Funcionarios y dragones
Llegados los primeros vientos de la nueva legislatura, ya tenemos ante nosotros de nuevo el drama padre de la reforma funcionarial, que es un serial por entregas. Juan Cueto, con sesuda ignorancia y acratismo de elite, se deshace en la confusi¨®n lanzando las primeras andanadas. No entiende nada, pero teme al drag¨®n. Uno, con todos los respetos, cree que el tema merece una reflexi¨®n m¨¢s equilibrada. Por ejemplo, profundizar en por qu¨¦ en la pasada legislatura se quintuplic¨® la oferta p¨²blica, en lugar de pedirle cuentas al drag¨®n, que est¨¢ cansado de que cada cuatro a?os le sobresalga una nueva cabeza. Lo digo porque hay responsables. Mientras escribo estas l¨ªneas, Juan, el ordenanza, ha muerto agarrado a la mesa de las cartas y los telegramas. A su mujer le ha dejado una pensi¨®n de 27.000 pesetas. El drag¨®n, admirado Cueto, no es tan fiero como t¨² lo pintas.- .
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