smart=true)
Es bonito ganarle a Canad¨¢, un equipo bien formado, anglosaj¨®n, repleto de blancos jugadores que mastican chicle y que dicen haberse educado cerca de las cataratas del Ni¨¢gara. Parece bueno este equipo y lo es, pero no llega a serlo tanto como parece. Y, gracias a esa ilusi¨®n ¨®ptica, Espa?a pareci¨® ayer otra cosa. Y fue as¨ª" aunque su juego no abundara en exquisiteces. Bast¨® con encararse uno por uno y soltar algunos zarpazos. Fue suficiente que Mart¨ªn colocara a Wiltjer en tres faltas y que Epi, Sibilio y Margall acertaran con algunos lanzamientos de tres puntos. Fue suficiente con que Espa?a se encontrase sin nadie enfrente que defendiera.Algo debe de tener Canad¨¢ para que no haya terminado por imponer en la cancha. el resultado total de sus valores individuales. O algo le falta. Canad¨¢ afront¨® con escasa decisi¨®n su encuentro con Espa?a. Ten¨ªa un poco de todo: tiro de tres puritos, rebote y alg¨²n base cotizado. Por tener dispon¨ªa de hasta jugadores que conocen perfectamente la gama de defectos y virtudes del equipo espa?ol. Canad¨¢ afront¨® a los espa?oles uno por uno o uno contra uno, como dice el argot. Excepto unas primeras penetraciones de Pasquale, que sembraron de personales a Costa, el peligro no asom¨® por lado alguno. Wiltjer, al minuto cuatro, comet¨ªa la tercera personal. Kazanowski le acompa?aba poco despu¨¦s. Canad¨¢ se quedaba en nada.
Y Espa?a alcanzaba los 10 tantos de ventaja (34-24) sin demasiados m¨¦ritos. Epi, empe?ado en alguna penetraci¨®n desventurada, rectific¨® sus modales para dedicarse al certero tiro exterior. Sibilio enganch¨® dos triples c¨®modos. Nada importaba la p¨¦rdida de pases ni la ausencia de unos movimientos coordinados en el ataque. Mart¨ªn supl¨ªa el desacierto de Jim¨¦nez -que fue postrado al ostracismo en la segunda parte- y encontr¨® en Romay a un inesperado y eficaz compa?ero. Romay ven¨ªa de una media de tres minutos en la cancha y ayer encontr¨® 10 tantos en acciones de tiro cercano. Nadie aprender¨¢ nada de este partido, que no pareci¨® otra cosa que un duelo entre dos equipos bajos de tono, con el ralent¨ª descompensado y tocados del mal que afecta a quienes se han encontrado sin objetivos. El de Espa?a ahora es esconder el fracaso.
Jugar con Canad¨¢ result¨®, por tanto, un b¨¢lsamo reparador en la segunda parte. Lo permiti¨® todo, contraataques, suspensiones de Romay, ganchos de Mart¨ªn y alg¨²n que otro triple. Su acci¨®n fue tan benefactora que la selecci¨®n no encontr¨® adversario en su rival, sino en s¨ª mismo. Por extra?a iron¨ªa del destino, las decisiones de los jueces crearon un desequilibrio evidente en la se?alizaci¨®n de las faltas personales durante el segundo per¨ªodo -lleg¨® un momento en que el balance fue de 13-2 en contra de Espa?a-. Pod¨ªa pensarse dos cosas: que Espa?a defend¨ªa muy bien, lo cual era incierto, o que Canad¨¢ no defend¨ªa, que resultaba m¨¢s ajustado. As¨ª, la reanudaci¨®n no fue m¨¢s que un per¨ªodo protocolario a la espera del pitido final. Es bonito jugar con Canad¨¢, que ofrece jornadas de solaz y esparcimiento y que permite a Espa?a esperar un previsible choque con Italia por el quinto puesto sin reconcomerse en una nueva jornada de descanso presidida por la tristeza o la vecindad de una derrota o un mal partido. Es bonito jugar con Canad¨¢ porque una victoria ante equipo tan bien plantado es resultona. Pero no cuela y el p¨²blico pareci¨® entenderlo.
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