Error y horror
Francisco Rovira Beleta, vetera no director catal¨¢n que comenz¨® su obra cinematogr¨¢fica en 1948 y alcanz¨® trabajos notables en Hay un camino a la derecha (en 1953), Los atracadores (en 1961) y Los tarantos (en 1963), no se merec¨ªa el gui¨®n que, firmado por ¨¦l mismo y bajo el atractivo t¨ªtulo de Cr¨®nica sentimental en rojo, TVE, convertida en empresa productora, puso en sus manos primero y decidi¨® ex hibir en pantalla convencional despu¨¦s.La pel¨ªcula, o lo que sea, pues parece que fue concebida a prop¨®sito como un telefilme -la televisi¨®n digiere sin llamar a esc¨¢ndalo apariencias indigeribles de filmes- para la peque?a pantalla, no funciona por ning¨²n lado, ni a tenor del gui¨®n que Rovira Beleta pone -es un decir- en im¨¢genes pod¨ªa ser de otra manera. En la peque?a pantalla estos bodrios pasan inadvertidos, pero en las grandes, envueltos por la penetrante oscuridad, naufragan.
Cr¨®nica sentimental en rojo
Director: Rovira Beleta. Gui¨®n: Rovira Beleta y F. Josa, basado en la novela del mismo t¨ªtulo de Francisco Gonz¨¢lez Ledesma. Fotografia: Mag¨ª Torruella. Producci¨®n de TVE. Espa?ola, 1985. Int¨¦rpretes: Jos¨¦ Luis L¨®pez V¨¢zquez, Assumpta Serna, Lorenzo Santamar¨ªa, Hugo Blanco, Fabi¨¢ Matas, Silvia Solar y Jos¨¦ Mar¨ªa Blanco. Estreno en Madrid: cines Paz y Richmond.
Ignoro si en la novela original los personajes hablan como se habla en esta pel¨ªcula, pero poco o nada importa este detalle. Si efectivamente se habla as¨ª, la soluci¨®n habr¨ªa sido clara escribir, otros. Si, por el contrario, estos di¨¢logos han sido escritos ex profeso para el filme, la cosa se agrava, pues tales di¨¢logos son la pura negaci¨®n del di¨¢logo cinematogr¨¢fico: palabrer¨ªa negadora de las -insisto, es un decir- im¨¢genes a que intentan in¨²tilmente servir.
Y lo m¨¢s pat¨¦tico del asunto es que se trata de un filme de gui¨®n, apoyado ¨ªntegramente en las situaciones argumentales y las conversaciones de los personajes, que intentan ser tales y no pueden, que intentan intrigarnos y no lo consiguen, que intentan ponernos tensos y lo hacen, s¨®lo que al rev¨¦s: nos expulsan de una pel¨ªcula que se acerca a un rasero de bajo m¨ªnimos y nos echa de la sala sin que dejemos atr¨¢s ni una sonrisa, ni una emoci¨®n, ni una inquietud.
Los int¨¦rpretes act¨²an mec¨¢nicamente, pero no representan. El fot¨®grafo se conforma con que salga lo que enfoca su c¨¢mara. El director finge dirigir, y lo hace atacado por continuos descuidos que alcanzan incluso a errores gramaticales como aquel en que un personaje afirma con la copa llena que no queda con qu¨¦ brindar o un coche que se dirige a una acera y en el contraplano est¨¢ por arte de birlibirloque en medio de la calle. Y el error coquetea con el horror.
Babelia
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